Tres millones de niños sirios están en la misma situación que Omran

  • Unicef ha pedido a la comunidad internacional la misma empatía con todas las víctimas del conflicto en Siria. 

    La organización humanitaria calcula que 151.000 niños sólo conocen la vida de un refugiado, ya que nacieron de padres que se vieron obligados a abandonar su patria. 

Tres millones de niños sirios están en la misma situación que Omran
Tres millones de niños sirios están en la misma situación que Omran
Ana Domingo

Bombas, asaltos, violaciones de derechos humanos, desabastecimiento... Es el día a día en Siria, una cruel realidad, que dura ya casi cinco años y medio y a la que parece que nos hemos acostumbrado. Sólo, de vez en cuando, llega una imagen para remover conciencias y atraer nuestra mirada de nuevo, recordándonos la dura realidad que viven diariamente millones de personas

Y si esa imagen viene de la mano de un niño el efecto es aún mayor. ¿Quien no se conmueve ante el pequeño Omran? Parece un muñeco ahí sentado, lleno de polvo y sangre, ajeno a las miradas de los periodistas, sin ser consciente de lo que significa la imagen que ofrece, de lo que transmite, de lo que conmueve, de lo que representa.

Pero esta imagen no es excepcional por ser poco frecuente, todo lo contrario. Coincidiendo con el quinto aniversario del conflicto, el pasado 14 de marzo, Unicef publicó un informe para denunciar la situación de las víctimas más vulnerables, los niños. En estos cinco años de guerra han nacido en Siria 3,7 millones de niños, para quienes las bombas, el hambre, la violencia y el miedo son su rutina diaria. 

2,9 millones de esos niños permanecen en Siria mientras que 811.000 están refugiados en los países vecinos. En el caso de más de 151.000 de ellos, nacieron ya como refugiados. Estos datos llevan a la reflexión sobre las consecuencias futuras y el director ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, comentaba al respecto.

"¿Qué vamos a decirles a ellos y a todos los niños de Siria? ¿Que no nos importa si se convierten en una generación perdida, por la falta de educación y de buena salud que les afectará en los próximos años?", se pregunta. "No podemos devolver los preciosos años de infancia arrebatados por esta guerra brutal, pero podemos y debemos evitar que sus futuros también sean robados", reclama, "por ellos y por el futuro de Siria".

Según los datos de UNICEF, más de ocho millones de niños dentro de Siria y en los países vecinos necesitan asistencia. Unos dos millones no tienen acceso regular a la misma y más de 200.000 viven bajo asedio. Desde el año 2013, la ONU no tiene datos verificados sobre el número de víctimas mortales, pero hasta esta fecha estima que más de 10.000 niños habían perdido la vida, 13.500 según el observatorio Sirio de Derechos Humanos. 

"Ningún lugar es seguro para los niños en Siria. La violencia se ha convertido en algo común, golpeando las casas familiares, los patios de recreo, las escuelas, los parques y los lugares de oración", denuncia UNICEF en su informe.

Niños que no tienen futuro dentro de su país pero tampoco fuera. Muchos fallecen en su intento por huir de la guerra, como le ocurrió a Aylan Kurdi. Fue otro de esos momentos en los que una cara, también de un niño, puso imagen a una tragedia. El cuerpo del pequeño de tres años en la orilla de una playa turca también dio la vuelta al mundo.

De la primavera árabe al terror de Estado Islámico

La guerra en Siria comenzó hace cinco años y medio. El detonante, fueron las revueltas a raiz de la denominada 'primavera árabe', en marzo de 2011. Tras los levantamientos populares de Tunez, Egipto y Libia le llegó el turno a Ashar el Asad, cabeza del régimen del partido Baaz.

Los levantamientos se iniciaron tras el arresto y tortura de unos adolescentes que pintaron en la pared de su escuela: “Es tu turno, Doctor”, en referencia a Asad, que es oftalmólogo.

Desde el primer día el régimen sirio luchó contra los manifestantes en la calle, utilizando toda la fuerza y contundencia de su ejército, y en los despachos, recurriendo a todos sus aliados a través de la diplomacia.

Los rebeldes también buscaron apoyo internacional para derrocar al dictador sirio. Arabia Saudí y Qatar colaboraron económicamente con los insurrectos, pero el régimen de Damasco no se quedó atrás y recabó el apoyo de Irán y de los chiies para mantener su régimen autoritario. La guerra civil estaba en marcha.

Los rebeldes siempre defendieron su intención de crear un estado islámico pero moderado, según reconocían algunos de los integrantes de las Brigadas Faruk que participaban en los combates contra el ejército sirio.

Pero las posturas se fueron radicalizando y Estado Islámico aprovechó la situación para tomar posiciones y hacerse con el control de algunos territorios, instaurando un califato en el área que controlaba en Irak y Siria cuya capital es la ciudad siria de Raqqa.

Este punto supuso en 2014 la radicalización del conflicto. Estado Islámico libraba su batalla personal y todos pasaron a ser enemigos: El gobierno sirio, los rebeldes, las fuerzas internacionales, los kurdos...El conflicto se internacionaliza

Esa radicalización llevó a la internacionalización del conflicto. Si bien la mayoría de los países habían defendido sus intereses en la zona de una manera más o menos velada, el terror de Estado Islámico abrió la puerta para la justificación de ataques mucho más violentos.

El objetivo: acabar con el terrorismo yihadista que no sólo sembraban el dolor en Oriente, si no que enviaban a sus mártires a Occidente para sembrar le terror y atentar contra todo un estilo de vida.

En esa nueva situación, países que antes habían mantenido posturas encontradas sobre la situación de Siria pasaron a luchar en el mismo bando, o más bien, contra el mismo enemigo. 

Así, a pesar de las diferencias entre Rusia, partidaria de mantener el gobierno actual en el poder, y Estados Unidos y Europa, que preferían que el dictador abandonara el gobierno para instaurar una democracia, todos unieron sus fuerzas contra Estado Islámico.

Aunque, según denuncian los grupos que trabajan sobre el terreno, Rusia continúa combatiendo contra los grupos rebeldes que quieren apartar a Asad del poder y, gracias a su intervención, ha recuperado posiciones, como el norte de Alepo.

Hoy, Siria es un auténtico campo de batalla en el que se cruzan los intereses. En estos momentos cuatro grupos combaten entre sus fronteras luchando por hacerse con el control. Estado Islámico, Gobierno de Asad, rebeldes y kurdos. Cada uno tiene sus justificaciones, cada uno defiende sus intereses, cada uno utiliza sus armas, sus fuerzas y a sus aliados. Y mientras, millones de sirios han visto como sus vidas han cambiado, y se han visto inmersos en esta situación. Los números de la guerra

El observatorio Sirio de Derechos Humanos, que tiene su sede en Reino Unido contabilizaba, 270.000 víctimas desde que comenzaron los enfrentamientos en 2011. Entre los muertos hay alrededor de 80.000 civiles, incluyendo 13.500 niños. Se teme sin embargo que el número de fallecidos sea mucho mayor, con un número indeterminado de muertos encarcelados por el régimen de Bashar al-Ásad, los rebeldes y los yihadistas.

Algunas ONGs cifran en más de un millón de personas los heridos. No hay lugar seguro, de hecho los hospitales suelen ser objetivo de guerra y se calcula que se han destruido unos 177 hospitales y han matado a cerca de 700 trabajadores sanitarios desde 2011.

En enero, Estados Unidos hablaba de 13,5 millones de desplazados. En Siria vivían antes de la guerra 23 millones de personas. Save the Children habla de 250.000 niños que viven asediados y tienen que comer pienso para animales y hojas para sobrevivir. En total son unos 480.000 las personas que viven en estado de sitio, según el alto comisionado para Derechos Humanos de la ONU.

Unos 4,7 millones de sirios han huído a los países conlindantes. "es la mayor población de refugiados por un conflicto en una generación", según dijo en 2015 Antonio Guterres, el entonces jefe de la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR). La mayoría de los refugiados se ha asentado en Turquía, donde hay más de 2,7 millones, según ACNUR. 

Los refugiados se enfrentan a la pobreza, problemas de salud y tensiones con las comunidades locales. Muchos viven en campamentos con tiendas de campaña y se enfrentan a dificultades para integrarse.

Los expertos dicen que el conflicto ha hecho retroceder a la economía siria tres décadas, con casi todos los ingresos desaparecidos y la mayoría de las infraestructuras destruidas. Los sistemas educativos y sanitarios están en ruinas. Las exportaciones han caído en un 90% desde 2011, según fuentes oficiales, y sobre el país pesan varias sanciones internacionales. Según el ministerio del Petróleo, las pérdidas directas o indirectas en ese mercado y el gasístico ascienden a 52.000 millones de euros. Siria vive prácticamente sin luz, con el 83% de la iluminación que ya no funciona, según distintas ONG's.

Unas dramáticos datos a los que ponen cara todos los días en Siria niños como Omran.

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