Los inmigrantes que duermen bajo los altares de las iglesias italianas

    • Capillas e iglesias italianas se han convertido en albegues para acoger las masivas llegadas de inmigrantes.
    • El centro de Pozzallo ha tenido que vaciarse de irregulares para recibir a los nuevos.

Varios inmigrantes, en una iglesia siciliana
Varios inmigrantes, en una iglesia siciliana

Con una capacidad para 8.500 personas, y unas cifras de llegada que superan los 60.000 irregulares, el sistema de acogida en Italia se encuentra totalmente desbordado. El país cuenta con cuatro centros de primer auxilio-similares a los CETIs en España- incapaces de atender a los nuevos irregulares que entran en cada llegada masiva. Los centros de Lampedusa, Elmas, Otranto y Pozzallo, se ven obligados a "vaciarse" de inmigrantes cada vez que tienen que atender nuevas entradas. Después, se derivan a los CIES, lugares de estancia antes de que los inmigrantes sean identificados y repatriados a sus países de origen.

Ante el colapso que viven estos centros, las autoridades han comenzado a habilitar improvisados albergues de acogida en capillas e iglesias del país, principalmente en Sicilia, localidad que soporta la mayor carga migratoria y a la que se deriva aproximadamente a un tercio de los irregulares que llegan a las costas del sur. En su última visita a la isla de Lampedusa, el papa Francisco ya había pedido a los religiosos que abriesen las puertas de sus conventos para acoger a los refugiados. Las iglesias sicilianas acogen actualmente a medio millar de inmigrantes, pero la cifra está en constante aumento.

En la parroquia de San Juan María Vianney, las camas se amontonan incluso en la zona de liturgia de la iglesia. Los inmigrantes, la mayoría musulmanes, duermen bajo el gran crucifijo del altar. La fotografía se repite en las parroquias de Santísima María Consoladora o de San Carlo, donde Cáritas Italia ha instalado cien camas para acoger a los irregulares africanos.

"Hemos sustituido el altar por camas. Pienso que es la misa más bonita que podíamos celebrar", explica el párroco de San Luis Gonzaga, Rosario Francolino, quien también ha dado alojamiento en su parroquia a cientos de inmigrantes en los últimos días.

A los párrocos no les importa que la liturgia haya visto alterada su rutina habitual, con cientos de camas repartidas por todo el centro que impide que se celebren las misas.

"No podemos ponernos a pensar que el aula litúrgica sea un lugar donde se da misa. La Iglesia es un lugar de acogida y como tal en una emergencia como esta no se puede no abrir estos locales para nuestros hermanos", afirma.

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Los párrocos se han convertido también en confidentes para los recién llegados, y conocen de primera mano las historias de la tragedia. La mayoría de estos inmigrantes proceden de Siria, Costa de Marfil y Guinea, y llegan traumatizados porque han visto morir a sus familiares mientras atravesaban el Canal de Sicilia. Muchos además han sufrido torturas y han sido explotados por los traficantes.

Sin embargo, en Sicilia el drama torna también en cánticos y celebraciones, y es frecuente, como cuenta el Padre Sergio, de la parroquia de San Juan María Vianney, que sicilianos e inmigrantes bailen y compartan cenas. También que les enseñen un poco de italiano.

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