Descubren restos fòsiles del primer escarabajo terrestre de la Antártida

Descubren restos fòsiles del primer escarabajo terrestre de la Antártida
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EUROPA PRESS
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Además, es también el segundo escarabajo de la fauna de insectos antárticos con descendientes vivos. La nueva especie, que por ahora es también el único representante de un nuevo género, se conoce comúnmente como Escarabajo Antártico de la Tundra de Ball. Los científicos Allan Ashworth, de la Universidad Estatal de Dakota del Norte, y Terry Erwin, de la Smithsonian Institution, publicaron sus hallazgos en la revista de acceso abierto ZooKeys.

La fauna de insectos en la Antártida es tan pobre que en la actualidad se compone de sólo tres especies de mosquitos no voladores, uno de los cuales probablemente ha sido introducido desde la isla subantártica de Georgia del Sur. La ausencia de biodiversidad se considera como resultado de la falta de humedad, vegetación y bajas temperaturas.

Después de su estudio, los autores concluyen que el escarabajo debió haber habitado los bancos de arena y grava de vegetación escasa de un arroyo alimentado con agua de fusión que alguna vez fue parte de una llanura en la cabeza de un fiordo en las montañas transantárticas. Las plantas asociadas con el escarabajo extinguido son el haya del sur, el ranúnculo, las esteras de musgo y las plantas de cojín, típicas de un ecosistema de tundra. Las especies pueden o no haber podido volar.

Los parientes modernos más cercanos a las especies extintas viven en América del Sur, las Islas Malvinas, Georgia del Sur, Tasmania y Australia.

El seguimiento del linaje antiguo de este grupo de escarabajos, conocido como la tribu del escarabajo Carabid Trechini, confirma que una vez estuvieron ampliamente distribuidos en Gondwana, el supercontinente que unió lo que hoy conocemos como Antártida, Sudamérica, África, Madagascar, Australia, La Península Arábiga y el Subcontinente Indio. El Escarabajo Antártico de la Tundra de Ball es también una prueba de que incluso después de que Gondwana se rompió, el ecosistema de la tundra perseveró en la Antártida durante millones de años.

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