¿Barcelona revolucionaria?

  • No hay pistolas, sólo algaradas callejeras aunque, poco a poco, subirá el clima de violencia. De momento los ánimos no están demasiado subidos. 

    La crisis, digan lo que digan, no aprieta tanto al catalán medio como claman los de Podemos y sus aliados.

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EUROPA PRESS
J.R. Pin Arboledas

Los Mossos d'Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona están enfadados con sus jefes políticos. Los anarquistas-populistas de la CUP con JxSi. Los okupas de la Ciudad condal se enfrentan a Colau. La ciudad pareciera estar como en los tiempos de los años veinte del siglo pasado cuando el anarquismo pistolero acampaba a sus anchas. Pero es solo apariencia, la realidad es otra.

No hay pistolas, sólo algaradas callejeras aunque, poco a poco, subirá el clima de violencia. De momento los ánimos no están demasiado subidos. A diferencia del siglo XX la realidad social no es la de entonces. Los revolucionario de Ciutat Vella no son los obreros explotados por la burguesía de la primera revolución industrial catalana (1900/1930), sino los "intelectualoides" procedentes de la clase media; restos de Mayo de 1968 francés. Aquellos estudiantes que se levantaron con eslóganes como: "la imaginación al poder" o "sé sensato, pide lo imposible".

Esa extracción social dificulta la revolución porque no tienen detrás a masas que manipular como tuvieron los anarquistas de "la semana trágica". 

Esta revolución se parece más a una opereta que a una ópera trágica. Solo hay enfrentamientos callejeros, pero nadie piensa que la toma del "Palacio de Invierno" se vaya a producir. Barcelona la "Ciudad Alegre y Confiada" sigue con su vida tranquila, va al trabajo durante la semana y a su asueto el 'weekend' (en inglés porque es la más cosmopolita de las urbes españolas).

Ada Colau observa con cierta sonrisa irónica como sus antiguos aliados empiezan a darse cuenta de que una vez situada en el Ayuntamiento su prioridad es la tranquilidad de la burguesía ciudadana. Lo ha dicho claramente: no se debe alterar la paz de los vecinos. Y es que cuando alguien prueba el sillón le encuentra el gusto y se aburguesa ¡Bien venida al sistema¡

Mientras la CUP sigue en sus trece. Aún no han sido absorbidos por el sistema, en realidad ellos se definen como anti-sistema. Por eso cada vez se ponen más nerviosos ante la parsimonia de JxSi. Puigdemont y Junqueras empiezan a parecerles tibios en sus aspiraciones independentistas y, sobre todo, en sus ansias revolucionarias ¿Por qué no explota el pacto y hay elecciones anticipadas?. 

Hay una razón evidente: hay alguien dispuesto a pagar la fiesta con tal de que no se rompa el precario equilibrio de la política catalana. Ese alguien es el Estado español que a regañadientes, pero inexorablemente, envía el dinero necesario para ir salvando la situación cada día. La crisis, digan lo que digan, no aprieta tanto al catalán medio como claman los de Podemos y sus aliados.

No, Barcelona no está es situación revolucionaria; más bien en fiesta okupa que en el verano será todavía más folclórica. Porque si hubiera peligro de revolución los burgueses catalanes llamarían a quién les resolvió la situación dos veces, al menos, en el siglo XX y muchas más antes; recurrirían, como siempre, al Estado español.

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