El pasado 4 de marzo, Íñigo Errejón, número dos de Podemos, pasó de jalear al líder de su partido, Pablo Iglesias, en el Congreso a congelar el gesto. Iglesias había introducido en su discurso, un tema del pasado que todavía duele mucho a los socialistas: la cal viva de la guerra sucia contra ETA.
"El señor Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva", dijo Iglesias desde su escaño en uno de los turnos de réplica. La cara de la bancada socialista también cambió radicalmente. Iglesias utilizó el discurso más bronco, más combativo, una estrategia que para muchos se le volvió en contra y que le pasó factura solo tres meses más tardes en las elecciones.
Iglesias reconoció que había elevado el tono, pero que no dijo nada que no fuese verdad.
"Nadie se puede ofender porque le digan la verdad, al tiempo que le tienden la mano para hacer las cosas mejor", se defendió Iglesias al ser preguntado por sus críticas al expresidente del Gobierno Felipe González, que han generado mucho malestar entre los socialistas.
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