Así fueron las últimas horas de Rita Barberá

  • Rita Barberá tenía ganas de ir este miércoles al Pleno del Senado. Había suspendido la noche anterior una cena con Margallo y otro senador.

    Compañeros de la senadora le decían que dimitiera, pero ella creía en su inocencia. Otros le daban la espalda y no querían sentarse con ella ni a comer. 

Así fueron las últimas horas de Rita Barberá
Así fueron las últimas horas de Rita Barberá
Fotos: José González
Fotos: José González

Rita Barberá se echó a dormir este martes con ganas de descansar. Comentó a su hermana María José, que estaba con ella en el hotel Villa Real, que quería acudir al día siguiente al Pleno del Senado que comenzaba a las 9 horas. Pero la muerte le sorprendió pasados unos minutos de las 6 horas.

María José fue, precisamente, quien llamó al 112 para comunicar que su hermana había sufrido un infarto. Estaba con ella en la habitación y comprobó sobre esa hora que ocurría algo grave (se omiten los detalles de lo que sucedió por respeto a la familia).

Los sanitarios se presentaron en el hotel e intentaron reanimar a Barberá durante media hora. Pero el masaje cardiaco no surtió efecto y solo pudieron certificar su muerte.

El día antes, el martes, Barberá se encontraba en Madrid, pero no acudió a la sesión de control al Gobierno en el Senado. La Mesa de la Cámara Alta había intentado hablar con la senadora por Valencia. Pero no respondió al teléfono.

Cuando su hermana María José se enteró de que no había acudido al Senado, se fue hacia el hotel Villa Real. Tampoco le cogía a ella el teléfono. Rita Barberá estaba en la habitación y, según le comentó, se encontraba indispuesta. Por eso no había respondido a las llamadas.

Esa noche, José Manuel García-Margallo y el senador Pedro Agramunt habían quedado con ella para cenar. Llamaron también este martes por la tarde a Barberá para concretar la cita, pero al no recibir respuesta acordaron suspender la velada. Hay que destacar que el exministro de Exteriores era buen amigo personal de Barberá. Agramunto ha publicado este tuit:#Rita, la mejor alcaldesa, una gran amiga y siempre compañera. Ya te echo de menos. Un fuerte abrazo a sus familiares y amigos. #Rabia pic.twitter.com/yND1c5UYCO— Pedro Agramunt (@pagramunt) November 23, 2016

Los amigos y enemigos de Barberá en el PP

En las últimas semanas Rita Barberá había recibido muestras de aprecio pero, sobre todo, de desprecio por parte de algunos de sus antiguos compañeros de filas.

La exalcaldesa de Valencia no tenía quejas de Mariano Rajoy, con quien llegó a hablar unos días antes, y de María Dolores de Cospedal, que interlocutaba con ella en los momentos de mayor tensión. 

Sus quejas se dirigían hacia algunos de los nuevos vicesecretarios del PP, con quienes había tenido serios encontronazos por teléfono, y hacia compañeros del Senado. Ellos habían forzado que se le apartara del PP y que tuviera que adscribirse al Grupo Mixto.

Una anécdota muestra a la perfección cómo Rita Barberá era tratada por algunos de sus antiguos compañeros de filas. Hace unas semanas, la valenciana accedió al comedor del Senado y se sentó en una mesa con antiguos compañeros de grupo parlamentario. En ese momento, dos senadores de Castellón se levantaron de la mesa y, ante la sorpresa de los presentes, se marcharon para no coincidir con Barberá.Por qué no quiso dimitir

Rita Barberá había recibido en las últimas semanas el consejo de varios compañeros de partido de que diera un paso a un lado. Le recomendaban que dimitiera para que pudiera defenderse sin la presión mediática y social a la que estaba siendo sometida. Sería un alivio para ella y también un favor para el partido al que ha dedicado toda su vida.

Pero Barberá no quería dejar su escaño de senadora. Llegó a confesar a un compañero de bancada popular en el Senado que no abandonaba porque "tenía más miedo a los jueces de Valencia que a los del Supremo".

Aún así, la exalcaldesa se sentía inocente, a pesar de que el caso de pitufeo se produjo durante la época en la que ella mandaba mucho en el Ayuntamiento. Circulan rumores, incluso, apuntando a que su causa sería archivada en próximas fechas. 

El entorno de Barberá afirma que no quiso ni recusar al juez encargado de investigarla, el que fuera fiscal general durante la etapa de Zapatero, Cándido Conde-Pumpido. Confiaba plenamente en su inocencia.

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