La Primavera Árabe da paso al desolador invierno del yihadismo

    • La capital del califato del Estado Islámico se sitúa en Siria y ya operan a orillas del Mediterráneo desde la ciudad de Derna en la costa de Libia.
    • Al Qaeda se ha servido del desgobierno en Yemen para establecer un nuevo santuario más allá de las zonas tribales del norte de Pakistán.
La Plaza Tahrir fue el epicentro mundial de la Primavera Árabe
La Plaza Tahrir fue el epicentro mundial de la Primavera Árabe
Andrés Torres

Mientras las sociedades se levantaban contra vetustos dictadores, se sucedían los enfrentamientos civiles y un ingenuo Occidente aplaudía la denominada Primavera Árabe ésta ha acabado por dar paso al más desolador de los inviernos donde el califato del terror del Estado Islámico campa a sus anchas en numerosos estados descabezados, ingobernables, sacudidos por la violencia y el más atroz de los extremismos.

Este mismo martes los yihadistas han contestado a los bombardeos de Egipto sobre la ciudad de Derna, bastión del EI en la vecina Libia, en represalia por la brutal decapitación de 21 coptos el pasado domingo, con un nuevo secuestro de 35 egipcios, la mayoría trabajadores agrícolas. Hoy El Cairo exige a Occidente que intervenga en Libia contra la nueva sucursal del califato, tal y como ha hecho ya desde el aíre la coalición internacional liderada por EEUU en Siria e Irak.La plaza Tahrir, epicentro de la Primavera Árabe

Precisamente Egipto acaparó todos los focos de la Primavera Árabe, máxime tras la feroz represión de las protestas de la Plaza Tahrir -entonces la plaza del mundo- ordenadas por el presidente Hosni Mubarak. Murieron 800 personas.Cuatro años después el "bendito" (el significado de Mubarak) ha caído en el olvido, pero los militares que gobernaban a su lado recuperaron el poder tras un golpe de Estado en 2013, tras una desastrosa transición política que aupó brevemente al poder a Mohamed Mursi, líder de los Hermanos Musulmanes, hoy entre rejas acusado de traficar con secretos de Estado con Catar y su organización declarada como grupo terrorista.

El retorno al ferreo régimen militar en Egipto ha impedido quizás que el yihadismo se extienda en el país árabe más poblado y emblemático de África. Al menos es lo que predica su presidente Al Sisi que asegura que ha sido las Fuerzas Armadas egipcias quienes han frenado con su sangre el avance del califato por la península del Sinaí. Sin embargo, es difícil precisar cuántos de los más de 3.000 muertos y 40.000 heridos que ha dejado la campaña de represión del gobierno militar egipcio desde que alcanzara el poder tras el golpe de Estado de 2013, son terroristas del EI, hermanos musulmanes o disidentes políticos.

En cualquier caso, el régimen de Al Sisi cedió sus bases en agosto para que cazas de combate de los Emiratos Árabes Unidos atacaran bases yihadistas en Tripoli y ha proporcionado ayuda militar, material y técnica al nuevo -y precario-gobierno de Libia (el reconocido por la comunidad internacional) donde el Estado Islámico extiende su califato de terror a pasos agigantados.Estado Islámico reina en el caos libio

Los yihadistas ya amenazan al mundo desde las orillas del Mediterráneo. En octubre el Estado Islámico abrió su primera sucursal del terror en Derna, una ciudad de 100.000 habitantes en la frontera egipcia, la primera más allá de Siria e Irak. Gracias al desgobierno libio con dos ejecutivos, dos parlamentos y dos facciones armadas enfrentadas por el control del país, el califato ha establecido allí su cuartel general en sólo cuatro meses.

Desde Derna extienden sus siniestros tentáculos: en la arrasada Bengasi, la segunda ciudad libia, el EI ha reivindicado varios atentados suicidas desde las páginas de su revista Dabiq; en la capital Tripoli atentó contra el hotel Corinthia, en Sidra combatió para hacerse con el control de las instalaciones petroleras y fue precisamente en la costera Sirte donde secuestró y ejecutó a los 21 egipcios coptos que desató la ira del gobierno de Al Sisi en Egipto. Precisamente cerca de allí ha tenido lugar su última exhibición de músculo con decenas de vehículos enarbolando la bandera negra del califato en la localidad de Nawfaliya, tomada por los yihadistas.

Lejos parecen ya los días en los que la primavera libia acabó con el otrora agasajado por Occidente dictador Gadafi muerto en una cuneta tras ser sodomizado con un palo por una turba iracunda. Desde entonces, Libia se ha sumido en una catástrofe mayor si cabe.Siria, el bastión del yihadismo

Hubo un tiempo en el que la comunidad internacional -con la notable excepción de Rusia y China- alentaba la rebelión contra el régimen despótico de Basar Al Asad. Hoy Estados Unidos considera a Siria el centro de operaciones del yihadismo y los denominados rebeldes moderados han visto cómo las garras del olvido se cernían sobre ellos.

Inspirados por la Primavera Árabe, Occidente decidió que debían ganar la guerra al régimen de Damasco por sí mismos pero mientras la contienda se estancaba y dejaba un reguero de sangre que hoy acumula más de 300.000 de muertos, yihadistas de todo el mundo acudían a Siría en respuesta a las promesas de ley de Dios y paraiso del califa Abu Bakr Bagdadi. La situación es hoy tan alarmante que trasciende a la permanencia o no en el poder del propio Basar Al Asad: Siria corre el riesgo de convertirse en un eterno campo de batalla entre chiíes y suníes donde Estado Islámico campa a sus anchas.

Raqa ya es la capital del califato. En sus plazas se exhiben en grandes pantallas ejecuciones como las del piloto jordano quemado vivo en una jaula, allí los niños son enrolados en la yihad a muy tierna edad, desde sus azoteas se lanzan homosexuales al vacío, en sus calles se crucifica a infieles, se ejecuta a adolescentes que han visto un partido de fútbol y su siniestra policía religiosa patrulla para vigilar el cumplimiento de su extremista y demencial interpretación de la Sharia.Yemen: el resurgir de Al Qaeda

Tras el coronel Gadafi, Ali Abdula Saleh era el dirigente árabe que más tiempo llevaba en el poder. Desde 1978 ocupaba la presidencia del país. La Primavera Yemení acabó con su reinado y con Abudla Saleh en el exilio pero no trajo la estabilidad a un país siempre al filo de la navaja de una contienda civil.

De acuerdo con su último primer ministro,Abdo Rabu Mansur Hadi, el país se encuentra "en un callejón sin salida", palabras que el mandatario pronunciaba este enero tras su renuncia y la dimisión en bloque de su gobierno después de que los rebeles hutíes ocuparan el mismísmo palacio presidencial.

Los insurgentes chíies que han tumbado al gobierno de Yemen amenazan con tomar una provincia de vital importancia para la producción de petróleo al este de la capital, provocando temores de que el país pueda estallar en una guerra civil. EEUU, Francia, Reino Unido y España, entre otros, ya han cerrado sus embajadas ante la espiral de caos en Yemen, precisamente el escenario ideal para que la facción yemení de Al Qaeda asuma el liderazgo de la organización tras la ejecución de Osama Bin Laden por marines norteamericanos.

Eclipsados por la atrocidad y el aparato de propaganda del Estado Islámico, Al Qaeda ha ideado desde Yemen el que hasta el momento es su golpe terrorista más impactante desde que el 11 de septiembre de 2001. El 12 de enero un portavoz de La Base (significado en árabe de Al Qaeda) reivindicaba el atentado contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo en el que muerieron doce personas "por sus insultos a Mahoma".

Los expertos antiterroristas aseguran que Al Qaeda se está planteando en Yemen, al igual que en Somalia, una alternativa al santuario del que aún dispone en las zonas tribales de Pakistán, sobre todo después de que el Islamabad haya estrechado el cerco sobre los talibanes tras la masacre en la escuela de Peshawar en la que murieron más de cien niños.


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