La popularidad de los demócratas se mantiene pero no les garantiza la victoria

    • Un nuevo índice de Gallup revela que, pese a la baja popularidad de Barack Obama, el Partido Demócrata de EEUU supera en 10 puntos de aprobación al Republicano a día de hoy.
    • Ambas formaciones, en todo caso, suspenden para los estadounidenses, que van en camino de otorgar las notas más bajas a los partidos en un año de elecciones, según la encuestadora.
GOP Campaigns Prepare In State Ahead Iowa Caucus
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El descontento de los ciudadanos con los dos grandes partidos de EEUU ha vuelto a hacerse patente tras la publicación de un nuevo índice de la encuestadora Gallup en el que tanto demócratas como republicanos suspenden apenas siete meses antes de las elecciones legislativas de noviembre.

El Partido Demócrata, no obstante, se mantiene por encima con 10 puntos de ventaja respecto al Republicano: mientras que los conservadores cosechan un escaso 34% de popularidad -más alto, eso sí, que su mínimo histórico del 28% alcanzado en octubre de 2013 durante el cierre del gobierno federal-, la formación a la que pertenece Barack Obama ha logrado mantener su nota desde junio del año pasado.

Tanto demócratas como republicanos podrían cerrar 2014 recibiendo la aprobación más baja de la serie histórica en un año electoral. De hecho, y según concreta Gallup, hace casi una década que los estadounidenses no otorgan una calificación más favorable que desfavorable a ambas formaciones.

En un momento en el que la popularidad de Obama apenas ha remontado hasta un 44% tras tocar fondo, sorprende que sus filas sigan recibiendo un apoyo tan claro. Desde Gallup, sin embargo, advierten de que la aprobación general no es una sentencia cerrada, ya que ha habido hasta cuatro ocasiones en las que el partido menos popular ha salido victorioso en una cita electoral.

Fue el caso del expresidente George W. Bush en el año 2000, cuando el republicano llegó al Despacho Oval pese a que el Partido Demócrata era más popular -un 57% frente a un 52%-.

Ese mismo año, de hecho, el Senado se repartió de forma muy ajustada entre conservadores y liberales, alcanzando un empate técnico de asientos. En la legislatura anterior había ocurrido exactamente lo contrario: con los mismos porcentajes de aprobación, Bill Clinton fue reelegido, pese a que el Congreso siguió en manos de los republicanos.

En las legislativas de 2002, y pese a cosechar una aprobación idéntica -del 56%-, el Partido Republicano arrebató el Senado a los demócratas y reforzó su presencia en la Cámara Baja. Dos años después, Bush volvería a ser reelegido como presidente cuando su partido era ligeramente más impopular que el Demócrata -52% frente a 51%-.

Algo similar ha sucedido en los últimos años: en 2010, los demócratas seguían superando en popularidad a los republicanos, pero éstos últimos recuperaron el Congreso. 'Contradecir' las estadísticas no es siempre la tónica general -la euforia que provocó Obama en 2008 se reflejó en las urnas durante las presidenciales y las legislativas-, pero demuestra que una aprobación superior no implica tener la batalla electoral ganada.

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