Galbraith: "Hay conexión entre la desigualdad y la crisis socialdemócrata"

  • ¿Qué es la desigualdad? ¿Cómo se mide? ¿Es positiva? ¿Es mala? Todas estas preguntas las responde el reputado economista James K. Galbraith en su nuevo libro 'Desigualdad' (Deusto).

    Galbraith hace un símil entre la presión sanguínea y la desigualdad: "Un poquito es buena", asegura. 

James K. Galbraith: "La conexión entre la desigualdad y la derrota de la socialdemocracia es clara"
James K. Galbraith: "La conexión entre la desigualdad y la derrota de la socialdemocracia es clara"

El concepto de desigualdad ha cobrado más importancia que nunca. Vivimos en una sociedad en la que ocho personas poseen tanto como la mitad más pobre del planeta. La brecha entre ricos y pobres se incrementa cada día provocando el aumento de esta brecha. El malestar generado por la pérdida de ingresos estables, un nivel de vida digno, una atención médica decente o las dudas sobre la jubilación y las pensiones han colocado este debate en el centro de la vida política, aupando en muchos países a movimientos populistas.

¿Qué es la desigualdad? ¿Cómo se mide? ¿Es buena? ¿Es mala? Todas estas preguntas las responde el reputado economista James K. Galbraith en su nuevo libro 'Desigualdad' (Deusto). El experto traza de una forma accesible a todos detalles importantes sobre la distribución de ingresos y de la riqueza. El profesor de la Lindon B. Johnson School of Public Affairs y en la Universidad de Texas hace una analogía de la desigualdad económica con la presión sanguínea “Un poco es buena, si no hay presión estamos muertos”.

Por eso, en una entrevista con lainformacion.com analiza la situación de España, que actualmente es la que más crece entre los países desarrollados pero también es las que más desigualdad presenta entre los países de la UE, según el índice Gini, que mide este fenómeno. Siguiendo con la analogía, Galbraith opina que España sufrió un periodo de hiperactividad no regulada, “especialmente en el sector inmobiliario”. “Hace diez años España sufrió el equivalente económico de un accidente cerebrovascular. La recuperación de algo así es necesariamente lenta, y requiere intervenciones intensas y terapia activa”, nos explica el profesor.

Esa recuperación no la hemos tenido y ahora lo estamos notando. “Los doctores españoles, y los europeos, han estado exigiendo que el paciente salga de la cama y reanude su actividad normal por sí misma. Esto ha tenido los efectos predecibles”. El economista compara la situación española con la de Grecia y cree que Bruselas nos ha tratado algo mejor: “Por lo menos a España no le han cortado los fluidos intravenosos. Ha sido afortunada. En el caso de Grecia, los mismos médicos europeos sí los han cortado y simplemente están esperando a que el paciente muera”.

Por tanto el autor sugiere que un poco de desigualdad es positivo porque es un motivador económico. “Todo está motivado en cierta medida por el deseo de estatus y logro”, asegura. El problema surge cuando las desigualdades no están relacionadas con el mérito constructivo, cuando no se pueden superar y “cuando se abren vías abusivas de poder”. Todas estas condiciones se han agravado en los últimos años. Y avisa para casos como el de España: “La desigualdad alta no es incompatible con el crecimiento, pero es signo de que el crecimiento no se mantendrá”.Con una socialdemocracia fuerte, más igualdad

El economista señala en que el fuerte aumento de la desigualdad en los últimos años coincide con la debilidad de los sindicatos y la crisis de la socialdemocracia. Sobre los sindicatos, cree que deben “realizar un nuevo enfoque hacia las tecnologías digitales y dejar de concentrarse en las fábricas”. Galbraith tiene claro que hay “una conexión clara entre el surgimiento de la desigualdad y la derrota de la socialdemocracia”. Eso se demuestra, según el escritor, en que en los países donde los socialdemócratas están fuertes hay más igualdad.

Precisamente esta crisis socialdemócrata ha llevado en muchos países a ofrecer medidas como la Renta Básica Universal o medidas similares, como PSOE o Podemos en España, que para muchos son irrealizables. Otra de las medidas sugeridas desde el mundo socialista es la llamada Tasa Tobin a las transacciones financieras. El autor está en contra de la Renta Básica Universal, pero sí se muestra a favor de la tasa Tobin: “Es alcanzable y podría ser útil para frenar ciertos tipos de comportamiento financiero abusivo. No es una panacea para al desigualdad de ingresos, pero sería útil”. Este economista sostiene que caminar hacia una tributación común y unas normas laborales comunes podrían ser beneficiosas, aunque “la confluencia no necesita ser completa”.El impuesto de sucesiones para la igualdad

El autor es partidario de luchar contra la desigualdad con varios mecanismos. Por un lado, reforzar la situación de los diferentes grupos (derechos civiles, integración e inmigración) y, por otro, mejorar la estructura de remuneración o renta (salarios mínimos, negociación colectiva, sanidad universal, impuesto progresivo sobre la renta o el impuesto de sucesiones). Galbraith cree estas medidas, que son las más importantes, no se han quedado obsoletas, “a pesar de los ataques implacables”.

Galbraith, hijo del renombrado economista John Kenneth Galbraith, defiende que lograr un sistema igualitario se consigue a través del desarrollo económico, pero sin olvidar la lucha social y política: “La lucha social debe intensificarse ya que las fuerzas que presionan por una mayor desigualdad tienen la ventaja”.

El profesor tiene una visión muy particular del impuesto de sucesiones y donaciones. Es partidario de que la acumulación de la riqueza debe ser permitida a la primera generación pero no a las siguientes. Cree que es una de las mejores maneras de luchar contra la desigualdad: “Ningún país debe tolerar la acumulación dinástica de gran riqueza, que es fundamento del feudalismo y enemigo de la democracia”.

El escritor de 'Desigualdad' cree que un impuesto de sucesiones bien diseñado y administrado, como en EEUU, promueve el paso de gran riqueza a instituciones sin ánimo de lucro como universidades, centros de salud o centros culturales para que sean disfrutados por el conjunto de la población: “Esto es mucho mejor que tenerlos acumulados en castillos, yates, colecciones privadas, o derrochado en el juego y los sobornos”.

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