Memorias de un ex casco azul en Bosnia 20 años después

  • José Luis Gutiérrez fue uno de los primeros cascos azules españoles en llegar a Bosnia después de que la ONU diera luz verde para establecer un corredor humanitario desde el Mediterráneo. Veinte años más tarde, cree que aún hará falta más tiempo para que se curen unas heridas demasiado grandes.

José Luis Gutiérrez
José Luis Gutiérrez
Archivo audiovisual de la Oficina de Comunicación del Ministerio de Defensa

"La gente estaba demacrada y desconcertada. No era algo que pudieran concebir: un país con un nivel de vida bastante agradable, gente con carreras universitarias, estudios fuera de sus fronteras… y de repente encontrarse en una guerra que era realmente difícil".

Así recuerda José Luis Gutiérrez sus primeras impresiones al llegar a Bosnia en octubre de 1992. Hacía medio año que había estallado la guerra allí, el 6 de abril de aquel año.

Bosnia quería seguir el ejemplo de Croacia y Eslovenia tras la desintegración de la antigua Yugoslavia y había votado sí a la secesión de Serbia en marzo. Musulmanes, croatas y serbios estaban seis meses después inmersos en la más sangrienta guerra de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

José Luis Gutiérrez es brigada del Ejército de Tierra de España. Fue uno de los primeros cascos azules en llegar a la zona, con la Agrupación Málaga. Atracaron en la costa de Croacia y se abrieron paso por la carretera M17 que llevaba hasta Sarajevo. Su misión: "establecer una vía segura para la ayuda humanitaria" aprobada por la ONU.

"Había gente a los lados de la carretera. Nos saludaban, nos daban la mano y nos sonreían", rememora el brigada Gutiérrez. La misión española iba acompañada por un regimiento de una treintena de periodistas españoles que ya les esperaban en el puerto croata de Split cuando llegaron.

Gutiérrez era el encargado de informarles y coordinarles. No resultó fácil sin conocer el idioma del lugar, pero los bosnios conseguían hacerse entender y explicarles que no lograban entender lo que estaba sucediendo con su pueblo.

El antiguo casco azul no cree que los verdaderos motivos de los enfrentamientos fueran étnicos o religiosos. "Había conflictos entre vecinos y familiares. Había personas que tenían en su familia católicos, ortodoxos, musulmanes y judíos", admite.

Pero lo que realmente hubo en su opinión, fue "una serie de intereses a nivel social o político". Gutiérrez cree que era más afán de poder que otra cosa, pues ni siquiera existían zonas económicamente más prósperas que otras.

Mostar fue la ciudad que centró a lo largo de los años la misión de los cascos azules españoles. En su bulevar, cercano a la recién inaugurada Plaza de España en la localidad, un bando y otro se mataba a tiros.

Los edificios de aquella calle conformaron "la primera línea de confrontación" durante los tres años y medio que duró la guerra de Bosnia. "Croatas contra musulmanes, se disparaban de una acera a otra. Como si en Madrid disparases de una acera de [la calle] Arturo Soria al edificio de enfrente", ejemplifica Gutiérrez.

Algunos edificios del bulevar de Móstar aún conservan aquellas heridas. El gobierno no quiere que el pueblo olvide lo que un día estuvo a punto de destruirlo.

Este brigada del Ejército de Tierra participó en misiones de tres o cuatro meses en diversas ocasiones entre 1992 y 1999. Ha visto cómo ha evolucionado el país. Y la semana pasada volvió a viajar allí por última vez.

"Ahora uno se da una vuelta por Mostar y la cosa ha cambiado: antes los niños pedían bolígrafos, pilas o ya no hablemos de comidas. Les entregábamos raciones propias" asegura. "Ahora tiene todos los servicios con agua corriente… e incluso se está formando una pequeña industria turística, con excursiones desde Dubrovnik y pequeños comercios con recuerdos y artesanía".

Suena bien. Pero el brigada Gutiérrez no es optimista. Veinte años después del inicio de la guerra, con Ratko Mladic o Radovan Karadzic llevados ante La Haya por presuntos crímenes de guerra, las heridas aún siguen abiertas. En realidad, no haría falta que se conservasen los maltrechos edificios agujereados del bulevar de Móstar para recordar lo sucedido.

"La generación que ahora mismo ostenta el poder es la generación que ha visto con sus ojos los desastres y la auténtica maldad de la guerra", apunta Gutiérrez.

"[Pero] ha habido demasiados desmanes y va a ser un poco difícil que la situación acabe siendo normal pronto. La República [de Bosnia-Herzegovina] está compartida por las tres partes, pero todavía quedan años para que la situación se normalice", estima.

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