Paquirri y el Yiyo, los últimos toreros muertos en ruedos españoles

  • El gaditano y el madrileño fallecieron en 1984 y 1985 por las cornadas de Avispado, de Sayalero y Bandrés, y Burlero, de Marcos Núñez, en Pozoblanco (Córdoba) y Colmenar Viejo (Madrid).

    Los banderilleros Manolo Montoliú y Ramón Soto Vargas murieron en 1992 en La Maestranza sevillana.

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Iñaki Etxarri

'Paquirri' y el 'Yiyo', en 1984 y 1985 fueron los dos últimos matadores de toros fallecidos a consecuencia de una cornada mortal en ruedos españoles. Aquél en Pozoblanco (Córdoba) el 26 de septiembre de 1984, toreando de capa a su segundo, Avispado, de la ganadería de Sayalero y Bandrés, y el madrileño en Colmenar Viejo (Madrid) el 30 de agosto de 1985, cuando fue empitonado por Burlero, de Marcos Núñez, cuando el toro ya estaba herido de muerte.

Francisco Rivera Paquirri (1948-1984), matador de toros nacido en Zahara de los Atunes (Cádiz) el 23 de marzo de 1948, hermano menor de José Riverita, también torero. Su toma de alternativa, prevista para el 17 de julio de 1966 en la Monumental de Barcelona, hubo de retrasarse por resultar cogido Paquirri en los lances de recibo, antes de que le cediera los trastos su padrino, Antonio Bienvenida.

La ceremonia tuvo lugar un mes después, el 11 de agosto, cuando en la misma plaza, Paco Camino, en presencia de Santiago Martín el Viti le cedió la muerte de Zambullido, de Urquijo de Federico. Confirmó el 18 de mayo de 1967 repitiendo padrino y con José Fuentes de testigo. Primero del escalafón durante varios años y mandón de la fiesta desde 1972 hasta 1980, la figura de Paquirri se ha visto señalada por circunstancias externas a la fiesta —su matrimonio primero con una hija de Antonio Ordóñez y, más tarde con una popular tonadillera— e internas: su muerte a causa de una brutal cornada en la plaza de Pozoblanco (Córdoba) el 26 de septiembre de 1984.  

Fue un torero de indudable profesionalidad, el que mejor soportó la presión de la fama desde Manolete, según afirman, cuyas principales virtudes según el tratado taurino Los toros de José María Cossío justifican su altísima cotización: "El lógico producto de un pundonor sin límites, un valor a prueba de cornadas, una técnica perfecta y un dominio de todos los tercios preciso, amén de unos deseos de complacer a los públicos dignos de todo encomio". Efectivo con la espada, algo brutal con capote y muleta, gozó de alta fama por las banderillas, más interpretadas con exceso de facultades que con pureza en la reunión.

José Cubero Yiyo (1964-1985), matador de toros, nacido en Burdeos (Francia), que pudo haber sido una de las grandes figuras del toreo del siglo XX, de no ser porque Burlero le segó la vida. Hijo de emigrantes españoles, siempre se le consideró madrileño; fue un alumno aventajado de la Escuela de Tauromaquia de Madrid, de la que tantos buenos toreros están saliendo, como José Miguel Arroyo Joselito, sólo por dar otro ejemplo. Se presentó como novillero en la plaza Monumental de las Ventas, el 11 de mayo de 1980, causando muy buena impresión. Ese año fue el novillero que más corridas toreó. Tomó la alternativa, el 30 de junio de 1981, en Burgos de manos de Ángel Teruel, testigo José María Dols 'Manzanares' y toros de Joaquín Buendía, tarde en la que obtuvo un sonoro éxito.

La confirmación en Madrid la hizo al año siguiente en la feria de San Isidro, el 27 de mayo, apadrinado por Manzanares y en presencia de Emilio Muñoz. No consiguió lucirse en esa ocasión, pero, como ya se veía que había torero, templado, seguro y completo, hizo la temporada americana en Colombia y Ecuador. Se le consideraba como una de las figuras que iba a marcar la senda de la década de 1980 por su finura y elegantes maneras, conocedor del oficio y calidad clásica incuestionable.

La temporada de 1985 había transcurrido con grandes éxitos para un torero de apenas 21 años. El 30 de agosto consiguió entrar en el cartel de la feria de Colmenar en substitución de Curro Romero. El cartel estaba formado por Antonio Chenel Antoñete, José Luis Palomar y el propio Yiyo; los toros eran de Marcos Núñez. Al sexto toro de la tarde, Burlero, José Cubero le hizo una magistral faena que completó con una magnífica estocada que causó la muerte del astado, pero, en el encuentro, el toro corneó por el costado izquierdo al torero llegándole hasta el corazón, lo que le produjo la muerte casi instantánea. La conmoción que produjo esta trágica muerte entre los aficionados fue una de las más enormes, porque, si todas son terribles, ésta, ocurrida cuando todo estaba ya concluido y teniendo en cuenta, además, la juventud de José, era algo a lo que no se podía dar crédito. En la explanada de entrada a la plaza de toros Monumental de las Ventas de Madrid hay un monumento a su memoria.

Además de las de estos dos matadores de toros las de los banderilleros 'Manolo Montoliú' y Ramón Soto Vargas ambas en 1992 en La Maestranza de Sevilla , fueron las últimas muertes en los ruedos españoles.

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