EEUU: la guerra después de la guerra se libra en casa

  • Cerca de 2.000 soldados han perdido su propia guerra después de servir al Ejército de EEUU. Lejos del campo de batalla, ya en casa, han escogido una forma drástica de acabar con sus fantasmas: el suicidio.
EEUU culmina su retirada de Irak tras nueve años de guerra
EEUU culmina su retirada de Irak tras nueve años de guerra
Michael Moran | GlobalPost

Mientras las guerras en Irak y Afganistán se van apagando, el Ejército de EEUU sigue inmerso en lo que parece una batalla perdida: la lucha contra un creciente número de suicidios entre soldados activos y veteranos.

Estadísticas de veteranos de las guerras de Irak y Afganistán obtenidas en 2011 por un periódico de San Francisco revelan que más de 2.200 soldados han muerto en el plazo de dos años después de dejar el servicio, y cerca de la mitad de ellos han estado a tratamiento por estrés post traumático y otras enfermedades mentales con origen en esos combates.

Altos cargos militares admiten que durante los últimos años han muerto por su propia mano más veteranos estadounidenses de las guerras de Irak y Afganistán que por contacto con el enemigo.

Como consecuencia de guerras anteriores, el estigma asociado a los suicidios condujo a los militares a quitarle importancia al problema, especialmente en las filas del Ejército y de los Marines, en donde los intensos combates a menudo acabaron pasando la mayor factura psicológica.

Si bien se sigue luchando para prevenir tales tragedias, ahora al menos se están tomando pasos para abordar el tema.

Uno de los escasos estudios independientes sobre este problema, realizado por el Centro para la Nueva Seguridad Americana, un grupo de análisis con sede en Washington, alaba al Ejército por diseñar programas de alerta temprana que pueden haber evitado que el número de muertes haya sido aún mayor.


Peter Chiarelli, un general de cuatro estrellas que ha visto sobradas guerras, dirigió los programas para evitar suicidios militares hasta retirarse hace unas semanas como segundo en el escalafón del Ejército de EEUU.

En 1972, cuando Chiarelli era teniente segundo, los militares estaban comenzando a asumir el difícil proceso de liberarse, tanto psicológica como físicamente, de la guerra de Vietnam.

Ahora, 40 años más tarde, el Ejército estadounidense vuelve a estar consumido por acontecimientos complejos y frustrantes, esta vez en Irak, de donde salió el mes pasado, y Afganistán, de donde espera irse en 2014.

Chiarelli ha pasado sus últimos dos años de servicio atendiendo a soldados con heridas psicológicas por los múltiples acontecimientos y la cruda realidad de las "guerras del 11 S", supervisando el Programa de Prevención de Suicidios del Ejército, una iniciativa para detectar a soldados en peligro y concienciar sobre el estrés post traumático (PTSD por sus siglas en inglés).

Conocí a Chiarelli el año pasado en la conmemoración oficial en Washington D.C. del décimo aniversario de los ataques del 11 S. El general participó en un debate sobre capacidad de resistencia.

Aunque todo el mundo quería centrar el debate en las torres y los primeros que acudieron al lugar y murieron ese día hace una década, Chiarelli intentó ir más allá.

"Una de las cosas que van a poner a prueba nuestro temple es nuestra capacidad para poner el foco en las heridas cuando terminan las guerras", dijo.

Chiarelli lideró la Primera División de Caballería del Ejército durante dos sangrientos despliegues en Irak, perdiendo a unos 635 soldados. El general ha dedicado sus últimos dos años de uniforme a eliminar el estigma de la factura psicológica de la guerra, el PTSD.

Pero no se ha producido ninguna mejora en los índices de suicidios casi epidémicos que hay desde que comenzaron las guerras del 11 S.

Las estadísticas de 2011 difundidas el mes pasado indican que el Ejército y la Guardia Nacional y la Reserva perdieron 164 soldados en activo por suicidio, frente a los 159 de 2010 y 162 en 2009. Eso no incluye suicidios de miembros en activo de la Marina, los Marines y la Fuerza Aérea.

Grupos de veteranos dicen que los suicidios entre quienes han dejado el Ejército suman otros 200 muertos al año, dependiendo de la manera en que se clasifiquen esas tragedias.

Durante cinco años, comenzando a partir de 2005, un militar en activo se ha suicidado cada 36 horas, según un informe del Centro de Nueva Seguridad Americana.

El informe señala que los suicidios en el Ejército de EEUU han aumentado de manera progresiva desde 2004, y que en los Marines la tasa creció entre 2006 y 2009, aunque disminuyó ligeramente en 2010.

Y si bien señala que es "imposible", dada la falta de datos, determinar el número de veteranos que se han suicidado, el informe dice que el Departamento de Asuntos de Veteranos calcula que un veterano se quita la vida cada 80 minutos.

La dificultad de contabilizar exactamente y clasificar a quienes se matan después de dejar la vida militar es inmensa, y mucho más relacionar las causas con el combate.

Cifras obtenidas por Veteranos a favor del Sentido Común, un grupo de defensa de los derechos de soldados de combate, indican que la incidencia del suicidio es mucho más probable entre quienes son desplegados en zonas de guerra, entre quienes se les ha detectado PTSD y también entre quienes se divorcian mientras están en el extranjero o abusan de las drogas y el alcohol.

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