A la India le hace falta algo más que un misil para retar a China

  • El exitoso lanzamiento de un misil que permitiría a la India golpear a Pekín con una bomba nuclear es el último capítulo de la carrera armamentística de Asia. Y una señal para los chinos de que en la India "no se van a quedar de brazos cruzados".

India y Pakistán prueban con éxito sendos misiles nucleares
India y Pakistán prueban con éxito sendos misiles nucleares
Jason Overdorf, Nueva Delhi (India) | GlobalPost

El lanzamiento exitoso realizado la semana pasada en la India de un misil balístico de largo alcance que le permitiría golpear a Pekín con una ojiva nuclear ha sido la última señal de la carrera de la escalada armamentística de Asia. Y un potencial cambio de juego en las relaciones entre India y China.

Pero los expertos dicen que su significado, en ambos sentidos, ha sido muy exagerado en las informaciones de los medios alarmistas y nacionalistas.

"Se trata de un programa en curso", ha dicho Sumit Ganguly, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Indiana. "(En el terreno diplomático) es una especie de señal para los chinos de que nosotros no vamos a quedarnos de brazos cruzados: vamos a desarrollar nuestras propias capacidades y una disuasión creíble".

Durante la última década, la India ha tratado de desarrollar abiertamente misiles capaces de llegar a China, que ha apuntado a India con armas nucleares desde la década de 1980.

Y el 11 de noviembre, la prueba del Agni IV –capaz de atacar objetivos tan distantes como a 2.100 millas (3.379 km) de distancia - significa que el lanzamiento de la semana pasada del Agni V, con un alcance de 3.000 millas (4828 km), podría no ser una gran sorpresa para Pekín o para cualquier otro poder regional de Asia.

"La India no ha convertido en ningún secreto su programa de desarrollo de misiles" ha declarado el ex secretario de Relaciones Exteriores indio Kanwal Sibal, remarcando los incrementos experimentados progresivamente en la última década con el Agni I (720 millas, 1158 km), el Agni II (1.500 millas, 2414 km), el Agni III (2.100 millas, 3.379 km) y el Agni IV (también 2.100 millas, 3.379 km pero con mayor precisión).

Tampoco el nuevo misil - que llevará al menos cinco años antes de que pueda ser desplegado - marca una escalada en la militarización de Asia.

Pekín ya posee ya misiles balísticos intercontinentales (ICBM). La gama adicional no representa una amenaza real para las otras naciones de la región, o para Pakistán.

E incluso con la nueva capacidad, tanto en términos de su arsenal nuclear como de sus fuerzas armadas convencionales, la India sigue estando muy por detrás de China - cuyo gasto militar derrochador está orientado a coincidir con el poderío de EEUU.

"China ya está muy por delante de nosotros", dice Kanwal Sibal, un ex secretario de Relaciones Exteriores de la India. "No tenemos ninguna intención de igualar sus capacidades en todos los campos. No vamos a acelerar nuestros programas. Como ya he dicho, estamos adquiriendo una capacidad de disuasión creíble que nos ha faltado hasta ahora".

El impacto de la disuasión

El poder nuclear, o incluso el militar, está sobrevalorado como un ecualizador. Con muchas menos tropas y misiles menos poderosos, Pakistán ofrece a sus vecinos más dolores de cabeza que la India, y, posiblemente, extorsiona para un mejor tratamiento.

¿La razón? Al igual que un perro pequeño rabioso es más aterrador que uno grande y plácido, es más probable que muerda Islamabad a que lo haga Nueva Delhi.

En ese contexto, el impacto de la disuasión "creíble" en las relaciones India-China podría ser limitado, incluso aunque la Organización para Investigación y Desarrollo de Defensa de la India (DRDO), que tiene fama de ser poco fidedigna, tenga éxito en el despliegue del Agni V en los próximos años.

Eso es porque aunque el superior poderío militar de China ha sido siempre la clave de la relación entre los dos países, es la imprevisibilidad de Pekín y una mayor disposición a sacudir el sable lo que ha mantenido a la India en una posición temerosa y reactiva.

En pocas palabras: Ambos países tienen una doctrina de no usar primero con respecto a las armas nucleares y no van a atacar a la otra con las fuerzas convencionales, pero sólo Pekín está absolutamente seguro de esa verdad fundamental.

Sin embargo, la capacidad de India para atacar a China con armas nucleares es probable que impulse algún progreso de un "acuerdo mutuo de no agresión" como el que firmó Pekín con Moscú y EEUU en la década de 1990.

Y algunos expertos sugieren que la nueva disuasión de la India puede aumentar la confianza de Nueva Delhi en la negociación de temas difíciles, como la disputa fronteriza de larga duración con Pekín sobre partes de Cachemira y de Arunachal Pradesh.

"El Agni V indicará la paridad teórica, lo que hará ganar a la India más respetabilidad en términos de la resolución de disputas sobre el territorio, donde anteriormente China estaba negociando desde una posición más fuerte", apunta Srikanth Kondapalli, profesor de estudios chinos en la Universidad Jawaharlal Nehru.

¿Un doble rasero en la proliferación?

Coincidentemente, la prueba con éxito del Agni V vino seguida muy de cerca por el intento fallido de Corea del Norte de su cohete Unha-3 a principios de este mes - que llevó al portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, a declarar el jueves que "el historial de la India está en marcado contraste con el de Corea del Norte"

Pero no es razonable sugerir que la débil respuesta de Washington a la prueba de la India suponga en modo alguno desautorizar su condena de Pyongyang.

Los sectores del lobby de no proliferación siguen insistiendo en que el pacto nuclear de India y Estados Unidos permitió a la India una "vía libre" a pesar de la continua negativa de Nueva Delhi a firmar el tratado de no proliferación.

Sin embargo, Washington fue manifiestamente correcto al establecer una distinción clara entre la India y Corea del Norte – donde tanto las acciones como los objetivos declarados de las dos naciones eliminan cualquier problema de un doble rasero.

"Se trata de uno de los últimos reductos de sociedades totalitarias que quedan en la tierra", dice Ganguly de la Universidad de Indiana. "La otra, aún con sus defectos, es una democracia".

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