María José Canel: "El humor no es habitual en el debate político español porque requiere inteligencia"

    • Analizamos con una experta en política los trucos retóricos más frecuentes en discursos como los del próximo debate sobre el Estado de la Nación
    • "Es tan importante el contenido del discurso como la forma de expresarlo", dice la catedrática en Comunicación Política María José Canel.
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Cuenta la leyenda que la señora Ormiston, enfurecida con un joven llamado Winston Churchill, le dijo a éste en público: "Winston, si yo fuera su esposa, le pondría veneno en el té"; a lo cual respondió el futuro premier británico: "señora Ormiston, si yo fuera su marido, tenga por seguro que me lo bebería".

Frases como las de Chuchill, llenas de ingenio, gravedad o dramatismo, han convertido el discurso político en un arte sublime desde hace más de dos mil quinientos años.

¿Qué trucos retóricos cabe esperar esta semana de los políticos que intervengan en el debate sobre el estado de la Nación? Hemos consultado con la catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, María José Canel, experta en Comunicación Política.El principio y el final, los momentos clave

"El humor en debate político español no resulta muy común. El humor requiere inteligencia y finura. La ironía es más propia de países de dilatada trayectoria democrática", afirma Canel.

Desde el punto de vista técnico, en el próximo debate habrá "una interacción verbal cara a cara, un discurso deliberativo, de contraposición y contienda. Rajoy no pretende ganar votos, sino demostrar que ha gestionado bien". Su oponente tratará justamente de lo contrario.

Para ello, es tan importante construir bien el discurso como interpretarlo adecuadamente. Las intervenciones serán largas, por lo que se deben cuidar dos momentos clave: el principio y el final, cuando se supone que la atención de la audiencia es mayor.

Al tratarse de un discurso parlamentario, en la que se defiende o se critica una gestión, el estilo debe ser muy argumentativo, apoyado en hechos, datos, afirmaciones o negaciones, que conduzcan a una conclusión.La anáfora o el "¡Váyase, señor González!"

Las figuras retóricas más apropiadadas para un debate parlamentario de estas caracterísiticas, según la profesora Canel, pueden ser estas:La personificación: los candidatos evitarán dirigirse a un ciudadano genérico, y apelarán a un ciudadano concreto, el que se levanta todas las mañanas para buscar trabajo, el que vive los recortes de salarios, el alza de los precios, el cierre de su empresa, etc.La anáfora: es la repetición de un mismo elemento al inicio una frase. Cumple dos funciones: dejar más claro un contenido y dotar de ritmo a la intervención. Un ejemplo claro fue el famoso "¡váyase, señor González!".La refutación: mostrar contrariedades en el rival, o presentar sus propuestas como lo contrario que se necesita. Por ejemplo: "España necesita impulso y usted se ha convertido en una rémora". Este recurso retórico es muy propio de debates como el del miércoles, en los que hay réplica y contrarréplica.La antítesis: contraponer dos frases. En la legislatura pasada, Rajoy utilizó con frecuencia este recurso para criticar a Zapatero, lanzando fases como "gobernar no es ocultar los problemas, sino afrontarlos y tomar decisiones en el momento oportuno".La metáfora: es un recurso clásico, que consiste en calificar algo por su semejanza con otra cosa. Ejemplo: "Usted conduce a España con el retrovisor". Trata de de evocar un significado mayor en pocas palabras.Giros inclusivos: el ejemplo de Bararak Obama

Ahora bien: ¿son estas las técnicas más eficaces para convencer al ciudadano español de 2013? María José Canel no lo cree así: "La agresividad de estos debates demuestra que los políticos están ansiosos por ganar. Pero el ciudadano está en otro juego"

Canel recuerda el ejemplo de Barack Obama, que en plena campaña electoral no tuvo reparos en ensalzar la gestión del gobernador republicano del New Jersey, el estado que más sufrió los efectos del huracán Irene. "La crisis genera rechazo hacia la agresividad política. La gente quiere escuchar un debate con críticas razonadas y constructivas. No necesita a dos políticos peleándose sin más", concluye la catedrática.

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