La justicia en Sri Lanka depende de la India

  • El Gobierno de Sri Lanka pretende borrar parte de su historia para ocultar presuntas violaciones de derechos humanos durante la guerra civil. Que se ponga en marcha depende de la voluntad de China, EEUU y sobre todo, la vecina India.
Sri Lanka pone fin al estado de excepción instaurado durante la guerra civil
Sri Lanka pone fin al estado de excepción instaurado durante la guerra civil
Jason Overdorf, Nueva Delhi (India) | GlobalPost

Los esfuerzos del Gobierno de Sri Lanka para borrar de la historia los meses finales de su guerra de 25 años contra los separatistas tamiles se han topado esos días con un obstáculo, al criticar duramente las organizaciones humanitarias el informe de una investigación interna realizada sobre supuestas violaciones de derechos humanos y posibles crímenes de guerra, que califican de intento de lavado de cara.

Ahora, la lucha por lograr la claridad, y también la justicia, depende en parte de la India.

La Comisión de la Reconciliación y las Lecciones Aprendidas (LLRC por sus siglas en inglés) del Gobierno de Sri Lanka publicó el 16 de diciembre un informe sobre los últimos meses de la guerra civil. Sin embargo, pese a las esperanzas del Gobierno de que la evaluación interna pondría fin a las peticiones de una investigación internacional, Human Rights Watch ha identificado "serias carencias" en el informe de 388 páginas.

Lo más preocupante es que la LLR exculpa a las fuerzas gubernamentales de las supuestas violaciones de las leyes de la guerra, denuncia HRW.

"El modo en que se acabó la guerra en Sri Lanka no se debe de convertir en un ejemplo positivo que copien otros gobiernos", asegura Alan Keenan, director de proyecto en Sri Lanka del International Crisis Group. "Una de las principales ventajas de una investigación internacional es que expondría de un modo creíble lo tremendamente destructivo que fue ese planteamiento".

El hecho de que esa investigación se pueda producir depende en buena parte ahora de la disposición de Nueva Delhi a enfrentarse a Pekín, que bloquea acciones multilaterales sobre derechos humanos.

La evaluación del LLRC es probable que no guste ni a EEUU ni a la India, que han exigido una hoja de ruta clara para establecer la culpabilidad de las violaciones de los derechos humanos cometidos durante la guerra.

En el informe "no se solicita ninguna persecución judicial específica", comenta Brad Adams, director para Asia de Human Rights Watch. "No trata el tema de los bombardeos indiscriminados. Tampoco dicen si algún alto cargo ha tenido responsabilidad alguna. En realidad es mucho menos de lo que nos esperábamos. Pensamos que intentarían hacer algo más para eludir la posibilidad de una investigación internacional".

El Panel de Expertos del secretario general de la ONU concluyó en abril que tanto las fuerzas gubernamentales como los separatistas Tigres de Liberación del Eelam Tamil realizaron operaciones militares "con un desprecio flagrante hacia la protección, derechos, bienestar y vidas de los civiles, sin respetar las normas de las leyes internacionales".

Si bien la LLRC tira por la borda las afirmaciones gubernamentales que sostenían que los militares no habían matado a civiles, la comisión no ha investigado o ha quitado importancia a los bombardeos a civiles con artillería pesada, la violencia sexual y las ejecuciones de rebeldes que intentaron rendirse.

Este intento de lavado de cara no ha sido por supuesto una gran sorpresa. Tanto antes como después de que los militares pusieran fin a la guerra civil (en la que según la ONU han muerto decenas de miles de civiles) la atmósfera represiva que se respira en Sri Lanka hace que sea difícil hablar contra el Gobierno, según el International Crisis Group.

Pero predecible o no, los numerosos fallos del informe de la LLRC subraya la necesidad de la investigación internacional que pidieron los expertos de la ONU, indican las organizaciones humanitarias.

"El desafío es para EEUU, y especialmente para la India, para que hallen el coraje político necesario para investigar estas atrocidades", dice Adams, de HRW.

De hecho, es un caso importante para poner a prueba la nueva era de la política exterior China, que compite con EEUU para obtener más influencia.

El creciente poder militar y económico de China ya ha obstaculizado acciones multilaterales de derechos humanos, en general lideradas por EEUU y Europa.

En los últimos meses de la guerra civil en Sri Lanka, el continuo apoyo de China al Gobierno frenó un intento de bloqueo armamentístico por parte de Occidente. Y tras el fin del conflicto, Pekín junto con Moscú han frenado en el Consejo de Seguridad de la ONU los intentos para realizar una investigación internacional.

La nueva implicación de China supone que "gobiernos que de otro modo estarían dispuestos a presionar a Sri Lanka en asuntos de responsabilidad [por actos de guerra] pero también por otros temas relacionados con su gestión como violaciones de derechos humanos y el declive de los estándares democráticos en Sri Lanka, ahora pueden ser más reacios a hacerlo".

Implicado en proyectos para construir un enorme puerto, una autopista, una planta energética de carbón y un aeropuerto internacional en la isla, China se ha convertido en el principal donante de ayuda bilateral de Sri Lanka, comprometiéndose en junio a aportar 1.500 millones de dólares de los 6.000 millones que costará el plan de reconstrucción del país.

La generosidad de Pekín ha hecho que a las tradicionales fuerzas en la región (como EEUU y Japón) les resulte difícil ejercer presión sobre sus autoridades.

Pero los problemas de la India son más inmediatos. Nueva Delhi percibe los movimientos de Pekín en el Océano Índico como una estrategia de "perlas encadenadas", destinada a rodear a la India de potenciales lanzaderas de fuerza naval y militar.

 

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