El calvario de Daniela, secuestrada y esclava sexual durante ocho años

  • Los cárteles más violentos del mundo también lucran con la trata de blancas. Así es su negocio del sexo, que incluye las peores perversiones y vejaciones, como quemaduras de genitales, mutilaciones,  violaciones colectivas y chips bajo la piel de sus cautivas. 

    Una nicaragüense raptada por los 'Los Zetas' y 'Los Golfos' logró escapar y contar su drama a la Justicia. Cientos de mujeres están hoy bajo las garras de 47 grupos criminales que controlan clubes de alterne clandestinos en la frontera con EE.UU.

El tráfico de personas es uno de los grandes negocios de los cárteles mexicanos
El tráfico de personas es uno de los grandes negocios de los cárteles mexicanos
Diego Caldentey

Atada, ensangrentada y casi inconsciente, la mujer intenta inhalar con sus últimas fuerzas un aire cargado y espeso que huele a hierro intenso. A sus lados hay jóvenes desnudas que agonizan, encadenadas y exhaustas. En el suelo abunda la sangre encharcada. Y, permanentemente, entran y salen en la escena hombres que violan, ríen y efectúan pequeñas mutilaciones a sus víctimas.

Estas imágenes recorren con frecuencia ahora las noches de Daniela T. (la inicial del apellido es ficticia, para preservar lo más que se pueda su identidad), nicaragüense y treintañera. Hay sonidos de otro tiempo reciente que también deambulan por su habitación (ahora confortable y silenciosa), pero vuelven a tornarla en un infierno a la hora de los recuerdos inevitables.

La historia de esta chica, que vio la luz gracias a una investigación de la publicación VICE, está teniendo repercusiones mundiales. Hay que remontarse a abril de 2008 para comenzar a interpretar el origen del peor calvario que una persona puede experimentar en la vida, si es que sobrevive para contarlo.

Daniela trabajaba como costurera en su país. Cobraba un mísero sueldo para alimentar a su familia (madre y tres hijos). Empujada por la desesperación y la pobreza, aceptó el ofrecimiento de dinero de una conocida, que la invitó a un misterioso cónclave en la frontera entre Nicaragua y Honduras. Allí, supuestamente, unos extraños querían mantener una entrevista con ella para saber si era 'fiable' y podían prestarle ayuda financiera. Le habían dicho que eran prestamistas y usureros y debería devolverles el dinero en cómodas cuotas, con pequeños "intereses".

La recogieron en una furgoneta. Ella, joven, de veintitantos años en su momento, exótica y de rasgos esbeltos, se montó con cierto optimismo rumbo al encuentro. Dentro había otras dos mujeres. Pero el vehículo, en un momento, se detuvo en la carretera. En teoría se había averiado, aunque minutos después salieron de entre la selva hombres armados. Obligaron a las tres mujeres a subir a diversos coches y se despidieron cordialmente del  conductor y acompañante quienes, en verdad, eran cómplices de un secuestro.

En ese mismo momento Daniela pasó a estar secuestrada y a ser víctima de la trata de blancas. Sus captores pertenecían al Cártel de los Zetas, una poderosísima organización criminal mexicana cuyos principales negocios son el tráfico de drogas, la extorsión, el secuestro, el homicidio, el tráfico de personas y el robo de vehículos.

Los delincuentes la sumaron a un grupo de otras 14 mujeres que también habían secuestrado. Viajaron como ganado, silenciadas y aterradas, hasta cruzar la frontera y entrar en México. Su primer destino en cautiverio fue 'El Babilonia', una pocilga remodelada como cabaret y situada en Comitán de Domínguez, la ciudad más antigua del estado de Chiapas, donde debió comenzar a ejercer forzosamente la prostitución.

Posteriormente, al cabo de dos semanas, los integrantes de los Zetas obligaron a las mujeres a marchar con ellos hacia otros puntos. En el trayecto iban dejándolas en manos de otros criminales de la organización, como si fueran souvenirs, en Veracruz y otras localidades. 

Daniela finalmente recaló en Nuevo Laredo, en el municio de Tamaulipas. Su lugar sórdido en el mundo pasó a ser 'El Danash', otro antro controlado por los narcos de Los Zetas. Allí ofrecían a Daniela y a otras mujeres como objetos resistentes a las peores vejaciones sexuales y psicológicas. Sus principales clientes eran acaudalados turistas norteamericanos, que pagaban fortunas para maratones sexuales que duraban semanas enteras, donde sus 'presas' humanas eran torturadas y sometidas a la violencia sexual más enfermiza. Valía todo y la joven, a esa altura ya devenida en una esclava sexual, no podía emitir queja alguna. Su vida, obviamente, estaba en juego.

Pasaron los primeros años.. 2009, 2010, 2011... La familia de la nicaragüense ya había perdido la esperanza de encontrarla con vida. Mientras tanto, en el perdido Nuevo Laredo el día a día de la chica incluía padecer los peores flagelos: quemadura de piernas con fierros calientes incluidos, azotes, bofetadas, violaciones colectivas, tortura de genitales, mutilaciones... En los 'juegos' sádicos también hacían participar a veces a un niño de 12 años, que también era obligado a ofrecerse como sexoservidor.

El 'director de orquesta' de aquella aberración era Salvador Martínez Escobedo, alias 'La Ardilla'. A sus 31 años mandaba en el 'Danash.' Un día de 2010 ordenó la matanza de 72 migrantes centroamericanos en San Fernando, Tamaulipas. Por esa masacre después fue condenado a un penal federal en el estado de Oaxaca, donde hoy cumple prisión.

Tras una pelea interna y una fractura, el Cártel de los 'Golfos', cuyos miembros hacían de lugartenientes de los Zetas, se separaron de ellos y se llevaron a Daniela, que pasó a ser esclava sexual de 'El Viejón', uno de los líderes.

Su 'dueño' perverso la envió además a trabajar a otros clubes de alterne, mientras 'Los Golfos' grababan en vídeo las escenas sexuales más horribles que tuvo que protagonizar en su vida. A esa altura, ya promediaba 2012. Allí comenzó otra 'modalidad' de los sicarios mexicanos. Introducían a sus mujeres secuestradas chips bajo la piel, con microcámaras y micrófonos ocultos para controlar que las cautivas no hablaran con sus clientes sobre su terrible situación.

A compañeras más viejas de Daniela, que ya no servían para el sexo o no eran muy requeridas por los 'clientes', las fusilaban. Los cuerpos después eran arrojados a una jaula en el pueblo de Reynosa. A la práctica demencial se la denominaba 'El barril'. En el cubículo había un león. El animal se comía los cuerpos mientras era filmado por los Golfos. Después pasaban los vídeos a sus cautivas, para aleccionarlas de que no era conveniente escapar. Con una manguera quitaban la sangre que se iba por la tubería y después calcinaban los restos humanos.

Si la muchacha creía haberlo visto todo, se equivocaba. En la frontera de México y Estados Unidos presenció la muerte en primera persona. En una finca grande, algunas mujeres morían porque los clientes norteamericanos más adinerados, que llegaban allí discretamente, las mataban por placer después de torturarlas y abusar de ellas. A Daniela la salvó su 'relación' con 'El Viejón'. Pero una de sus pesadillas recurrentes hoy sucede cuando recuerda lo que ocurría en esa casa: encadenada en una mazmorra precaria, llegó a pasar días enteros amarrada, mientras otras víctimas a su lado no resistían el dolor infligido por los Golfos, que entraban al lugar cuando les apetecía para violarlas. A quienes más gritaban les aplicaban pequeños cortes con navaja en pies y brazos.47 grupos dedicados al negocio de la explotación sexual

En México existen casi medio centenar de grupos criminales dedicados a la trata de personas. Principalmente anidan en Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Tijuana, Reynosa y Matamoros, en la frontera norte. En sus establecimientos se vende drogas y se oferta sexo de pago. La mayoría de grupos delictivos tienen fuertes vínculos con funcionarios de instituciones estatales y federales.

Daniela, después de casi ocho años secuestrada, regresó por orden de sus secuestradores un buen día a Tamaulipas, donde debía ejercer a diario su trabajo: 10 servicios sexuales al día, para después entregarle el dinero a sus captores. A mediados del pasado año, esa tarde consiguió desprenderse de su chip cutáneo y susurró a uno de los moradores del pueblo, vecino al lugar, algo de su infinito drama. Esta persona la metió en el maletero del coche, la llevó hasta la estación de transportes y le pagó el viaje hacia México D.F. Todo en una ráfaga de minutos.

Su 'salvador' también se jugó la vida, pero los capos del Cártel del Golfo nunca sospecharon de quién se trataba, ya que el hombre sigue en el mismo lugar donde nació, en una zona controlada por esos narcos. No ha cambiado sus hábitos de vida ni levantado sospechas, y los criminales piensan que la chica estaba compinchada para escapar con clientes que habían visitado el club de alterne alguna vez, de manera esporádica, y fueron a rescatarla hasta la entrada del pueblo, en un operativo organizado que nunca existió.

En México D.F. la mujer hizo la denuncia. La fiscal Ángela Quiroga, de la Fiscalía Especial para Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas de la Procuraduría General de la República, abrió un expediente judicial que está en marcha. Cada foja contiene el relato pormenorizado de los tormentos de la joven. México, que ha encontrado "elementos sustanciosos y contundentes" que le dan credibilidad y veracidad a la denuncia, le ha concedido a Daniela un visado de residencia humanitario, porque la mujer es incapaz de regresar aún a su lugar de origen, hasta que los psicólogos y psiquiatras reconstruyan lo que puedan de su devastador estado emocional. Recién ahora se conoce parte de la declaración judicial de la chica, que durante meses se mantuvo en la más estricta reserva para proteger su vida.

A la nicaragüense también le quedan cicatrices, escoriaciones y quemaduras en el cuerpo que le acompañarán de por vida. Pero gracias a su valiente relato tal vez comience a desandarse un camino que pueda desbaratar el negocio atroz de los cárteles que, además de con drogas, también lucran con personas como si fueran escoria u objetos... y le dispensan un trato mucho peor que a los animales. Respecto al Cártel del Golfo y de los Zetas, todavía nadie ha sido arrestado por este caso. La Justicia en México es lenta, y más cuando detrás se esconden poderosos intereses. Pero la esperanza es lo último que se pierde... y si no que le pregunten a Daniela, quien durante tantos meses de su vida pensó que jamás iba a vivir para contarlo.

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