Así se vive en la isla de Nauru, el Guántanamo de Australia

  • La isla de Nauru alberga uno de los centros fuera de su territorio en los que Australia encierra a demandantes de asilo que llegan en barco al país.

    Con una superficie de 22 km2 y a 3.000 km de distancia de Australia, los detenidos en este centro no tienen conocimiento de cuánto tiempo estarán encerrados bajo condiciones infrahumanas. 

Pocos conocen de su existencia y de las atrocidades que se cometen en el interior de este centro de acogida que saca los colores al gobierno de Melbourne. Nauru, apodado el Guantánamo australiano, es un infierno en vida de solo 22 kilómetros cuadrados.

Desde hace años, un microisla, que pertenece a Micronesia, es el centro de detención más inhumano de Australia. Situado a 3.000 kilómetros de distancia de Melbourne, el gobierno australiano envía a quienes intentan llegar al país por el mar.

La existencia de este Guantánamo australiano, denunciado por Acnur y Amnistía Internacional, es de nuevo noticia tras la filtración de más de 2.000 informes sobre incidentes que han ocurrido en el interior de esta cárcel, especialmente dura para los menores por las extremas condiciones en las que viven los refugiados.

Un vídeo, publicado por The Guardian, recoge los dramáticos testimonios de dos jóvenes. Se trata de un joven iraní de 18 años y una joven birmana,de 13 años,  que pertenece a los Rohingya, una minoría brutalmente perseguida en el país.

La joven iraní explica que huyó de su país  por motivos políticos "Mi familia era  perseguida por el gobierno de Teherán". La otra joven dice que huyó para evitar que la violasen delante de sus padres. Las dos están atrapadas en la isla. 

Solo queremos libertad y educación”, señalan, pero  “ahora, estamos en Nauru”, a miles de kilómetros del país al que quería llegar.

“Es como un prisión. Vivimos encarcelados en una isla”, describe la iraní. “Cuando llueve, todo se inunda. Hay cucarachas, ratones. Hace mucho calor durante el día y no hay nada que podamos hacer durante toda la jornada”, explican las dos jóvenes. “Hay mucha seguridad, son nuestros carceleros”, concluyen.

Las imágenes de este campo reflejan un infierno. Consiste en tiendas de campaña de plástico a pleno sol y vallado para impedir que nadie salga de allí. "En muchos aspectos, esto es peor que una cárcel: al menos, en una cárcel sabes por qué te han encerrado y cuánto tiempo de condena te queda por cumplir. Y, tarde o temprano, existe la posibilidad de salir", asegura otro refugiado a Amnistía Internacional.

Acoso sexual y agresiones 

Los informes, publicados The Guardian, son un compendio de relatos de terror donde se describen agresiones, abusos sexuales a niños y mujeres y constantes autolesiones e intentos de suicidio. Fueron escritos entre mayo de 2013 y octubre de 2015 por empleados de las empresas que administran dichos centros. Entre los papeles se describen numerosos casos de acoso sexual, en especial contra jóvenes internas, perpetrados por guardias de seguridad, otros internos o ciudadanos locales.

Quienes más sufren las agresiones aquí son los niños: un 51,3 por ciento del total de 2.116 informes involucran a menores, cuando estos apenas representan el 18 por ciento de los detenidos.

A los relatos de niños amenazadas y agredidos físicamente por los guardias se le suman casos de agresiones sexuales. Los informes cuentan desde cómo un guardia supuestamente agarra a un chico y le amenaza con matarlo cuando salga del centro hasta cómo los guardias aparentemente abofetean a los niños en la cara.

En septiembre de 2014 un profesor contó que una joven ayudante de aula había pedido tomar una ducha de cuatro minutos en vez de una de dos. "Su petición fue aceptada a cambio de favores sexuales. Es un agente de seguridad. Ella no declaró si esto sucedió o no. El agente de seguridad quiere ver a un niño o a una niña tomando una ducha".

Algunos informes contienen angustiosos ejemplos de niños traumatizados. Según un documento de septiembre de 2014, una niña se cosió los labios. Un guardia la vio y empezó a reírse de ella.

La solución Pacífica de Australia 

La isla de Nauru, donde apenas viven 10.000 personas, forma parte desde 2001 de la Solución Pacífica de Australia, impulsada por  el primer ministro John Howard, para hacer frente a la migración.

Allí envía cualquier persona que intente llegar por mar al país. Legalmente, la estancia en estos centros para solicitantes de asilo de cualquier edad y condición es indefinida. Es decir, los detenidos en estos centros no tienen conocimiento de cuánto tiempo seguirán encerrados con las consecuencias mentales y de salud que ello supone.

Debido a las condiciones pésimas en el lugar, el gobierno cerró el centro en 2009, pero volvió a reabrirse en 2012 por la gran afluencia de refugiados que huían de paises como Siria, Afganistán e Irak.

Según el el último recuento oficial, 442 personas (338 hombres, 55 mujeres y 49 niños) continúan detenidas en el centro de internamiento de Nauru. Pero no es el único con el que cuenta Australia en ultramar. En la isla de Manus en Papúa Nueva Guinea, se mantiene detenidas a 854 personas, en este caso todos son hombres. 

La existencias de estos centros, convertidos en cárceles al aire libre así como la restrictivas medidas contras los solicitantes de asilo han hecho que la ONU critique en repetidas ocasiones los abusos del gobierno. Precisamente, este miércoles Australia ha anunciado el cierre del campo en la isla de Manus. Un pequeño paso, pero insuficiente.

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