Caruana:“Recibí muchas llamadas de la banca quejándose por las provisiones"

  • El exgobernador del Banco de España, promovido por el PP, defiende que la 'hucha' impuesta a la banca, en contra de sus deseos, retrasó en dos años la crisis en el sector.


    Culpa a la mala gestión de las cajas, supervisadas por los Gobiernos regionales, de su colapso y dice que el supervisor “estiró al máximo” sus opciones para pinchar la burbuja.

El ex gobernador del BdE, Jaime Caruana, hoy durante su comparecencia en la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados, en Madrid, que investiga el origen de la crisis y el rescate bancario
El ex gobernador del BdE, Jaime Caruana, hoy durante su comparecencia en la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados, en Madrid, que investiga el origen de la crisis y el rescate bancario
EFE

Cuando el Gobierno del PSOE abonó la no renovación de Jaime Caruana (Valencia, 1952) al frente del Banco de España, donde había sido promovido por el Ejecutivo de Aznar, en favor de Miguel Ángel Fernández Ordóñez (Madrid, 1945), sembró la polémica. Los ‘populares’ censuraron el “fuerte perfil político” del exsecretario del Estado para intentar cerrarle el paso al timón del organismo supervisor y la aureola del técnico que se había atrevido a exigir a una banca encolerizada que apartase dinero para una morosidad inexistente, refulgió.

La crisis estalla y se ceba con el ‘crash’ del ladrillo, el Ejecutivo de Zapatero culpa al Gobierno del PP de fomentar la burbuja y a Caruana por no haber controlado los riesgos. El brillo de su gestión sufre la mayor tacha tras filtrarse en 2011 una insólita carta enviada por los inspectores del Banco de España en mayo 2006 al entonces vicepresidente económico, Pedro Solbes, acusando a Caruana de “pasividad”, complacencia con la banca, y desoir sus alertas sobre los riesgos del ladrillo.

Había sido cursada un mes antes de concluir mandato al frente del organismo y pasarían cinco años antes de salir a la luz, cuando la crisis ya tambaleaba entidades y la economía. En agosto de ese año Caruana entró en el FMI de la mano de Rodrigo Rato, entonces director gerente del organismo y quien años atrás le había nombrado director general del Tesoro y apoyó su candidatura en el organismo supervisor.

Desde entonces continúa fuera de España, ahora al frente del Banco de Pagos Internacionales (BIS), pero ayer aprovechó la invitación del Congreso en la Comisión que estudia el rescate de las cajas para ofrecer su visión de los acontecimientos. “No tuve ningún conflicto con ninguno de los dos Gobiernos -dijo en alusión al mandato de Aznar y Zapatero-. No recibí ninguna presión ni ninguna llamada para decir: “Ésto se nos está yendo de las manos. Hay que legislar”. No recibí ninguna llamada del Sr. Rato ni del Sr. Solbes. Sí recibí muchas llamadas de la banca para decir que estaban perdiendo competitividad” por la hucha de saneamientos que les había impuesto.¿Innación del supervisor?

Mordaz, sugería así que ni los Ejecutivos del PP y PSOE vieron inacción del supervisor o necesidad de tomar cartas en el asunto para reconducir excesos y que, más bien al contrario, la banca estaba “muy descontenta” con sus imposiciones. El relato de Caruana pivotó, de hecho, sobre la férrea defensa de que el organismo que dirigía “estiró” todo lo que pudo sus competencias para sofocar los riesgos en los que estaba incurriendo el sector con la fiesta crediticia y apuntó responsabilidades hacia los gestores de las entidades y los Gobiernos autonómicos que supervisaban las colapsadas cajas. “El debate de aquel momento era bastante diferente. Decirnos que no estábamos haciendo lo suficiente no lo recuerdo, de lo que se hablaba era de la superortodoxia del Banco de España o se hablaba también de “¿Qué sabrá el Banco de España cuando una entidad da un crédito a un particular?”.

A Caruana le había tocado instaurar una nueva hucha que obligaba a la banca acopiar provisiones solo por dar financiación para hacer frente a problemas cuando viniesen mal dadas. Fue construída bajo el mandato de su antecesor, Luis Ángel Rojo, con su colaboración y enervó a una banca que se quejaba de pérdida de competitividad porque se comía el 30% del beneficio bruto cuando la morosidad ni rayaba el 1%, y recibió críticas del exterior por separarse de la contabilidad internacional. “Los bancos españoles cotizados en Estados Unidos probablemente hubiesen suspendido de ir a colchones más elevados”, argumentó.

Sin la hucha, reivindicó, “el fondo disponible para sanear activos hubiese sido de 4.300 millones en lugar de 27.400 millones. Hubiesen dispuesto de 23.100 millones menos para afrontar el pronunciado incremento de la morosidad, que proporcionaron al sistema financiero entre uno y dos años de margen para abordar problemas”.Sin entonar autocrítica

Lejos de entonar la autocrítica que le demandaron todos los diputados -y con una intensidad inesperada el del PP, Ramón Aguirre- defendió a capa y espada la labor del Banco de España. Según su versión le faltaron útiles para poner límite al crédito, pero aseguró haber aprovechado todas las oportunidades para dar la alarma sobre los riesgos: “Se puede calificar que el tono fue, a lo mejor, excesivamente burocrático pero no que no hubiese preocupación por parte del Banco de España y mía, y fue ininterrumpidamente en casi todos los discursos durante seis años. No se debería confundir el tono con complacencia. Creo que esto es también uno de los errores de la carta de los inspectores”. Según siempre su versión, contraria a dicha inédita misiva, la comisión ejecutiva del organismo analizó y trató todas las alarmas elevadas por la inspección.

La proximidad al Gobierno del PP le convierte en sospechoso de haber ayudado a esconder las fragilidades -la burbuja se incubaba desde finales de los noventa con una explosión en la venta de viviendas y el crédito-. Ayer marcó distanciamientos con una apelación a la hemeroteca para comprobar que había pedido de forma machacona reformas y reconducir los desequilibrios, además de alertar acerca de la sobrevaloración inmobiliaria desde 2003.

Como antes hiciera en el mismo foro el actual gobernador Luis María Linde, excusó que nadie esperaba una recesión tan virulenta. “La magnitud de la crisis, que no tiene origen en España, fue de unas dimensiones históricas, tanto cualitativamente como cuantitativamente, una crisis que va a cambiar libros de texto, instituciones en el mundo, y que está creando debates de cómo se tiene que hacer la política fiscal o la monetaria”. El escenario “central” dijo, era que la economía reabsorbiese los desequilibrios como había ocurrido en otras crisis.

Caruana devolvió la pelota a sector y políticos, críticos su gestión cuando estaba al frente del Banco de España. Primero con mensajes a aquellas cajas con las que le tocó lidiar por su insaciable ambición expansiva y querer ser bancos: "Los casos más graves se dieron principalmente en buena parte de las entidades de ahorros, no todas, pero tenían peculiaridades y problemas de gobernanza propios”.

Por derivada a los políticos: “Esos órganos de Gobierno estaban regulados por las Comunidades Autónomas. Y en última instancia culpó de la deriva de una entidad financiera, sea acertada o temeraria, a sus directivos: “Definir la tolerancia al riesgo y su correcta gestión es función de los gestores y de los órganos de gobierno de las entidades, cuya responsabilidad no puede ser sustituida por la actuación de ningún supervisor”.

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