Francia semiparalizada por las huelgas contra la reforma laboral

Las huelgas en Francia contra un proyecto de reforma laboral del gobierno socialista se extendieron el jueves a las centrales nucleares, provocando perturbaciones en el aprovisionamiento de gasolina y en los transportes.

En el octavo día de movilización, la policía francesa se enfrentó a encapuchados durante una gran manifestación de protesta contra la reforma laboral en París, después de que algunos asistentes empezaran a romper vitrinas y dañaran vehículos a su paso.

Activistas sindicales bloquearon varios puentes mientras que conductores de trenes y controladores aéreos cesaron en gran parte su actividad.

La parálisis creciente del país se produce a dos semanas de la inauguración de la Eurocopa de Fútbol, el 10 de junio, día en que los sindicatos han llamado a la huelga a los empleados del metro.

Aunque algunos bloqueos en depósitos de combustible y refinerías en el norte del país fueron anulados, muchos motoristas seguían atascados en largas filas en las gasolineras.

Un hombre que participaba en uno de los bloqueos tuvo que ser hospitalizado después de que embistiera una barrera creada por activistas en el exterior de la refinería de Fos-sur-Mer (sur).

La novena jornada de movilización general, una concentración única en París, se llevará a cabo el 14 de junio, cuatro días después del inicio del torneo.

El primer ministro Manuel Valls, admitió el jueves la posibilidad de "cambios" o "mejoras" en el proyecto de ley y anunció que recibiría el sábado a representantes "del sector petrolero", aunque volvió a descartar sin embargo el retiro del polémico texto.

Según el gobierno, la ley dará mayor flexibilidad a las empresas para luchar contra el desempleo mientras que sus detractores consideran que aumentará la precariedad laboral y critican en particular su artículo 2, que da primacía a los acuerdos de empresa sobre las negociaciones por ramas profesionales.

Valls afirmó que ese artículo "no se modificará" y el presidente François Hollande respaldó su determinación en declaraciones desde Japón, donde participa en la cumbre del G7.

El primer ministro cargó contra la "irresponsabilidad" de la central sindical CGT, principal instigadora de las protestas: "No se puede bloquear un país, no se puede atacar los intereses económicos de Francia de esa forma", afirmó ante el parlamento.

El bloqueo de refinerías y depósitos de petróleo obligó al gobierno a echar mano de sus reservas estratégicas de carburante. El Estado ya había utilizado el miércoles tres de los 115 días de reservas disponibles.

"Haremos todo lo necesario para garantizar el aprovisionamiento de los franceses y de la economía", declaró el presidente Hollande.

Cinco de las ocho refinerías de petróleo permanecían bloqueadas o funcionaban muy por debajo de su capacidad de entrega, después de que las fuerzas de seguridad dispersaran por la mañana a los activistas que bloqueaban uno de ellos.

Largas colas se forman desde hace días frente a las gasolineras, que en muchos casos racionan la distribución. Los depósitos de casi un quinto de las estaciones de servicio están secos o casi vacíos y una popular aplicación para teléfonos celulares indica dónde queda algún grifo disponible.

La contestación escaló un nuevo peldaño el jueves, con el voto favorable a la huelga en las 19 centrales nucleares, que aseguran el 75% del aprovisionamiento eléctrico del país.

Por su parte, el organismo gestor de la red nacional de electricidad, RTE, afirmó por su lado que "la oferta de producción disponible (...) alcanza para cubrir las necesidades eléctricas del país".

El movimiento de protesta provoca asimismo perturbaciones en los transportes.

La compañía ferroviaria SNCF registró desde el miércoles su quinta huelga desde marzo.

La Dirección General de la Aviación Civil (DGAC) recomendó a las compañías que reduzcan un 15% sus vuelos este jueves hacia el aeropuerto parisino de Orly.

Viviane, una jubilada de 66 años que esperaba llenar el tanque en Allier (centro), compara la agitación actual con las dos semanas de huelgas y manifestaciones masivas que en 1968 tuvieron en vilo a la Francia de Charles de Gaulle.

"Me acuerdo de Mayo del 68 y puedo decirle que la escasez no es ninguna broma y que estoy tomando precauciones", afirmó la automovilista.

Pierre Jara, un técnico de televisión por cable, de 40 años, aguardaba su turno en una gasolinera cerca de la capital.

"Estoy con los sindicatos, pero aun así esto me fastidia", dijo a la AFP.

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