Muchos muertos en carretera tienen el móvil en la mano… o un mensaje a medio escribir

Muchos de los cadáveres de los accidentes de tráfico tienen el móvil en la mano. En muchos siniestros se ve el móvil con un mensaje a medio escribir. Así de duro es. Así de inconscientes somos los conductores.

Las dos frases con las que empieza esta noticia son dos hechos que se escucharon en la ‘Jornada sobre el permiso por puntos’ organizada por PONS Seguridad Vial.

Seguimos hablando por teléfono al volante. Seguimos respondiendo mensajes mientras conducimos. Seguimos leyendo correos. Seguimos sin ponernos el cinturón de seguridad. Y lo que es peor, no nos abrochamos a la vida ni nosotros… ni a nuestros hijos. Seguimos sin respetar los límites de velocidad… Y todo ello mata.

Todos los días nos avisan. Y todos los días por desgracia leemos o escuchamos algún accidente de tráfico que le ha costado la vida a alguien. Pero parece que por mucho que nos lo digan no reaccionamos.El terrible caso del joven que mandó su último mensaje a un amigo al que iba a ver

En la memoria de todos quedó grabado el caso de Alexander Heit, el joven de 22 años que murió en 2013 mientras escribía un mensaje a un amigo que iba a ver en breve. Al parecer, Heit invadió el carril contrario. La madre pidió que se divulgara la imagen del móvil con el mensaje a medio escribir para concienciar. En él decía ‘Suena bien, amigo, nos vemos pronto...’. Su madre lanzó el siguiente mensaje: "En un segundo uno podría arruinar su futuro, herir o matar a otros, y abrir un agujero en el corazón de todos los que lo aman".

Parece que no queremos entender que cuando nos ponemos al volante el siguiente muerto en carretera podemos ser nosotros o provocar un accidente con muerte por sólo buscar el móvil. Si la principal causa de muerte en carretera es la velocidad, la distracción cada vez sube en el ránking mortal. En Cataluña, en 2014 y por primera vez, la distracción al volante superó al exceso de velocidad como causa de accidente en carretera.

Hoy, las distracciones son ya la causa del 24% de los accidentes de tráfico y las responsable del 35% de las víctimas mortales. Y aunque la causa de las distracciones son varias, cada vez más el móvil es su principal protagonista.  

Este es uno de los motivos que lleva a la DGT a plantearse qué hacer con el móvil. Sobre la mesa tienen ya ideas para que su uso se penalice más fuerte. Hoy cuesta 200 euros y tres puntos... si no es la muerte.Prohibido en 21 países

Holanda y España tienen las sanciones más altas, mientras que la República Checa, Finlandia, Austria y Bosnia tienen las más bajas (50 euros o menos).

La DGT es consciente de que el móvil es como una extensión de nuestro brazo. De hecho ya hay un nombre para definir el pánico a estar sin teléfono móvil: nomofobia (abreviatura de la expresión inglesa no-mobile-phone phobia). Los datos hablan por sí solos... 

Según los expertos, hablar por el móvil aumenta entre 4 y 9 veces el riesgo de sufrir un accidente. Es como si llevaramos un gramo de alcohol en sangre (permitido 0,3. Con 0,6 ya nos detienen).

Pero hay otro peligro aún mayor y es enviar o leer mensajes. Cuando respondemos a alguien o intentamos avisar a alguien se multiplica por 23 el riesgo de siniestro.

Y pese a estas escalofriantes cifras, su uso es cada vez mayor. El 53% de los españoles ya confiesa haber utilizado esporádicamente el móvil cuando espera una llamada importante. El 40% reconoce que se ha jugado la vida por culpa del móvil. Cuando un segundo cuesta la vida

Está claro que el móvil no es el demonio. Su uso, bien hecho, ayuda, pero es incompatible cuando estamos al volante. Un segundo extra, aunque no parezca mucho, supone que un conductor que circule a 50 km/h, recorra 13 metros sin darse cuenta.

Si marcamos un número en el móvil, a 120 km/h, la distancia que recorreríamos sin prestar atención a la carretera sería de casi medio kilómetro. Escribir un mensaje se eleva a 660 metros a ciegas.

Además, tras un minuto y medio de hablar por el móvil, incluso con manos libres, el conductor no percibe el 40% de las señales y, se mete tanto en la conversación, que disminuye hasta el tiempo de reacción.