El tercer debate televisado de la campaña electoral en Reino Unido tuvo un gran vencedor, David Cameron. El líder conservador castigó a sus oponentes, el actual primer ministro Gordon Brown y el liberalNick Clegg, con un baño de realidad aplastante. Ninguno de los dos candidatos se sintió a gusto en ningún momento y Cameron se erigió como la figura más sólida en este último encuentro antes de las votaciones.
Tal y como se esperaba, Cameron se sintió demasiado cómodo en un cara a cara dedicado fundamentalmente a la economía del Reino Unido. En cambio, Brown perdió su última oportunidad para seducir al electorado, algo despegado de su imagen durante los dos primeros debates. Además, el 'premier' debía resarcirse de su metedura de pata del miércoles con una anciana británica, a la que calificó de "intolerante" a micrófono abierto. Brown volvió a perecer en el intento.
Mientras, Clegg no pudo confirmar su tendencia ascendente, que lo había convertido en la gran sorpresa de esta campaña y los comicios, aunque las encuestas posteriores al debate siguen situando en su mayoría a Gordon Brown en tercera posición. Durante los primeros dos encuentros frente a las cámaras, el líder liberaldemócrata demostró frescura e inteligencia para 'colarse' dentro del debate electoral británico.
Tras la demostración de fuerza de Cameron y de debilidad de Brown, su papel de "el tercero en discordia" -que en la mayoría de los sondeos ha pasado al segundo puesto- puede ser decisivo para los laboristas, pues para mantenerse en el poder -si los resultados electorales se mantienen similares a los sondeos- la formación de Brown necesitaría pactar con Clegg.
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