Los crímenes de Darfur siguen en el aire

  • Aunque desde marzo pesa una orden de arresto contra el presidente sudanés Omar al-Bashir por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en Darfur, lo cierto es que Bashir campa a sus anchas en su país. De hecho, muchos países hacen oídos sordos a la orden del Tribunal Penal Internacional y la mayoría musulmana del país defiende a su líder.
La política es un tema tabú también en la facultad de Derecho de la Universidad de Khartoum
La política es un tema tabú también en la facultad de Derecho de la Universidad de Khartoum
Betwa Sharma | GlobalPost para lainformacion.com
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(Jartum, Sudán). Desde fuera todo parece normal en el campus de la Universidad de Jartum. Estudiantes ruidosos circulan por las instalaciones, despreocupados.Sin embargo, al observar más detenidamente, se descubre que nadie habla abiertamente de política.

Una manifestación contra el presidente sudanés Omar al-Bashir se disuelve en cuestión de minutos y se dice que los "inspectores" del gobierno recorren los pasillos en busca de cualquier indicio "que incite a la disensión".

Después de una cuidadosa negociación, cinco estudiantes de la facultad de Derecho acceden a reunirse para hablar de la actualidad política, incluida la orden de arresto del Tribunal Penal Internacional (TPI) contra Bashir por crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en Darfur.

Con la condición de que no se revelen sus verdaderos nombres, los estudiantes comentan la orden del TPI. Es la primera contra un jefe de Estado en funciones lo que puede suponer un momento de inflexión para la justicia internacional o simplemente un obstáculo a los esfuerzos de paz.Las normas están claras: "No puede haber paz sin justicia".

Pero la realidad en Sudán es bastante más complicada. Omar, de 23 años, cursa segundo año de Derecho y se muestra contrario a la orden de arresto. "Es una interferencia que retrasará la paz en la región". Este joven de origen árabe viene de la ciudad de Nyala, en el sur de Darfur, y tiene una fe ciega en el partido gobernante de Bashir, el Partido del Congreso Nacional (PCN).

Otro estudiante, Ibrahim, arrestado por organizar una manifestación a favor del TPI, ve elementos negativos en el PCN de Bashir. Durante el conflicto de Darfur, su pueblo fue atacado y arrasado. "Aunque Bashir lleve el desarrollo a Darfur, esto no lo libera de sus crímenes". Ibrahim, de etnia fur, se declara asfixiado por la arabización de Sudán. "Habría aprendido inglés en lugar de árabe", se queja este joven de 25 años.

Fátima, su compañera de clase, es de origen árabe y viene del norte de Sudán. Esta joven de 20 años se muestra disgustada con las preguntas sobre lo que significa crecer en un estado islámico. "Ninguna religión trata mejor a la mujer que el islamismo", dice mientras se arregla un mechón de cabello bajo el velo. "El TPI es una herramienta política controlada por los poderes occidentales. Bashir no merece ir a prisión, Bush sí".

Al igual que muchos sudaneses, Fátima no cree que la intervención internacional vaya a ayudar a los residentes de Darfur. "Necesitan paz y desarrollo, no justicia", afirma.

Es arriesgado hablar durante mucho tiempo. Mientras algunos jóvenes asoman la cabeza por la ventana, el grupo prefiere disolverse. "Podrían ser informantes", explica uno de ellos. Minutos después se dispersan y llega un inspector que comienza a hacer preguntas.

Desde que se emitió la orden de arresto contra Bashir en marzo pasado, el gobierno sudanés ha puesto en marcha la maquinaria propagandística. En todo Jartum se ven pegatinas y carteles con la imagen de Bashir. El presidente aparece imponente e invulnerable. El mensaje es claro: Sudán apoya a su líder y rechaza al Tribunal Penal Internacional, porque es una herramienta neocolonial de los países poderosos.

La población árabe del país, que incluye académicos, empresarios, comerciantes y estudiantes, apoya a Bashir y cree que su líder ha sido incriminado injustamente."Se han cometido crímenes enormes, pero ir contra Bashir no es la solución", sentencia Jafaar Mirghani, un historiador reconocido de la capital.

Entre la pequeña élite no árabe muchos tienen la visión contraria y sostienen que Bashir debería ser juzgado por sus crímenes, pero no tienen el poder para hacerlo."Estoy totalmente convencido de que no puede haber paz sostenible sin justicia", afirma Nasreedeen Abdulbari, un abogado educado en Harvard que imparte derecho internacional en la Universidad de Jartum.

Estos intelectuales no-árabes y algunos líderes de Darfur que apoyan al TPI son catalogados por la prensa estatal como peones de los países occidentales y las ONG internacionales. "Bashir ha manipulado a la opinión pública", declara Alfred Taban, cristiano y editor del periódico "The Khartoum Monitor". Taban recibe frecuentemente la visita de los inspectores de la censura.

La mayoría cristiana del sur de Sudán se muestra poco interesada por los problemas de Darfur y está más pendiente del referéndum de 2011, que les permitirá decidir sobre la separación de los musulmanes del norte. Durante más de 40 años, ambos bandos han protagonizado dos sangrientas guerras civiles.

A nivel internacional, la petición contra Bashir también parece perder fuerza. El G77, que incluye 132 de los 192 miembros de Naciones Unidas, ha estado bajo la presidencia de Bashir durante 2009. Debido a la menor presión internacional, incluso los grupos que apoyan al TPI parecen dispuestos a olvidarse de la orden de arresto siempre y cuando el gobierno de Bashir ofrezca un compromiso de paz. Esto significa permitir elecciones libres en el año que ahora comienza y elaborar un acuerdo de paz que le dé a la población de Darfur una participación real en la política del país.

El ex líder rebelde Minnie Minnawi señala que ha llegado la hora para que el gobierno de Bashir se comprometa seriamente. "Lo más importante es que debe haber un traspaso voluntario del poder a la población de Darfur", afirma Zaghawa, que firmó el fracasado acuerdo de paz de 2006.

En Darfur, el gobierno toma medidas drásticas sobre millones de voces que se alzan en los campamentos de desplazados, pero los cooperantes de las ONG que trabajan en el lugar aseguran que lo que más quieren estas personas es que cese la lucha. Además, también tienen miedo de que si se va Bashir, pueda venir alguien peor a remplazarle.

Un cooperante de los campamentos de desplazados en el sur de Darfur, que sólo se identifica como Mohammed, describe que la orden del TPI contra Bashir es "extraña" y añade que "está dividiendo a la comunidad sudanesa y trastornando las operaciones humanitarias y de las fuerzas de la paz".

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