Legorreta, un "Praemium Imperiale" defensor de la arquitectura para la gente

  • El arquitecto Ricardo Legorreta, el primer mexicano galardonado con el prestigioso "Praemium Imperiale" de Japón, aseguró hoy en Tokio que tragedias como la de marzo en el país asiático deben dar pie a una nueva arquitectura que "haga a la gente feliz".

Andrés Sánchez Braun

Tokio, 18 oct.- El arquitecto Ricardo Legorreta, el primer mexicano galardonado con el prestigioso "Praemium Imperiale" de Japón, aseguró hoy en Tokio que tragedias como la de marzo en el país asiático deben dar pie a una nueva arquitectura que "haga a la gente feliz".

En una rueda de prensa previa a la entrega de los galardones, que tendrá lugar mañana en la capital nipona, Legorreta expresó también su admiración por las "profundas raíces culturales" que tanto México como Japón conservan en la era de la globalización.

Los "Praemium Imperiale" son el reconocimiento más prestigioso del país asiático en el terreno de las artes y este año recayeron, además de en Legorreta, en el director de orquesta japonés Seiji Ozawa, la actriz británica Judi Dench, el videoartista estadounidense Bill Viola y el escultor británico de origen indio Anish Kapoor.

Al igual que hicieron Viola y Kapoor en sus respectivas intervenciones, el autor del célebre Hotel Camino Real de México D.F. elogió en su alocución la singularidad de la cultura japonesa.

"Debo haber venido a Japón unas doce veces y cada vez que lo hago descubro algo nuevo", explicó más tarde en un encuentro a puerta cerrada con Efe y algunos medios nipones.

Uno de esos viajes que mencionó el arquitecto, en espléndida forma a sus 80 años, fue para proyectar el que es su único trabajo hasta la fecha en el archipiélago, una casa en la localidad de Zushi, al sur de Tokio.

"Creo que esa casa es la demostración de que dos culturas tan lejanas, pero con raíces tan fuertes, pueden respetarse y convivir", explicó Legorreta.

Durante el encuentro, el arquitecto mexicano lamentó la tragedia del 11 de marzo en Japón, y consideró que el momento actual "constituye una oportunidad increíble" para hacer feliz a los habitantes del noreste del país a través de nueva arquitectura.

"El terremoto de México en 1985 hizo reaccionar con pasión a los arquitectos del país, y creo que con esa actitud te vuelves mejor", matizó, antes de considerar que la perfección no reside en "el edificio más caro o el edificio más alto".

"Tenemos que hacer casas y edificios que hagan a la gente feliz, más que para que salgan en las revistas, porque la arquitectura es social", remató.

Legorreta recordó cómo empezó a descubrir de niño estas cualidades que atribuye a su profesión, cuando recorrió buena parte de México, y especialmente la región central de El Bajío, en compañía de su padre.

"En uno de estos pueblos le pregunté a un hombre por qué había hecho una ventana en un tabique concreto y me respondió: 'Estuve estudiando la trayectoria del sol y me di cuenta de que si abría una ventana en ese lugar, la luz matutina inundaría la mesa a la hora del desayuno'", evocó el arquitecto.

"Fue durante esos viajes cuando descubrí que el espacio, el uso de la luz, el uso del agua y el uso del color son lo más básico de la arquitectura, por encima del simple hecho de construir", explicó.

El mexicano también quiso recordar a su hijo, Víctor, con quien trabaja desde hace años en su estudio, "del cual no sale aprobado absolutamente nada a menos que los dos estemos de acuerdo".

La relación entre padre e hijo es tan estrecha, señaló Legorreta, que la ponencia que los galardonados deben ofrecer en Tokio el próximo jueves tras recoger los premios será en realidad una conversación entre ambos, en lugar de un discurso propiamente dicho.

"Japón ha desarrollado una buena arquitectura en muchos niveles, porque la arquitectura aquí pertenece a la vida diaria", opinó también Legorreta, que destacó la figura de compañeros de profesión nipones como Tadao Ando o Fumihiko Maki.

Aunque indicó que las ciudades le resultan "más inspiradoras" que un edificio por sí solo, elogió el trabajo de otros arquitectos como el brasileño Oscar Niemeyer, "quien ha roto todas las reglas y sigue trabajando a sus 102 años", o el estadounidense I.M. Pei, "que no solo es un gran diseñador, sino que sabe cómo se construye".

Tampoco se olvidó de su paisano y gran referente Luis Barragán (1902-1988), y de las conversaciones, "más filosóficas y humanísticas que arquitectónicas", que ambos solían mantener. EFE

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