Rusia, Turquía e Irán han alcanzado un acuerdo para consolidar el alto en fuego en Siria. Ahora bien, son pocos o casi nulos los progresos a los que se ha llegado en Astaná, la capital de Kazajistán, entre rebeldes y emisarios de Bashar al Assad para alcanzar una solución política que ponga fin al conflicto en el país.
El único acuerdo al que han llegado los tres países patrocinadores de los diálogos de paz en Astaná es que "establecerán un mecanismo para vigilar y garantizar la completa aplicación del alto el fuego y para evitar cualquier provocación", en Siria, según la declaración final adoptada tras dos días de reuniones en la capital de Kazajistán.
El mecanismo responde a los deseos del enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, y está apoyado por los rebeldes, que esperan "una congelación de las operaciones militares". Desde la instauración de la tregua el 30 de diciembre, los enfrentamientos han disminuido pero no han cesado.
Aunque no hay solución militar a esta guerra iniciada en 2011, en la que han muerto más de 310.000 personas, una solución política también parece difícil de hallar. Así, esta declaración final no ha sido firmada por las dos delegaciones sirias, rebeldes y régimen, que rechazaron negociar cara a cara, sino que fue presentada por los 'patrocinadores' de la reunión.
En este sentido, las negociaciones en Astaná se desarrollaron en forma indirecta. Las dos partes se hallaban en habitaciones separadas, y trabajaban con la ayuda de un mediador, pese a que compartieron mesa el lunes en la ceremonia de apertura.
Estas conversaciones se llevaron a cabo en un nuevo contexto en Siria, tras la decisiva intervención militar rusa en apoyo del régimen y la progresiva pérdida de influencia de Washington.
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