Morate era machista, sumiso con los jefes y cruel con el resto en la cárcel

    • Uno de los compañeros de cárcel que convivió con Morate en el Centro Penitenciario de Cuenca desvela cómo era su comportamiento entre rejas.
    • A otro preso, la mujer le abandonó mientras cumplía la pena y Morate reaccionó tajante: "Si me hubiera dejado a mí la habría matado", desvela su ex-compañero.
Sergio Morate en Rumania
Sergio Morate en Rumania

A.C. fue compañero, durante 6 meses, de Sergio Morate en la prisión de Cuenca. Pide que no se publique su nombre real al completo: acaba de conseguir un trabajo y teme tener problemas si se desvela su pasado carcelario."Su frialdad ponía los pelos de punta"

"Coincidí unos meses con él. Yo acababa de entrar por un asunto de drogas, menudeo, y él ya llevaba un tiempo. En la cárcel, si quieres sobrevivir, tienes que estar muy atento y ser muy observador. Ver de qué pie cojea cada uno y así saber a qué atenerte. A mí, Sergio Morate me dio miedo desde el primer momento en el que le vi. Recuerdo que me lo presentaron, me miró de arriba abajo y siguió con lo suyo. No fue el desprecio con el que me miró, fue su absoluta frialdad.Se te ponían los pelos de punta", arranca.

Poco a poco, su primera impresión se fue confirmando. "Es una persona complicada de definir. Quizá la palabra que más defina su personalidad es frustrado. Me explico: con los jefecillos de la cárcel era absolutamente sumiso, se humillaba. Sabía que estaban por encima de él y que podían hacer de su vida un infierno. Le he visto darles su comida, todo tipo de recados… Los jefes le aguantaban porque era su perrito faldero, útil, pero le despreciaban. Se reían constantemente de él. Sergio nunca decía nada, pero en cuanto podía lo pagaba con alguien más débil. Nunca se metía en problemas gordos, aunque de vez en cuando le daban arranques de furia y se volvía una bestia, podía liarse a golpes con el que se le pusiera delante, destrozarle incluso. Lo normal era la crueldad psicológica. Si sabía que algún preso tenía a un hijo enfermo, se reía de él y decía que iba a morir. O hacía comentarios sobre lo que haría a las madres o hijas de los compañeros. No suena muy grave, pero cuando estás encerrado, esas cosas te destrozan", recuerda."Una mujer superior a un hombre debe desaparecer"

Además, según cuenta A.C., nunca hablaba de su exnovia ni del delito que le había llevado a la cárcel. Solo una vez, rememora, le oyó decir que sentía mucho lo que había hecho, aunque a los pocos minutos se recompuso y aseguró que lo que realmente le molestaba es que una "guarra como esa le hubiese llevado a la cárcel".

Pero si hay algo que marcó profundamente a A.C. fue el machismo de Morate. "Estás con hombres las 24 horas, es normal que, hasta cierto punto, se escape algún comentario fuera de tono sobre las mujeres, entre risas. Nada grave. Lo normal son comentarios del tipo sexual de lo que le harías a esta o a aquella cuando salieras de la cárcel, más por fanfarronear que por otra cosa".

Morate sin embargo no solía unirse a las bromas. Cuando hablaba de mujeres era en un tono diferente. Una vez le oí decir que las mujeres que estaban por encima de un hombre deberían desaparecer. Otra vez, que él jamás permitiría que una mujer se impusiera a él, que si se rebelaba lo más mínimo se iba a acordar de él toda su puta vida. Siempre estaba diciendo que a una mujer hay que educarla para que sepa quién manda, que las chicas tenían que estar al servicio de los hombres, que eran inútiles y sentimentales y que solo servían para el sexo, cocinar y limpiar."A mí me deja mi chica y la mato"

Las palabras de Morate no caían bien en la cárcel. "A muchos nos sentaba mal, porque tenemos hijas, hermanas… pero a él no le importaba. La mujer de un compañero le dejó mientras estaba en la cárcel. Estábamos animándole todos y él, con la sonrisa más cruel que te puedas imaginar, le dijo: "Si es mi mujer, la mato". Nos quedamos helados", afirma.

Quizá por eso, a A.C. no le importó cuando Morate salió de la cárcel. "A mi todavía me quedaba un tiempo en prisión y no te voy a decir que me diera pena no volver a verle. Si me preguntas si extraña lo de las chicas, te diré que para nada. Yo siempre le decía a mi compañero de celda que algo así iba a pasar. No me equivocaba", concluye.

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