El único lugar que no inundó el huracán Sandy: la cámara acorazada donde guarda la mayor reserva de oro del planeta

    • Las más de 8.000 toneladas de oro depositadas en la caja fuerte del banco de la Reserva Federal de Manhattan se encuentran a 25 metros bajo tierra, 15 bajo el nivel del mar.

    • El sistema de cerrado hermético de la cámara funciona como un corcho de una botella que impide que nada, ni siquiera el agua, entre o salga de estancia donde se encuentra el oro.

Sandy golpeó la semana pasada Nueva York con toda su rabia. Este huracán, que llegó a alcanzar categoría dos y que llegó a la Gran Manzana acompañado de vientos de 120 km/h, fuertes lluvias e inundaciones, ha pasado a la historia como el primer fenómeno climatológico en paralizar la bolsa y los mercados financieros durante dos días consecutivos en sus casi dos siglos de vida.

Las aguas del río Hudson crecieron más de cuatro metros y anegaron casi la totalidad del bajo Manhattan. Las todopoderosas entidades financieras de Wall Street, capaces de poner, quitar y dictar políticas a los gobiernos de medio mundo, pudieron con la fuerza de Sandy y se vieron obligadas a cerrar sus oficinas.

Tras el paso del huracán, la planta baja de la pomposa sede del Citigroup en el número 111 de Wall St. parecía una piscina olímpica. De hecho, la entidad ha anunciado que el edificio permanecerá fuera de servicio 'durante varias semanas'. Tampoco las oficinas de JPMorgan Chase o Bank of America escaparon de la fuerza del agua y los apagones.

Sin embargo, hay un lugar en Manhattan que no ha sufrido daños durante la 'tormenta perfecta'. A pesar de estar situada menos de medio kilómetro de la zona más castigada por Sandy, ni una sola gota de agua se ha colado en la cámara acorazada en la que el banco de la Reserva Federal de Nueva York guarda la mayor reserva de oro del planeta.

Allí se custodian celosamente nada menos que 8.273 toneladas de oro en lingotes de 12,5 kilogramos cada uno, aproximadamente el 25% del metal precioso en manos de los gobiernos de países de todo el orbe.

Una de las principales razones por las que no es inundó es porque esta particular cámara del tesoro está ya sumergida. Sus 122 compartimentos se encuentran a 25 metros bajo tierra, 15 bajo el nivel del mar, y en un subsuelo de piedra que forma un sellado casi hermético.

Además, su minucioso sistema de seguridad, formado por cámara y sensores de movimiento, tampoco sucumbió a la explosión en la central eléctrica de la compañía Con Edison que dejó sin luz a casi un millón de personas en la zona baja de la Gran Manzana.

Obsesión por la seguridad

Hollywood ha fantaseado en numerosas ocasiones con el que sería 'el mayor robo de la historia' en películas como 'Jungla de cristal: La Venganza'. Y es que, con la onza de oro por encima de los 1.300 euros, en las entrañas del banco de la Reserva Federal de Nueva York descansan aproximadamente 350.000 millones de euros en metal precioso. Un botín demasiado jugoso como para dejar cualquier aspecto de la seguridad al azar o los caprichos de la naturaleza.

En el búnker de piedra que cobijan más de 600.000 lingotes de oro tiene una única puerta de acceso, un estrecho corredor de 3 metros de largo creado en el centro de un gran cilindro de acero macizo de 90 toneladas que gira sobre sí mismo para permitir o bloquear el acceso a la cámara.

Ese cilindro forma parte de un gran marco de acero de 140 toneladas de peso, que protege el acceso a las tres plantas de la cámara, cuyas paredes están revestidas de hormigón armado. Al girar 90 grados ese gran cilindro el corredor se alinea con los orificios del marco para permitir la entrada a un búnker que 'jamás nadie ha intentado robar', según los responsables del banco.

Para garantizar el hermetismo, una vez bloqueado el acceso, el cilindro se desliza ligeramente hacia abajo para taponar el marco, como si se tratara del corcho de una botella, y luego unos grandes 'clavos' recogidos en el marco entran en sus correspondientes agujeros en el cilindro a modo de cerrojos.

Sólo tres personas de sendos departamentos del banco (Auditoría, Servicios de Cámara y Custodia) conocen las correspondientes contraseñas necesarias para abrir el enrejado. Además, la entidad cuenta con su propio ejército de guardas de seguridad que han recibido un entrenamiento de élite, capaces de sellar el banco en menos de 25 segundos ante un eventual ataque.

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Roberto Arnaz
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