Desde la celda de Oscar Wilde

  • "En prisión" es el título bajo el que han sido reunidos los textos de Oscar Wilde, considerado como uno de los escritores más brillantes de todos los tiempos, relacionados con su estancia en prisión, a la que en época victoriana le llevó su relación amorosa con el aristócrata Alfred Douglas.

Alfredo Valenzuela

Sevilla, 6 abr.- "En prisión" es el título bajo el que han sido reunidos los textos de Oscar Wilde, considerado como uno de los escritores más brillantes de todos los tiempos, relacionados con su estancia en prisión, a la que en época victoriana le llevó su relación amorosa con el aristócrata Alfred Douglas.

"De profundis", "La balada de la cárcel de Reading" y "Dos cartas al Daily Chronicle" han sido reunidos por la editorial Confluencias en un solo volumen, en una nueva traducción de Andrés Arenas y Enrique Girón que refleja al Wilde "más íntimo", en contraposición al Wilde más conocido, el irónico autor de las frases ingeniosas que suscitaban la admiración de los salones londinenses.

Con ilustraciones de Cintia Gutiérrez, esta edición reúne las tres obras de una época que marcó la vida de Wilde, cuando pasó de ser un escritor admirado y reconocido a convertirse en una especie de apestado social.

De los tres títulos reunidos en este volumen solo el primero fue escrito en el interior de la cárcel, ya que la balada y las cartas al periódico fueron escritas en Francia, tiempo después de su salida de prisión, ya que tras el escándalo que causó su juicio y la posterior condena a dos años de cárcel y trabajos forzados, su permanencia en Inglaterra se le hizo imposible.

De hecho, "De profundis" es escrita como una extensa carta de más de un centenar de páginas que, en principio, no iba destinada a la imprenta sino dirigida a su amante, lord Alfred Douglas.

Wilde pudo escribirla en sus últimos meses de prisión, gracias a que en ese periodo se le aplicaron con menos rigor las normas penitenciarias, de modo que le entregaban un solo pliego de papel al día que le recogían al término de la jornada, y todos ellos se los devolvieron cuando cumplió condena.

La versión definitiva de "De profundis" no se publicó hasta 1962 y Andrés Arenas y Enrique Girón, también responsables de esta edición, aseguran que esta obra de difícil catalogación genérica es "un gran rompecabezas de sentimientos encontrados, un compuesto agridulce de reproches amargos y de serenidad espiritual".

Y también la consideran "una reflexión profunda sobre el sufrimiento, un ensayo sobre la figura de Cristo, una especie de monólogo interior y un análisis de las circunstancias" que le llevaron a prisión, además de "una honda reflexión filosófica sobre el conocimiento y la libertad" y "una carta de amor en toda regla".

Los editores han destacado igualmente el carácter autobiográfico de la obra, puesto que es, de todas las de Wilde, la que da más detalles sobre su vida, al hacer recuento de los años y de las causas que lo condujeron a prisión.

Tras una vida de éxito y "glamour", Wilde aprendió en la cárcel, como refleja en "De profundis", el valor del sufrimiento y de la humildad, ya que era el autor de moda en Londres y gozaba de una posición económica desahogada en el momento de saltar el escándalo.

Su homosexualidad fue un factor determinante, ya que en la Inglaterra victoriana aún era delito, un delito que, en su caso concreto, se empeñó en perseguir el padre de su amante, John Douglas, marqués de Queensberry.

Tras la condena, "el nombre de Wilde quedará maldito para siempre, hasta tal punto que su esposa e hijos han de cambiárselo, sus obras se prohibieron en toda Gran Bretaña y tuvieron que pasar muchos años hasta que su legado literario ocupara el lugar que merece", según han recordado los editores.

Los versos de la "Balada de la cárcel de Reading" fueron escritos tras la excarcelación de Wilde y después de que los jesuitas rechazaran su petición de ingresar unos meses en uno de sus conventos.

Finalmente, las dos cartas al Daily Chronicle, publicadas en 1987 y 1898, denunciaban las condiciones infrahumanas de las prisiones británicas y describían con detalle la crueldad gratuita de la sociedad victoriana y el trato vejatorio recibido por los presos.

Estas dos cartas sirvieron para que fueran abolidas algunas de las tareas humillantes desempeñadas por los presos y se redujeran algunos castigos corporales.

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