Los independentistas se unen por el 'sí' mientras los constitucionalistas discrepan

La CUP sobre la reunión Rajoy-Puigdemont: "Sólo nos interesa si hablan de referéndum"
La CUP sobre la reunión Rajoy-Puigdemont: "Sólo nos interesa si hablan de referéndum"
EUROPA PRESS
José Luis Roig

“En Cataluña, el Presidente de la Generalidad, con olvido de todos los deberes que le impone su cargo, su honor y su responsabilidad, se ha permitido proclamar el Estat Catalá”. Este párrafo histórico puede que vuelva a ponerse de actualidad este verano o el 1 de octubre, todo depende de cómo marche ese “choque de trenes” institucional del que todos hablan. Yo lo he sacado del Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, con fecha de 7 de octubre de 1934.

Los párrafos siguientes que se recogen en este mismo Diario Oficial que firmaba Alcalá-Zamora y que denunciaba la proclamación de la República catalana por parte de Lluís Companys, contienen una retórica y una literatura muy significativas para comprender algo más de este paralelismo histórico: “Ante esta situación, el Gobierno de la República ha tomado el acuerdo de proclamar el estado de guerra en todo el país. Al hacerlo público, el Gobierno declara que ha esperado hasta agotar todos los medios que la ley pone en sus manos, sin humillación ni quebranto de su autoridad. En las horas de la paz no escatimó transigencia. Declarado el estado de guerra, aplicará sin debilidad ni crueldad, pero enérgicamente, la ley marcial”.Vuelta al presente

Hoy, agosto de 2017, de nuevo unos políticos catalanes ponen contra la espada y la pared, entre la legalidad y la quimera colectiva, al Gobierno de la nación. Se confirma la sentencia de que los pueblos que no recuerdan su historia están condenados a repetirla. Es evidente que ochenta años después, la historia aunque parezca similar es muy distinta. Ahora nadie declarará el estado de guerra ni tan siquiera el artículo 155, aunque muchos consideren que puede ser la mejor solución. Y la utopía independentista intenta revestirse con un referéndum ilegal para tener un punto de apoyo con el que reemplazar la realidad política y social de Cataluña.

Pero desde aquel 1934 hasta hoy, no sólo han cambiado los protagonistas y las circunstancias, también lo han hecho el anclaje legal y democrático de una España autonómica –cuasi federal-, el Estado de derecho que garantiza el imperio de la Ley y la pertenencia a la Unión Europea. Realidades que no se pueden desmontar ni desconectar unilateralmente y que establecen un cauce para lograr cualquier objetivo, incluido la independencia.

Sin embargo este jueves la Asamblea Nacional de Catalunya (ANC) presenta la Campanya del sí en la que participarán entidades y partidos soberanistas para defender juntos que los ciudadanos voten afirmativamente en el referéndum independentista del 1-O. Hasta ahora los partidos secesionistas habían hecho campaña por su cuenta, pero no habían logrado ponerse de acuerdo para cerrar una campaña unitaria. Ahora sí, parece que los independentistas están de acuerdo y unidos.No hay unidad en el constitucionalismo

¿Sucede lo mismo en el otro lado, en los partidos políticos que se rigen por la Constitución? La respuesta es no pero sí, y sí pero no. Es decir, sólo hay una unidad aparente en algunos conceptos y objetivos, pero luego, con ese afán que tienen algunos de singularizarse, caso concreto del PSOE, que no quiere parecerse en nada al PP, siempre consigue despistar a todos, incluidos sus propios votantes, poniendo matices en sus apoyos y en su defensa de la legalidad constitucional.

Lo que parece más seguro es que el tren que manejan desde la Generalitat no está dispuesto a detener su marcha ni aminorarla. Puigdemont quiere morir políticamente al menos como mártir de la independencia, y para ello debe seguir siendo un rebelde sin pausa contra todo lo que venga de Madrid. Lo cierto es que a estas alturas del verano nadie sabe todavía cómo piensa detener el Gobierno de Rajoy la afrenta del 1-O, que aunque parezca un resultado de un partido de fútbol, es la fecha que marcará el final y el principio de muchas cosas, tanto en Cataluña como en España.

Nadie desea que la sangre llegue al río, pero los líos sí llegarán, y no serán de baja intensidad, ya que todo el independentismo está dispuesto a jugársela duramente el 1-O, siempre y cuando no haya que firmar ningún papel que ponga en riesgo el patrimonio familiar.

Hace una semana, un tren de cercanías –Rodalies en catalán- de Barcelona, chocaba contra el tope del andén de llegada de la Estación de Francia. Afortunadamente no hubo víctimas mortales, pero sí muchos heridos. Este accidente simboliza claramente lo que puede ser el final del “procés” separatista: un estrellarse contra la legalidad y la realidad, por no calcular bien la frenada y acabar chocando contra tu propio final de viaje.

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