Cuando cae el telón

“He aquí el tinglado de la antigua farsa”. Así empieza la obra de Jacinto Benavente: Los intereses creados. En ella Crispín, el criado, consigue que su amo alcance sus objetivos urdiendo una trama de intereses.

Todos los que han hecho teatro saben que una cosa es la representación y otra la vida real. Cuando cae el telón los actores se quitan las caretas; ha caído el telón de la antigua farsa de la tragicomedia de la Política española esta semana pasada. Ahora los actores se tienen que quitar las máscaras y trabajar, fuera de los focos y la mirada crítica del Pueblo. Al menos durante los próximos días o semanas.

La mayoría de los expertos y comentaristas no ven otra solución que repetir las elecciones. Aunque ellos mismos estiman que el mapa parlamentario que resultará después de ellas será similar al actual; habrá las mismas posibilidades numéricas y las mismas dificultades que ahora. Por tanto, haya o no comicios nuevos, se trata de tejer el entramado de intereses que permita crear un Gobierno ¿Es Ciudadanos, con su líder Rivera, el Crispín de la situación? El PSOE y C’s han decidido ir juntos, y será Rivera quien deba convencer al PP, dado que Podemos es incompatible con esa fórmula, según afirma Iglesias.

Dicen los entendidos que Rajoy está dolido con Ciudadanos. El Presidente en funciones considera que este partido es fruto de las “eléctricas” y del IBEX35. Los primeros para vengarse de las decisiones gubernamentales sobre el déficit energético y las renovables. Los segundos porque no confiaban en sus resultados electorales. Y dicen esos mismos entendidos que no está dispuesto a dar su brazo a torcer ante lo que considera una oligarquía con nombres propios. Rivera lo tiene difícil.

Por la otra banda, Podemos está condicionado por sus “Mareas” y “Barcelona en Comú” que quieren que en cualquier acuerdo figure un referéndum de autodeterminación para sus Autonomías. Así que el PSOE se encuentra también con dificultades a su izquierda.

Ante esta situación la tarea de los “Crispín” es compleja. Sólo tiene una solución que ni unos, ni otros, quieren oír: convencer a los actores que si no llegan a un acuerdo, cuando se suba el telón la compañía será otra para que el drama español se convierta en comedia agradable o, al menos, en una pieza soportable. Entonces ¿para qué unas nuevas elecciones?