Isla Margarita, el paraíso venezolano a la deriva que refleja un país desolado

  • Durante décadas fue uno de los destinos turísticos por excelencia de Latinoamérica, pero por la crisis del país se han suspendido el 50% de vuelos y el turismo ha caído un 35%.

    Los hoteles de cinco estrellas no pueden suministrar toallas, papel higiénico y tampoco alimentos básicos. Sus piscinas desiertas y con agua turbia son postales de la debacle. 

Los propietarios de los hoteles en Isla Margarita, junto con los vecinos, hacen filas infinitas cada mañana para intentar adquirir alimentos.
Los propietarios de los hoteles en Isla Margarita, junto con los vecinos, hacen filas infinitas cada mañana para intentar adquirir alimentos.
Diego Caldentey

En el Caribe venezolano, durante decenas de años las playas sublimes de Isla Margarita brillaron con luz propia. Tierra soñada y deseada por latinoamericanos y canadienses acaudalados y europeos de bolsillos holgados y cómodas vidas, este archipiélago llegó a ser uno de los cinco balnearios más elegidos por turistas extranjeros en todo el continente donde está situado. Sin embargo, hoy se ha transformado en el espejo más lapidario y certero del caos y la desolación que imperan en Venezuela.

No podía ser de otra manera, y tarde o temprano el terremoto económico y social que estremece a Venezuela se iba a apoderar del que alguna vez fue uno de los paraísos turísticos por excelencia. El 50 por ciento de los vuelos hacia este punto se han cancelado. Sus hoteles de cinco estrellas no pueden ya ni garantizar los servicios básicos a los visitante ni tampoco insumos esenciales como toallas, papel higiénico y productos de higiene personal. Por todos estos motivos, la Cámara de turismo local estima que la ocupación hotelera cayó a 35% en apenas un año.

Las fallas recurrentes en el servicio de agua, los frecuentes cortes eléctricos y una severa escasez de bienes básicos han provocado una ausencia considerable de turistas. A la hora de buscar información en las agencias de viaje del extranjero, éstas se encargan de advertir ahora que los establecimientos hosteleros de la isla no garantizar la cobertura de servicios esenciales a sus huéspedes.

Recibir agua por las tuberías de estos hoteles, cada dos semanas, es un lujo de unos pocos afortunados. Por eso las piscinas de la mayoría de los establecimientos ofrecen postales decadentes que definen como pocas cosas la hecatombe del país: aguas estancadas, turbias y verdosas en las gigantescas piscinas, grietas en su estructura y, principalmente, vacío y silencio, porque nadie se pasea por las instalaciones.

Algunos de los hoteles ni siquiera pueden ofrecer alimentos a sus cada vez más escasos clientes. En las calles, en tanto, los margariteños que allí residen miran resignados cómo las arterias principales del municipio ofrecen pequeños 'cráteres' y pozos desde hace tiempo, porque nadie repara el asfalto. Decenas de semáforos siguen sin arreglar y los carteles con la señalización turística de los sitios recomendados lucen oxidados y desvencijados.Doble calvario

Por otra lado, además de la disminución alarmante de turistas extranjeros, los dueños de los hoteles sufren un doble calvario. También han perdido un número impresionante de huéspedes internos, procedentes de otras ciudades venezolanas. Y no solo por la crisis económica que estremece a los hogares venezolanos. También porque el Gobierno ha suspendido abruptamente todo tipo de ayudas y subsidios al turismo, además de planes vacacionales financiados por diversos ministerios e instituciones estatales que ahora ya no existen.

El hotel Balcones de Tacarigua, uno de los más conocidos de la isla, subsiste hoy con un puñado de huéspedes. Es uno de los tantos ejemplos del terrible escenario. En la conserjería de la entrada se advierte a los clientes deben traer su papel higiénico, jabón y toallas debido a la escasez de productos. Además, este lugar hace casi un año suspendió las comidas.

Precisamente, casi todos han erradicado este servicio, y mucho menos ofertan aquellos menús del 'todo incluido' de las épocas doradas. Quienes explotan los hoteles deben además soportar cada mañana, bajo un sol sofocante, largas horas en filas eternas para tratar de adquirir pan y leche para ofrecerles a sus huéspedes. .

El panorama para los habitantes de Margarita es apocalíptico, ya que la isla vive esencialmente de la actividad turística. La Cámara de Turismo local exhibe otros datos infernales: hasta no hace mucho tiempo, cerca del 40% de los turistas que recibía la isla eran del exterior (especialmente europeos), pero en la actualidad esa proporción se redujo a casi 4%.

Hay otras situaciones que 'hablan' por sí solas. El hotel Venetur Margarita, quizás el más lujoso de la isla, ha estado administrado por años por la cadena Hilton. Pero después pasó a manos del Estado en 2009. Recientemente, los problemas con el servicio de agua obligaron a colocar en los baños del lobby un gran recipiente para que los visitantes se lavaran las manos con la ayuda de un envase plástico.

En otros hoteles, por los grifos y las duchas sale agua salada. Mientras tanto, los comerciantes de la isla dicen que nunca en la historia habían vivido una situación como la actual. La isla luce casi desierta y todo parece indicar que, de ese golpe, ya nunca más podrán reponerse.

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