María Emma Mejía, la carismática colombiana que encarriló a la Unasur

  • La carismática excanciller colombiana María Emma Mejía deja hoy el timón de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) con la satisfacción de haber encarrilado a este organismo por la senda de la unidad y la cordialidad.

Bogotá, 10 jun.- La carismática excanciller colombiana María Emma Mejía deja hoy el timón de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) con la satisfacción de haber encarrilado a este organismo por la senda de la unidad y la cordialidad.

Mejía no defraudó a los que hace poco más de un año apostaron por ella para ayudar a normalizar el clima regional, después de las crisis entre Álvaro Uribe, presidente colombiano de 2002 a 2010, y sus colegas de Ecuador y Venezuela, Rafael Correa y Hugo Chávez, que aun siguen en el poder.

La colombiana recibió esta tarea como herencia del exgobernante argentino Néstor Kirchner, quien como primer secretario general de la Unasur dio los primeros pasos hacia una normalización.

La muerte, en octubre de 2010 y tras pocos meses en el cargo, le impidió a Kirchner completar esta tarea, que él había iniciado antes de que Uribe traspasara el poder en Colombia a Juan Manuel Santos, su antiguo correligionario.

Santos apostó por Mejía, dentro de una fórmula preparada con el presidente venezolano, Hugo Chávez, para que ella se alternara en el cargo con Alí Rodríguez Araque, el exministro y expresidente de la Organización de Países Productores de Petróleo (Opep), que hoy recibirá de la colombiana las riendas de la Unasur.

La periodista, cineasta, antigua ministra y diplomática ha dejado su impronta en este organismo de los doce países suramericanos, al que llegó en abril del año pasado desde la dirección de la Fundación Pies Descalzos, de la cantante Shakira.

La antigua canciller llegó a Pies Descalzos después de trasegar por la vida pública y política, en la última época desde el Polo Democrático Alternativo (PDA), formación de izquierda en la que recaló tras sus pasos iniciales por el Partido Liberal Colombiano (PLC) y el desaparecido Nuevo Liberalismo (NL).

La dirección del Instituto de Fomento Cinematográfico, en el Gobierno del conservador Belisario Betancur (1982-1986), fue el primer cargo público de esta mujer, que despide sonrisas y serenidad, pero también seriedad si las circunstancias lo exigen.

El líder político Luis Carlos Galán, asesinado por narcotraficantes en 1989 cuando aspiraba a la Presidencia, la tuvo cerca como responsable de comunicaciones.

Ese papel le abrió las puertas del Gobierno de César Gaviria (1990-1994), el heredero de Galán, que la designó consejera especial para su natal Medellín, que por entonces recibía los peores embates y coletazos de la guerra al Estado por parte del capo Pablo Escobar, muerto en un enfrentamiento con policías en 1993.

Luego vino el mundo de la diplomacia, al que la envió el mismo Gaviria, en 1993, con su designación como embajadora en España.

El sucesor de Gaviria, el liberal Ernesto Samper (1994-1998), la reclutó como ministra de Educación y la conservó en su gobierno como titular de Relaciones Exteriores.

Una trayectoria que la impulsó a la búsqueda, aunque sin éxito, de un primer cargo de elección popular, la vicepresidencia, como compañera de formula del candidato presidencial liberal Horacio Serpa en 1998.

Lo intentó más tarde, después de ejercer como negociadora del Gobierno del conservador Andrés Pastrana (1998-2002) en el fracasado proceso de paz con la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La Alcaldía de Bogotá fue su nuevo objetivo electoral, que persiguió en tres ocasiones, sin éxito.

El alivio de la vida política lo encontró en Pies Descalzos, fundación de la que fue presidenta ejecutiva durante dos años, antes de su paso a la Unasur, y a la que regresará, después de algún tiempo de descanso.

Una actividad que también le permitirá recuperar su puesto en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, cuerpo conformado por exjefes de Estado y excancilleres del país, al servicio del presidente.

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