Franceses y belgas, la legión extranjera del Estado Islámico

  • Un millar de franceses y belgas combaten en las filas del grupo Estado Islámico (EI), en Siria o en Irak, a los "infieles" y montan operaciones en Europa, como los atentados que dejaron 129 muertos en París el pasado viernes.

Algunos grupos de combate ("katibas") están dirigidos por mandos intermedios franceses, belgas u oriundos del Magreb, dotados de cierta autonomía, sobre todo para organizar atentados en los países donde se criaron en Europa, aseguran los expertos.

Según Romain Caillet, investigador y asesor sobre temas islamistas, "ningún francés tiene un alto cargo en el seno del EI, probablemente porque no tienen las competencias necesarias para ascender en la jerarquía y porque el grupo teme infiltraciones".

"En cambio, hay franceses que son mandos intermedios. Debe de haber unos cinco al frente de katibas o de campos de entrenamiento. Además de algunos responsables religiosos, imanes, que por lo tanto no tienen una influencia demasiado importante", agrega.

En varias oportunidades, el EI reivindicó en Irak ataques con coche o camión bomba montados por candidatos a mártir franceses o belgas, lo más a menudo contra posiciones del ejército iraquí o de sus milicias auxiliares.

Las autoridades estiman en unos 600 la cantidad de franceses presentes en "tierras de la yihad", de los cuales unos 142 murieron en combates y unos 250 regresaron a Europa. Bruselas evaluó en unos 300 el número de belgas, de los cuales unos 80 murieron.

Uno de ellos, Abdelhamid Abaaoud, alias Abu Omar al Baljiki ("el belga"), es uno de los hombres buscados en la redada llevada a cabo el miércoles en Saint-Denis, un suburbio del norte de París. Las autoridades lo consideran el presunto cerebro de los atentados.

Abaaoud apareció recientemente en Dabiq, la revista de propaganda del Estado Islámico en inglés. En un artículo de cuatro páginas, se jacta de haber podido viajar a Bélgica para montar una operación que abortó tras una redada de la policía belga, y haber regresado luego a Siria sin el menor problema.

"Siempre hubo -y eso remonta a los campos de entrenamiento de Al Qaida en Afganistán-, agrupamiento por nacionalidades, para que se entiendan entre ellos y evitar tensiones", aseguró Yves Trotignon, ex analista del servicio antiterrorista del servicio de inteligencia francés (DGSE).

"Pero ahora puede decirse que existe una yihad francesa: los atentados del 13 de noviembre son la conjunción del yihadismo francés -que tiene una larga historia que se remonta a más de 20 años-, y del yihadismo global del EI".

El EI tiene "una organización constituida, con una cadena operativa, un comando, pero que deja lugar a las iniciativas locales", agrega. "Es el encuentro entre la voluntad de la organización madre de realizar una acción y de las filiales locales, que se apoyan en sus propias redes e iniciativas locales".

Fue un veterano de los círculos yihadistas franceses, Fabien Clain, quien grabó, en un francés exaltado puntuado de referencias coránicas, el texto de reivindicación de los ataques que ensangrentaron París el viernes pasado.

Radicalizado a principios de los años 2000, estuvo varios años preso en Francia, antes de sumarse a las filas del Estado islámico en Siria.

Para este tipo de acción desarrollada en el extranjero, la red no funciona como una organización constituida "sino como una agregación de partículas, en constante movimiento", agrega Yves Trotignon. "Existe un líder y gente asociada a las acciones. Luego la organización aparece detrás y asume la acción si ésta resulta exitosa".

Para el reclutamiento, las filiales se apoyan ampliamente en contactos personales, familiares o a través de internet y las redes sociales.

"Una vez que los primeros voluntarios franceses se establecieron en el país, probablemente a partir de 2013, se organizaron gracias a las redes sociales, para hacer venir desde Francia a los interesados", escribe el centro de estudios norteamericano Jamestown en un informe titulado "La legión extranjera yihadista francesa en Siria".

Cita como ejemplo la pequeña ciudad de Lunel, en el sur de Francia, donde una treintena de personas partieron hacia Siria, entre una población de unas 25.000 personas.

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