El libro que ocultaba el asesino de Múnich: 'Amok, por qué matan los estudiantes'

  • El autor de la masacre en la ciudad alemana estaba interesado por este síndrome, que provoca ataques de ira en jóvenes.

    Quienes lo padecen tienen un perfil similar: jóvenes introvertidos, sin amistades y víctimas de acoso escolar. Suelen inspirarse en otras matanzas. 

Solidaridad de los habitantes de Múnich con los afectados por el ataque en el centro comercial
Solidaridad de los habitantes de Múnich con los afectados por el ataque en el centro comercial

El autor de la matanza de Múnich escondía en su habitación un libro cuyo título adquiere ahora todo su significado: “Amok, por qué matan los estudiantes”.

La obra recoge las investigaciones sobre el conocido como 'síndrome Amok', que se ha identificado en varios casos de asesinatos cometidos por jóvenes y que estaría relacionado con una explosión súbita de ira que provoca ataques indiscriminados contra todo aquel que se cruce a su paso.

Tras el ataque, la persona queda exhausta, a veces con un episodio de amnesia y suele acabar suicidándose.

El síndrome fue estudiado principalmente por el psiquiatra estadounidense Joseph Westermeyer, quien dio a conocer sus primeras investigaciones ya en la década de los setenta. Los ataques pueden estar precedidos por síndromes de depresión o estados de ansiedad, aunque esto no ocurre en todos los casos.

La Organización Mundial de la Salud, OMS, lo define como "un episodio aleatorio, aparentemente no provocado, de un comportamiento asesino o destructor de los demás, seguido de amnesia y/o agotamiento. A menudo va acompañado de un viraje hacia un comportamiento auto-destructivo, es decir, de causarse lesiones o amputaciones llegándose hasta el suicidio". El síndrome está detrás de algunas de las peores matanzas

El último ataque relacionado con este síndrome fue el de la Escuela de Sandy Hook, en Connecticut (EEUU), en 2012, provocado por el joven Adam Lanza, de 20 años y que dejó 27 muertos, entre ellos 20 niños. Lanza se suicidó poco después de cometer la masacre. 

El mayor asesinato masivo, desencadenado por este trastorno, tuvo lugar en 2007, y también en EEUU,  cuando un joven estudiante de literatura inglesa, de origen surcoreano, Seung-Hui Cho, asesinó a 33 personas en la Universidad de Virginia. El agresor también se quitó la vida tras los hechos. 

Hui-Cho irrumpió con dos armas en los dormitorios de la residencia universitaria, donde mató a dos personas, y después se dirigió al edificio de Ingeniería, donde disparó indiscriminadamente contra los estudiantes. Para ello, utilizó un arma Glock 19, un modelo similar al empleado por el asesino de Múnich.Perfil similar: víctimas de acoso, introvertidos y con escasa relación familiar

En 2012, la escritora alemana Ines Geipel documentó el síndrome en un libro en el que analiza minuciosamente cinco casos de asesinos de este tipo y desvela sus mecanismos internos. No se ha podido confirmar que sea este título el que el asesino de Múnich tenía en su cuarto. 

"La locura asesina se ha convertido en un fenómeno global”, explica Geipel, que identifica un perfil similar. Jóvenes de ciudades pequeñas, muchos de los cuales sufrieron acoso escolar, y con escasas relaciones sociales.

La mayoría, señala también, tienen problemas de convivencia familiar. Así, se convierten en jóvenes retraídos, inestables, y se sumergen en un mundo ficticio. Es frecuente que sean lectores compulsivos, y aficionados a los juegos de ordenador y a la realidad virtual. Son personas inseguras, que quieren reafirmarse a través de su crueldad.Se inspiran en otras masacres

"Poco a poco van aislando su afectividad”, destaca la autora. Así lo constatan algunas cartas de despedida encontradas después de las matanzas.  “Debo aprender a no sentir nada”, es el mensaje común. 

Geipel sostiene que en la radicalidad del síndrome puede influir su extrema difusión mediática. Unos asesinos se inspiran en otros, como así parece haber ocurrido en la masacre de Múnich. David S. acumulaba en su dormitorio abundante documentación sobre matanzas masivas. La Policía no descarta tampoco que se hubiese inspirado en la masacre de Utoya, que hace justo cinco años dejó 77 muertos en la isla noruega.

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