"Murderabilia", un cómic salvaje sobre el coleccionismo truculento

  • Pilar Martín.

Pilar Martín.

Madrid, 21 nov.- "¿Hijo, te pasa algo? ¿Estás bien?". Esto fue lo que el padre de Álvaro Ortiz le preguntó al terminar de leer "Murderabilia", su ultima novela gráfica donde aborda una historia salvaje sobre el coleccionismo de objetos relacionados con crímenes, que divierte, intriga y engancha a partes iguales.

Entre risas, y asombrado por la pregunta que le hizo su progenitor, Ortiz se confiesa un "tipo muy normal y muy afable", que llegó a esta historia "por casualidad" al leer algunas informaciones sobre este tipo de coleccionismo que tanto morbo despierta, sobre todo en Estados Unidos.

En "Murderabilia" (Astiberri), este zaragozano (1983) da un giro de tuerca a este extraño coleccionismo y convierte a su protagonista, Malmö Rodríguez, un chico sin empleo y con aspiraciones de escritor, en el encargado de hacerse cargo de dos gatos negros que le llevarán a conocer a un coleccionista de objetos relacionados con asesinatos y todo tipo de atrocidades.

"La fascinación con este tipo de asesinos en serie viene de hace mucho, y hay un montón de gente flipada con ellos, así que llega un punto en que se convierte en algo tan irreal que, aunque se cargaran a 20 personas, parece algo ficticio", cuenta a Efe desde Roma, donde está viviendo tras ganar una beca de cómic de la Real Academia de España.

Aunque se trata de una obra con un basto trabajo de documentación detrás por la vasta descripción de objetos truculentos, Ortiz prefiere dejar en el aire la veracidad de todos los objetos de asesinos que muestra en el libro.

"Es una cosa que ya hice en 'Cenizas' (Astiberri, 2012). Hubo gente que me escribió preguntando indirectamente por el libro del que hablaba en la novela y me decían que no lo encontraban", bromea.

Así que con las dosis de intriga aumentadas por deseo expreso de su autor, "Murderabilia" se convierte en un relato envuelto en un misterio lleno de sangre, al más puro estilo de "La matanza de Texas".

En esta ocasión, Ortiz ha desarrollado la historia en "alrededor de 1.000 viñetas" con una media de 14/15 minutas por página, dato que no logra precisar, porque "no las ha contado", y que convierte a este cómic en una obra de construcción compleja. Una complejidad que, como reconoce, le ha dado "mucho trabajo de diseño".

"Por lo que me dicen, he conseguido que un cómic con tanto texto y tanta viñeta sea de lectura fluida", agrega Ortiz, que por primera vez se "ha arrancado" a dibujar escenas de sexo, aquí entre Mälmo y la propietaria de un motel, una trama importante de esta historia, cuyos derechos ya han sido vendidos por Astiberri a Francia, donde se publicará en 2015.

"Jamás había dibujado nada -añade- ni mínimamente sexual, y me ha dado dolores de cabeza. Pero no era cuestión de obviarlo, y, si lo mostramos todo, lo mostramos todo".

Convertido en un auténtico experto en objetos implicados en crímenes sangrientos, el ilustrador reconoce que, de tener alguno en casa, ése sería un "cuadro de John Wayne Gacy Jr", más conocido como El payaso asesino, un asesino en serie estadounidense que violó y mató a 33 hombres entre 1972 y 1978.

Y, aunque por el momento no cuenta con ninguno en su haber, lo que sí afirma es que, cuando finalizaba el cómic, allá por septiembre, "trabajó con un hacha encima de la mesa". Eso sí, y para "descanso" de su pareja, como bromea, esa herramienta "no tenía ninguna historia truculenta detrás".

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