“Cherchez la femme”: o la estrategia de Macron para conquistar a Merkel

  • Macron deberá buscar y encontrar a la “femme” si quiere que Francia no tenga problemas con sus presupuestos, ni graves sanciones con sus incumplimientos con el déficit.

    Macron deberá hacer encaje de bolillos para agradar a la presidenta alemana sin perder autoridad y crédito en su país. Y Merkel igual.

Hollande arropa a Macron durante la celebración del 72 Aniversario de la victoria sobre sobre la Alemania nazi
Hollande arropa a Macron durante la celebración del 72 Aniversario de la victoria sobre sobre la Alemania nazi
José Luis Roig

¡¡Cherchez la femme!! Exclaman los franceses cuando quieren descubrir la clave o razón última de un asunto importante. Superado el eventual peligro de Marine Le Pen, la única “femme” sustancial que nos queda en Europa que pinte algo sigue siendo fräulein Merkel. Una Merkel que ve pasar el tiempo y los amigos con entereza alemana.

Primero fue Obama, y ahora François Hollande, sus dos mejores aliados, que se van en retirada, y la dejan sola. Bueno, tampoco tan sola, tiene al fiel escudero Rajoy, para lo que precise mandar, y ahora a un nuevo chico en la “oficina” francesa: Emmanuel Macron.

Macron es nuevo, no hay duda de ello. Pero Macron sabrá cómo negociar con una dama alemana mayor que él en años pero más joven que su mujer. Qué importa la edad si los intereses son verdaderos. A pesar de ello, no creo que el nuevo presidente de Francia llegue al nivel de “entrega” de Hollande. Cuando fue nombrado con la primera persona que se entrevistó fue con Merkel. Ahora que se ha ido, lo último que ha hecho Hollande es visitar Berlín para despedirse y cenar con Merkel. ¡Cherchez la femme!

Y a fe que Macron deberá buscar y encontrar a la “femme” si quiere que Francia no tenga problemas con sus presupuestos, ni graves sanciones con sus incumplimientos con el déficit fiscal. A pesar de esta atracción fatal pero necesaria, los franceses no ven con buenos ojos ese entreguismo. Una cosa es cuidar y mimar las relaciones del eje franco-alemán y otra es que Merkel sea la que decida sobre Francia. Macron deberá hacer encaje de bolillos para agradar a la presidenta alemana sin perder autoridad y crédito en su país, sobre todo cuando tiene unas transcendentales elecciones el próximo mes de junio.

Lo mismo le sucede a Angela Merkel. El 24 de septiembre tiene una cita electoral que le puede dar su cuarto mandato, si no comete grandes errores hasta entonces, de ahí que no se pueda permitir ningún arrumaco de complicidad ni guiño financiero con los países del sur, si no quiere que sus fríos compatriotas se lo hagan pagar en septiembre.

De todos modos, Macrón y Merkel están condenados a amarse, quise decir a entenderse. Con discreción, sin levantar sospechas, el eje franco-alemán debe seguir estrechando lazos como ha hecho en los últimos cinco años. Las reformas de Europa, el terrorismo, Siria, el Brexit, etc. lo recomiendan y lo exigen. La UE no puede permitirse el lujo de que los populismos estilo Le Pen y su temido “Frexit” puedan recuperar oxigeno y poner de nuevo en peligro el futuro de Europa.

Macron deberá desplegar sus encantos y habilidades para convivir en armonía con las exigencias alemanas y la, a priori, inamovible posición de Merkel. La situación de Francia, con un papel menos influyente, y la actitud de sus antecesores, tampoco se lo ponen fácil y hacen prever que ambas potencias seguirán el mismo rumbo. Merkel y Macron deberán amarse con discreción pero sin poner en peligro los intereses de una Europa que les necesita más unidos que nunca.

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