La conservadora Ramírez y su acto de fe para alcanzar la Presidencia

  • La persistencia en la lucha contra sus propios compañeros del Partido Conservador ha marcado la aspiración presidencial de la exministra de Defensa Marta Lucía Ramírez, que ha hecho de la campaña para las elecciones del próximo domingo un acto de fe para devolver el poder a esa desgastada fuerza política.

Marisol Larrahondo Bernal

Bogotá, 20 may.- La persistencia en la lucha contra sus propios compañeros del Partido Conservador ha marcado la aspiración presidencial de la exministra de Defensa Marta Lucía Ramírez, que ha hecho de la campaña para las elecciones del próximo domingo un acto de fe para devolver el poder a esa desgastada fuerza política.

Nacida en 1954 en una familia de clase media de Zipaquirá, un pueblo cercano a Bogotá, Ramírez es una gran conocedora de asuntos de economía y seguridad, alrededor de los cuales ha girado toda su carrera en la empresa privada y en el Gobierno.

Ramírez, abogada de la Universidad Javeriana, carrera que se ayudó a pagar con trabajos como modelo, y con estudios en el Centro de Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard (EE.UU), ha coqueteado con distintos partidos, pero es en el Conservador en el que se siente a gusto.

En 2009, siendo senadora, abandonó el Partido de la U disconforme con la apoyo de esa fuerza política a Juan Manuel Santos como candidato presidencial para 2010 y estuvo a punto de sumarse a una alianza de independientes entre los que estaba el hoy candidato de los verdes Enrique Peñalosa.

Finalmente pasó al Partido Conservador con las credenciales que le daban el haber sido ministra de Comercio Exterior en el Gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) y de Defensa en los primeros meses del de Álvaro Uribe (2002-2010).

Intentó la nominación del Partido Conservador para las presidenciales de 2010, pero fue designada la excanciller Noemí Sanín, quien sólo obtuvo el 6,13 % de los votos, y el partido acabó sumándose a la coalición de Gobierno de Santos, el vencedor.

Ramírez considera que un partido centenario como el Conservador no puede ser apéndice de un gobierno sino que debe estar en la disputa presidencial, por eso se postuló y fue escogida candidata en una polémica convención celebrada en enero pasado.

"El alma de los colombianos es conservadora, con valores, que siente con dolor cómo la sociedad los ha perdido", manifestó Ramírez cuando aceptó su candidatura.

Ese día empezó su calvario pues un importante sector de los conservadores, partidarios de seguir apoyando a Santos, impugnó la convención y sólo hasta el mes pasado Ramírez tuvo la confirmación de la autoridad electoral de que su candidatura era viable.

Las encuestas no le conceden posibilidades de éxito pese a que en los últimos sondeos ha mejorado y aparecido técnicamente empatada con dos de sus rivales en la lucha por el tercer puesto.

Ramírez ha sido la primera y hasta ahora única mujer en dirigir el Ministerio de Defensa de Colombia y la segunda en Latinoamérica, después de la hoy presidenta chilena Michelle Bachelet.

En ese cargo comenzó la implantación de la política de seguridad democrática, pilar del Gobierno de Uribe para empezar a recuperar el terreno perdido militarmente con los grupos guerrilleros en los gobiernos anteriores.

También centralizó el proceso de compras de las Fuerzas Militares para evitar corrupción en los contratos y estableció la primera escuela de derechos humanos en esa institución, políticas que desgastaron su relación con el alto mando y acabó dejando el Ministerio de Defensa quince meses después de su llegada.

Crítica del manejo que ha dado el Gobierno al proceso de paz con las FARC, Ramírez dice que las negociaciones en Cuba no pueden ser una puerta a la impunidad para los crímenes de la guerrilla y deben tener unos plazos determinados.

De llegar a la Presidencia, Ramírez ratificará al equipo negociador de paz del Gobierno y lo reforzará con su candidato a la Vicepresidencia, el también abogado Camilo Gómez, que fue alto comisionado de paz en el Gobierno de Pastrana.

Ramírez está casada con Álvaro Rincón y tiene una hija, María Alejandra.

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