Gotan Project, diez años de alquimia entre tango y sonidos electrónicos

  • El grupo Gotan Project cumple hoy diez años de alquimia entre tango y música electrónica, aupado en la ola de celebridad a la que accedió con su primer álbum, "La revancha del tango" (2001) y de la que ya no ha vuelto a bajarse tras dos nuevos discos y cerca de medio millar de conciertos en vivo.

Mario Roehrich

París, 22 oct.- El grupo Gotan Project cumple hoy diez años de alquimia entre tango y música electrónica, aupado en la ola de celebridad a la que accedió con su primer álbum, "La revancha del tango" (2001) y de la que ya no ha vuelto a bajarse tras dos nuevos discos y cerca de medio millar de conciertos en vivo.

"Al principio pensábamos: ¿A qué 'tanguero' le va a gustar esto? ¡Vamos a tener mucho rechazo!", confiesa a Efe Eduardo Makaroff, uno de los tres fundadores del aclamado grupo.

Pero el guitarrista argentino recuerda que, "al contrario", los amantes del tango "salieron entonces a bailar al ritmo de los 'beats' electrónicos".

Antes que los tangueros habían sido los disc-jockey quienes habían llevado a las pistas de baile sus ritmos originales y versiones como "Vuelvo al sur", en los que la formación musical promueve un encuentro "inédito" entre el tango y las nuevas tecnologías.

Más de 2,5 millones de álbumes vendidos (1,5 millones de copias del primero) certifican el éxito de un grupo que, al igual que su música, nació del encuentro entre el guitarrista argentino y dos músicos de electrónica, el suizo Christoph H. Müeller y el francés Phillipe Cohen Solal.

Gotan Project consiguió que en las pistas de las discotecas los jóvenes volvieran a bailar tango, una danza que habían "dejado de lado" en detrimento de otros ritmos como el rock and roll.

Aunque se les ha calificado a menudo como los herederos de Astor Piazzola, el músico argentino que con su experimentación "elevó el tango unos escalones más arriba", los integrantes de Gotan Project rehúsan que se les tilde de "neopiazzolistas" ya que "sería como compararse con Mozart, Beethoven, The Beatles o (Tom) Jobim", agrega.

"Nosotros solo somos tres flacos que nos encontramos en París" con un propósito común, aseguró Makaroff, que cree que Piazzola fue "un genio" que dio ejemplo de "cómo no tener miedo" a la experimentación musical.

Así, Gotan Project reivindica otras fuentes de inspiración, como Anibal Troilo, Osvaldo Pugliese, Horacio Salgán, Roberto Goyeneche o el mítico Carlos Gardel.

El trío, convertido con el paso de los años en octeto, no se conformó con fusionar dos géneros, sino que ha ido añadiendo a la coctelera consonancias de blues, jazz, country o dub jamaicano, fieles a su idea de "confrontar" esa música con otros estilos y obligarlos a dialogar.

Pese a ello, el grupo no considera que su iniciativa haya salvado al tango, porque éste es "una música extraordinaria que revive por sí misma y que dio la vuelta al mundo varias veces desde comienzos del siglo XX".

Makaroff, de 57 años, que se define como un "activista del tango", explica que la universalidad de la música que erigió a Gardel se debe a su "gran nivel emocional y sentimental que llega a oídos de la gente", lo que le ha valido tener variantes "francesas, turcas, finlandesas o alemanas".

Para demostrar que las posibilidades de adaptación del tango no tienen límites, la productora de Gotan Project, Ya Basta, estrena este mes "La revancha en cumbia", una versión del álbum que los catapultó a la fama, esta vez al son de la cumbia argentina y firmada por los principales pinchadiscos de ese género pegadizo.

Para escuchar el cuarto álbum de estudio del grupo, tras su estreno, "Lunático" (2006) y "Tango 3.0" (2010), habrá que esperar todavía, afirma el guitarra que confiesa que "no existe nada definido" sobre su trabajo futuro.

"En teoría podría ser dentro de poco, pero es un misterio", dejó caer el argentino, aunque el recopilatorio "The Best of Gotan Project" llegará al mercado el próximo 14 de noviembre.

Mientras, los fans podrán seguir a su grupo en vivo, una de las facetas predilectas de sus integrantes.

Makaroff no oculta su debilidad por tocar en su Buenos Aires natal, donde en su última gira vivió uno de los conciertos que recuerda con más cariño y también nerviosismo.

"Allá todo el mundo lo entiende todo, las referencias, o cuando un bandoneonista es bueno o malo", indica.

En la capital porteña cobra sentido el lunfardo, una jerga nacida en la capital argentina, o el "vesre", idioma que invierte las sílabas de las palabras y del que nace el nombre del grupo, y dse desvela así el mensaje cifrado que la banda transporta por el mundo.

Mostrar comentarios