Tras perder todo por el infierno de la Guerra, del terrorismo y de la pobreza, los que no tienen nada suelen sufrir además el azote de las enfermedades que parecían olvidadas en las sociedades ricas.
La última plaga que azota el Oriente Medio es la leishmaniasis cutánea, una enfermedad que en el Viejo Continente asociamos a los animales domésticos, pero que puede desencadenar una epidemia entre los seres humanos que no tienen acceso a sanidad de calidad.The conflict in #Syria is exacerbating cutaneous leishmaniasis outbreaks says @aacostaserrano at #ISNTDD3 pic.twitter.com/Ffn4pb9Dih— Roxanne Khamsi (@rkhamsi) 26 de mayo de 2016
La leishmaniasis es una enfermedad producida por un parásito del género Leishmania que se transmite por la picadura de un mosquito infectado por el parásito, el flebotomo o mosca de la arena.
En algunas zonas azotadas por los combates desencadenados por el autodenominado Estado Islámico (ISIS) se está extendiendo esta enfermedad, según informaba esta semana The Independent, después de que la huida de población y las malas condiciones higiénicas provocadas por la situación de guerra hayan creado el caldo de cultivo perfecto para los vectores infectados.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay tres formas principales de leishmaniasis: visceral (la forma más grave de la enfermedad, a menudo conocida como kala-azar), cutánea (la más común) y mucocutánea.Huyendo del terrorismo del EI
La enfermedad se está extendiendo rápidamente a medida que las personas desplazadas y refugiados huyen de las zonas controladas por ISIS donde la enfermedad está presente.
La leishmaniasis puede provocar horribles llagas abiertas, así como lesiones cutáneas deformantes, nódulos o pústulas si no se trata de forma correcta.
En Siria la leishmaniasis es endémica desde hace siglos, hasta el punto de que fue conocida durante años como el "Mal de Alepo".
Hasta 1960, la prevalencia de la enfermedad en Siria se limitaba a dos áreas - Alepo y Damasco. Sin embargo, como la guerra civil en Siria continúa después de cinco años, provocando un éxodo de miles de personas, se ha desatado un brote catastrófico de la enfermedad, estando las regiones más afectadas bajo control del ISIS.In @PLOSNTDs We did a deep dive on Old World Cutaneous Leishmaniasis #RefugeeCrisis in #MENA https://t.co/rOcV4L8Ayk pic.twitter.com/q1tw0bi7NV— Dr. Peter J. Hotez (@PeterHotez) 29 de mayo de 2016
Falta de médicos y medicinas
Las personas infectadas sufren de úlceras en la piel, hemorragias nasales y dificultades para respirar y para tragar, y en el caso de las cepas más graves de la enfermedad puede llevar a la muerte, si no se controla.
En su forma más agresiva, la leishmaniasis conduce a un estado de debilidad extrema, mientras devora las membranas mucosas de la nariz, la boca y la garganta.
La falta de instalaciones médicas y médicos, junto con la grave escasez de agua y mala alimentación, sólo han servido para ayudar a la propagación de la enfermedad, con la mayoría de los casos ir sin diagnosticar y sin tratar.
La OMS estima que cada año se producen 1,3 millones de nuevos casos y entre 20.000 y 30.000 defunciones por esta enfermedad, aunque el nuevo brote en Oriente Medio puede disparar este número de muertes.LINVID20160604_0002
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