Replantear la forma de trabajar, la tarea del siglo en Japón

"Contratado de por vida y explotable a voluntad". Este es el contrato tácito entre los empresarios japoneses y sus asalariados fijos, un sistema poco productivo y que parece haber llegado al límite pero que ningún gobierno ha conseguido reformar.

Replantearse la manera de trabajar, como preconiza el primer ministro Shinzo Abe, es arremeter contra el estatuto de "salaryman", el clásico oficinista nipón vestido con traje oscuro y camisa blanca que dedica mucho más tiempo a su empresa que a sus allegados.

"Los trabajadores de cuello blanco japoneses son, como los de cuello azul, retribuidos en función de las horas que pasan en su puesto", explica Shigeyuki Jo, consultante de recursos humanos y exasalariado del grupo informático Fujitsu.

El respeto a la jerarquía es tal que un empleado "difícilmente puede marcharse si su superior directo está todavía en la oficina", sin contar con que las horas extras le aportan un plus de sueldo bienvenido.

"La misión asignada a cada uno está mal definida y cuando ha terminado una tarea se le encomienda otra. Es interminable. El contrato es un cheque en blanco para los empleadores", señala Naohiro Yashiro, de la Universidad Showa.

Desde la generación de la posguerra, el valor de un "salaryman" es proporcional a su capacidad de permanecer largas horas en su puesto de trabajo, la contrapartida de la garantía del empleo.

Casi imposibles de despedir en épocas de escasa actividad (la ley es estricta), los asalariados fijos están protegidos pero se les explota para limitar las contrataciones, opina Yashiro.

La duración legal del trabajo en Japón es de 40 horas semanales, a las que se pueden sumar hasta 45 horas extras o más cuando hay un acuerdo de empresa.

"Es posible hacer trabajar a un asalariado siete días a la semana, tanto de día como de noche, sin infringir la ley", asegura Shigeyuki Jo. Según él, "el 60% de las empresas que cotizan en bolsa tienen asalariados que cruzan la línea roja de riesgo de muerte por exceso de trabajo (karoshi)".

Además, en general se toman menos de la mitad de las vacaciones pagadas.

Cuando una joven empleada de la agencia de publicidad Dentsu se suicidó el año pasado después de haber hecho hasta 130 horas extras mensuales, un profesor universitario no dudó en calificar de "penoso" lo que consideró como una falta de resistencia al esfuerzo.

"El cálculo 'tiempo de presencia = calidad del trabajo' desembocó en concentrar la mano de obra en hombres con el mismo perfil, capaces de trabajar duro sin derrumbarse", dijo recientemente en una conferencia Yoshie Komuro, presidente ejecutivo de la empresa Work Life Balance, que asesora a numerosas organizaciones.

"Es un sistema centrado en el macho fuerte; y la mujer ama de casa es el complemento esencial para el equilibrio familiar", más importante que el bienestar individual, confirma Jo.

Aunque el número de empleados con un estatuto precario (cuya posición no es más envidiable porque nadie los protege) aumenta, también perdura el esquema tradicional de la contratación masiva de recién licenciados con el mismo salario inicial que se incrementa gradualmente con la antigüedad. Todo ello bajo los auspicios de la patronal Keidanren, que define las fechas de las "campañas de contratación" como se abre la veda de la caza.

"Todos comen en la misma olla toda su vida y mantienen un sistema improductivo", lamenta desde hace años Takeshi Natsuno, profesor de la Universidad Keio.

Aunque haya que darse en cuerpo y alma, ser seleccionado por una empresa de primer plano sigue siendo el sueño de muchos, como Hiroki G., de 23 años, estudiante en la prestigiosa Universidad de Tokio, el mejor trampolín para lograrlo.

"Sé que no tendré que contar las horas pero quiero poner en práctica lo que aprendo", cuenta este joven que luce ya el traje requerido.

En la actualidad, como la mano de obra escasea y la inmigración no es la opción privilegiada, el gobierno apela a las mujeres. Pero para que puedan aceptar hay que cambiar la forma en que trabajan los hombres, resume Shinzo Abe.

"Por ahora, sin embargo, la patronal y los sindicatos (que se ocupan casi únicamente de negociar los salarios y primas de los empleados fijos) están globalmente de acuerdo para preservar el esquema actual", deploró Jo.

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