La Antártida, escenario de hazañas históricas y un laboratorio excepcional

  • La Antártida, el arisco y helado continente que ha inspirado algunas de las hazañas más heroicas de la historia, es también un inmenso laboratorio natural en el que cada año científicos de todo el mundo estudian, fundamentalmente, los efectos del cambio climático en el resto del planeta.

Madrid, 1 dic.- La Antártida, el arisco y helado continente que ha inspirado algunas de las hazañas más heroicas de la historia, es también un inmenso laboratorio natural en el que cada año científicos de todo el mundo estudian, fundamentalmente, los efectos del cambio climático en el resto del planeta.

El 98 por ciento de su territorio (unas 28 veces el tamaño de España), está cubierto por una espesa capa de hielo que constituye el 75 % de las reservas de agua dulce no contaminada del planeta, y cuyo análisis permite saber cómo era el clima en el pasado.

Este enclave natural desempeña una función crucial en la regulación general del clima de la Tierra, y cualquier cambio allí puede afectar al resto del planeta; por eso, más de setenta bases científicas miden constantemente la turbiedad atmosférica, el estado de la capa de ozono, la flora y la fauna, los fenómenos volcánicos, o la energía eólica del continente.

La necesidad de preservar este importante espacio natural hizo que el 1 de diciembre de 1959 una docena de países firmaran el Tratado Antártico, "un convenio internacional que rige las actividades que se pueden desarrollar en este lugar", ha explicado a Efe Andrés Barbosa, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Actualmente, unos 50 países han suscrito este Tratado al que España se adhirió en 1982, primero de modo presencial, y desde 1988, gracias a su destacada labor investigadora, como miembro de pleno derecho (con voz y voto).

Desde entonces, la ciencia española lleva más de 25 años de intenso trabajo en las dos bases nacionales de la Antártida: la Gabriel de Castilla y la Juan Carlos I, situadas en las islas Livinston y Decepción.

Además, los científicos disponen del buque de investigación oceanográfica Hespérides, que desde su botadura en 1990 sólo ha faltado a una campaña antártica, la de 2010, cuando participó en la expedición Malaspina que dio la vuelta al mundo para recoger datos.

"Ahora mismo, de hecho, el Hespérides está en Punta Arenas, un puerto del extremo sur de Chile desde el que en los próximos días zarpará rumbo a la nueva 28 campaña Antártica", ha destacado Barbosa.

La campaña durará tres meses (de diciembre a finales de febrero), y volverá así a la "normalidad" después de que los recortes presupuestarios de los últimos años obligasen a limitar el trabajo.

"El año pasado, por primera vez en la historia de la investigación Antártica española, no hubo ningún barco. El Hespérides no zarpó y los investigadores viajaron en buques argentinos y chilenos; además, las bases sólo se abrieron tres semanas, en vez de tres meses. Fue el peor año para la investigación", ha lamentado.

Para Barbosa, que ha participado en varias campañas estudiando a las poblaciones de pingüinos como indicador del cambio climático, la Antártida despierta interés por las proezas humanas de las que ha sido testigo, "algunas tan épicas como el viaje de Scott, que llegó al Polo Sur días después que el explorador noruego Roald Amundsen, y en cuyo viaje de regreso falleció junto a todo su equipo".

Desde el punto de vista científico, "la Antártida es única". "Es el motor del clima del planeta. Todos los procesos climáticos tienen su origen en su corriente termohalina, responsable de buena parte del clima del planeta".

"Conocer estos procesos es importante para predecir qué está pasando en otras partes del planeta" y en esa labor los investigadores españoles estamos a un nivel equiparable al de otros países como Estados Unidos o Reino Unido que "cuentan con mayores presupuestos".

La investigación española en la Antártida "empezó tarde pero es buena" y abarca prácticamente todos los campos", observaciones geodésicas y geotérmicas y el seguimiento de la actividad volcánica, análisis del impacto ambiental en contaminantes orgánicos, estudio de las comunidades microbianas de virus, bacterias, protozoos, algas musgos y líquenes, mediciones de la variación del nivel del mar y de la morfología de la costa, estudios de flora y fauna...

Pero además, reconoce este investigador, trabajar en la Antártida implica "una parte personal, un cierto gusto por la aventura" que hace la mayor parte de los investigadores y los técnicos que van allí acaben repitiendo, "pese a las duras condiciones, climáticas y personales", reconoce. EFE

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(infografía) (Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Cód: 1479457 y otros)

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