Maduro roza la tiranía al negar el poder del Parlamento en su discurso anual

  • El Presidente decidió presentar las cuentas al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ignorando a la Asamblea Nacional.

    Al despreciar al poder legislativo elegido en las urnas, el líder bolivariano inicia una peligrosa deriva hacia la dictadura.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, durante su mensaje anual, que rindió en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, durante su mensaje anual, que rindió en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ)
M.G.
M.G.

El presidente de la República Bolivariana de Venezuela cumplió el 10 de enero cuatro años en el cargo, y sigue ahondando en su búsqueda de la tiranía, cayendo en vicios que se creían superados en la América del siglo XXI.

Lejos de escuchar el hambre de su pueblo, el deseo de mayores libertades democráticas y la oposición de representantes electos, Nicolás Maduro Moros anunció este domingo la renovación de sus poderes de control económico ante la grave crisis que traviesa el país.

En una maniobra cuasi dictatorial, Maduro decidió presentar las cuentas al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), ignorando a la Asamblea Nacional. Al despreciar de esa forma al poder legislativo elegido en las urnas, el presidente de Venezuela inicia una peligrosa deriva hacia la dictadura. 

De sus opositores, que hace una semana le declaraban en abandono de cargo, una categoría recogida en la Carta Magna del país, Maduro se limitó a despreciarlos al justificar el haber acudido al TSJ:  "Estoy aquí ejerciendo activa y cabalmente todas mis funciones constitucionales, dado que tenemos una Asamblea Nacional, en manos de la oligarquía, en desacato".

Cinco horas deleitó a sus seguidores Maduro durante la "sesión especial" en la sede judicial, de lo que debía ser su Discurso Anual. Pero en todo ese tiempo al líder bolivariano no encontró espacio para la autocrítica, y sí para su encendido verbo:

Maduro admitió que la caída de los ingresos llevó al país a una situación económica "difícil y compleja" que aún sufre, pero señaló que a pesar de ello se dio un "milagro de Dios, milagro de la revolución", ya que no se cerraron colegios ni se recortaron empleos públicos.

En España se diría que Maduro no tiene abuela, por la sucesión de piropos que reservó para su gestión y su hercúlea oposición a su enemigo imaginario, una categoría que él va adjudicando a diferentes países, corrientes y fantasmas, según le va interesando.

"¡Con mucha humildad le digo al mundo que ningún otro gobierno habría podido superar este ataque feroz de la derecha imperial!", reza el texto escrito por el Presidente junto a su foto durante el discurso. Un fuera de la Ley

Julio Borges, jefe de la Asamblea Nacional, llegó a la sede legislativa junto a diputados opositores y quiso recordar que es allí donde la ley marca que debe rendir el informe anual el Presidente. No haberlo hecho, dijo, ratifica que "Maduro está fuera de la Constitución.

Según recoge SEMANA, en dos ocasiones el nuevo presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Julio Borges, calificó al gobierno de dictadura en su primer discurso como jefe del Parlamento el pasado 5 de enero.

Para Borges "el punto de inflexión es el voto". Asegura que ignorar un Parlamento elegido por 14 millones de venezolanos, impedir el referéndum revocatorio que contempla la Carta Magna y la no realización de las elecciones regionales pautadas por ley para diciembre pasado ha superado todo lo imaginable.

El propio presidente Nicolás Maduro tiene asumido el aroma que desprende su forma de gobernar Venezuela desde el Palacio de Miraflores, y lo admitió ya en febrero de 2014: "Me llamarán dictador, y no me importa".

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