Silencio y selfis en la ciudad China que acoge el G20

Un silencio sepulcral reinaba el domingo cerca del lago del Oeste de Hangzhou, donde las autoridades chinas desplegaron un impresionante operativo de seguridad para la cumbre del G20.

La multitud de turistas que por lo general se agolpa en las orillas de este lago que ha inspirado a poetas y pintores chinos durante siglos estaba ausente este domingo. La circulación fue cerrada en las calles aledañas.

Los únicos que podían circular eran los vehículos de policía y las caravanas de lujosos coches oficiales de delegaciones extranjeras.

Un puñado de residentes aprovecharon esta insólita escena para tomarse selfis en las calles vacías.

Árboles con luz artificial decoraban las calles de esta ciudad del este de China, que fueron acicaladas para recibir a los líderes de los países más poderosos del mundo.

Más de dos millones de personas, de una población de nueve millones, abandonaron la ciudad, aprovechando las vacaciones pagadas que las empresas locales tuvieron que dar a sus empleados, bajo orden de las autoridades, en ocasión del G20, según medios estatales.

La mayoría viajó a Huangshan, una cordillera en una provincia vecina, después de que las autoridades les ofrecieran excursiones gratuitas, según la prensa local.

Asimismo, a los residentes más acaudalados que viven en apartamentos cercanos a la sede del G20 se les ofreció incentivos financieros para que abandonaran temporalmente sus hogares.

Pero al parecer el trato no fue el mismo para la importante población de trabajadores migrantes de Hangzhou. Muchos afirman que las autoridades les ordenaron cerrar sus negocios, sin ninguna compensación.

"Nos ordenaron cerrar nuestro restaurante, así que hemos vuelto a mi ciudad natal, en Sichuan", dijo una mujer de apellido Zhou, contactada por la AFP por teléfono. "Estábamos perdiendo dinero", lamentó.

"Al principio nos dijeron que iban a darnos una compensación, pero nunca la recibimos", añadió.

Las medidas de seguridad son por lo general muy estrictas durante las cumbres del G20, donde sea que se desarrollen, ya que atraen a manifestantes que buscan una audiencia global para sus causas.

Desde diciembre, las autoridades chinas han movilizado a un millón de personas como "voluntarios" para la cumbre, según medios estatales.

Muchos de ellos, a los que se identifica por un brazalete rojo, estaban parados o sentados en las calles en Hangzhou, al parecer con poco que hacer.

Un policía impidió que un periodista de la AFP tomara fotos de unos guardias y varios voluntarios dijeron que necesitaban autorización para hablar con los medios extranjeros.

"Trabajo para una empresa pública que organizó este trabajo voluntario", contó una de estas trabajadoras, de apellido Wang, que estaba sentada en un taburete cerca de una parada de autobús.

"Mi trabajo es cerciorarme que las personas que se bajan del autobús no lleven objetos peligrosos, como cuchillos", agregó.

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