Rajoy busca una alianza 'antireferendum' y Pedro muestra su cara 'B' y acepta

  • Sánchez ofreció su apoyo al Gobierno, pero no gratis, exigió que Rajoy deje su habitual tancredismo e intente dialogar con Puigdemont, y mesura al Gobierno.

    No se habló de economía porque el pacto era no chocar frontalmente en ninguna cuestión ni poner malas caras ante los fotógrafos.

Encuentro de julio 2017
Encuentro de julio 2017
José Luis Roig

Del odio al amor sólo hay un paso. Pero ayer, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez no lo dieron. Sin embargo, sí escenificaron con cierta convicción una obligada cordialidad que responde a los intereses particulares de ambos líderes.

De entrada, su encuentro en la Moncloa batió todos los récords: dos horas y media, cuando en su última entrevista no llegaron a los quince minutos. Cierto es que eran otros tiempos y otras circunstancias, entonces se jugaban el Gobierno, ahora se juegan el futuro de España con el desafío catalán.

El plan de Pedro Sánchez para el “nuevo” PSOE incluye un viraje a la izquierda extrema, a las frías y revueltas zonas que habita Podemos, con el objetivo de recuperar el voto perdido y subrayar el izquierdismo real del “nuevo” socialismo.

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Pero ayer le tocaba mostrar su otra cara, la cara-B, “b” de bueno, y destapar su grandilocuencia política, algo que le encanta. Además de nuevo talante, también lucía nuevo look: con chaqueta pero sin corbata, prenda que sí llevó en todas sus anteriores encuentros con Rajoy. Un pequeño detalle que no es casual y que forma parte de esa relativa “podemización” del nuevo Sánchez.

El objetivo es transmitir la idea de que el PSOE puede chapotear en el caladero de Podemos, mostrándose incluso radical en ocasiones, pero que en realidad es un partido institucional y de fiar cuando las circunstancias lo exigen, por ejemplo, cuando la unidad de España está en peligro. Algo que hoy día no ofrece Pablo Iglesias.

Margarita Robles, la portavoz socialista, se pasó toda su intervención de ayer recalcando dos conceptos que necesitan reforzar: el primero, que Pedro Sánchez es el líder verdadero e indiscutible de la Oposición. El segundo, que el PSOE es el principal partido de la Oposición. Dos cuestiones que en los últimos meses no estaban nada claras, debido al guirigay reinante en la calle Ferraz y a la habilidad mediática de un Iglesias que sueña con zamparse políticamente al PSOE.El objetivo: mostrar unidad ante el órdago catalán

Sánchez quiso aprovechar su encuentro con Rajoy para eclipsar un poco más la imagen de Podemos y de su líder, y aclarar que el título de príncipe de la izquierda útil con posibilidades reales de gobernar sólo lo ostenta él.

En su reunión de ayer ambos tenían claro, así estaba pactado, que no iban a chocar frontalmente en ninguna cuestión, ni a poner malas caras ante los fotógrafos, ni a evidenciar su auténtico mal rollo. Todo tenía que ser en positivo y en armonía institucional, incluso el “no” al techo de gasto y a otras cuestiones menores.

No se habló de economía para no tener que fingir tanto, y porque el objetivo principal era mostrar unidad frente al desafío catalán. Sánchez ofreció su apoyo al Gobierno, pero no gratis, exigió que Rajoy deje su habitual tancredismo e intente dialogar con Puigdemont, y que las declaraciones del Ejecutivo se hagan “con mesura”.

También le ofreció unas cuantas medidas parlamentarias que podrían negociarse para atemperar el clímax independentista y poner freno al referéndum, cuestiones que Rajoy, con ánimo y sonrisa forzada, prometió estudiar.

El presidente del Gobierno también se jugaba bastante en esta reunión, sobre todo porque el tema de Cataluña no le deja ver el Tour de Francia con tranquilidad. Y motivos no le faltan. La independencia parece algo imposible, pero no caer en las “trampas” que está montando la Generalitat no será fácil.

Como tampoco es fácil, por mucha razón legal que le asista, frenar el órdago independentista más solo que la una, en vez de hacerlo acompañado por otros partidos que también corren con los gastos del posible desgaste político. De ahí que Rajoy esté empeñado en formar una alianza con PSOE y Ciudadanos para evitar el referéndum antes de que llegue el 1 de octubre.

En la reunión de ayer no se cerró ningún acuerdo en este sentido, pero se dejó la puerta abierta para un continuo diálogo y para estudiar la conveniencia de esta unión circunstancial. En resumen, Sánchez y Rajoy no se quieren más que ayer, pero se necesitan mucho más que antes.

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