De los cominos y pepinos para Rajoy a la “muerte digna” de Pablo Iglesias

  • Pablo Iglesias ya no tiene la asesoría hábil y mesurada de Iñigo Errejón, y que sus actuales consejeros o consejeras no se atreven a llevarle la contraria, ni a hacerle ver sus excesos verbales y doctrinales.

    Pablo Iglesias ha ido a la sesión de control del Gobierno a montar su numerito particular para que los focos y los ecos mediáticos no se aparten de él.

Iglesias a Rajoy: "Lo que dicen los letrados se la bufa"
Iglesias a Rajoy: "Lo que dicen los letrados se la bufa"
José Luis Roig / @joseluisroig

Desde el divorcio de Vistalegre-2, la imagen del líder de Podemos está degenerando en una caricatura de si mismo. Quizá una de las causas de esta deriva esté en el hecho de que Pablo Iglesias ya no tiene la asesoría hábil y mesurada de Iñigo Errejón, y que sus actuales consejeros o consejeras no se atreven a llevarle la contraria, ni a hacerle ver sus excesos verbales y doctrinales.

En las sesiones de control al Gobierno,  uno va a eso, a controlar al Ejecutivo y a fiscalizar sus actuaciones. Sin embargo, Pablo Iglesias ha ido este miércoles a montar su numerito particular para que los focos y los ecos mediáticos no se aparten de él: “Usted, señor Rajoy, que maneja la prosa de Lope con destreza, elija la reacción que le merece tal escrito”. Y allá va Pablo Iglesias soltando una retahíla de  calificativos que rebajan cualquier diálogo, y más si es parlamentario: "Me importa un comino, me importa un pimiento, me importa un huevo, me importa un rábano o me importa un pepino". Y todo ello porque a Pablo el tema de discusión –El uso del veto presupuestario que hace el Gobierno-  le parecía poco vistoso y algo cansino para atraer el interés periodístico.

Por si quedaban dudas de su pasión por lo absurdo, Iglesias se ha marcado en la misma intervención un nuevo triple salto verbal: "Tiene usted otras fórmulas más directas: me la trae floja, me la suda, me la trae al fresco, me la pela, me la refanfinfla e incluso (...) me la bufa". Lo más grave no es sólo que Iglesias rebaje el nivel dialéctico en un Parlamento escaso de intelectualidad y grandes ideas, sino que evidencia una vez más su gran necesidad mediática, que ya parece una dependencia más personal que de partido, y que Iglesias no consigue por la brillantez de sus propuestas, sino por los exabruptos de sus intervenciones.

El martes la Cámara baja debatía un tema importante y candente: la muerte digna. Pablo Iglesias, que se apunta a cualquier bombardeo con tal de abrazarse a una cámara, dejó sentada a su portavoz de Sanidad, Amparo Botejara, y optó por subir él a la tribuna de oradores para captar mejor los focos mediáticos. Pero este protagonismo, tan lejano de esa “Unidad y humildad” que proclamó en Vistalegre-2, lo practica con los grandes temas y con los menores. La semana pasada dejó sentado a Juan López Uralde, de Equo, para tomar él una vez más, el humilde Iglesias, la defensa de una enmienda para exigir que no se corte el rabo a los perros por "motivos estéticos".

Del importante tema de la eutanasia tendremos tiempo de hablar, ya que en esta ocasión no prosperó la propuesta de Podemos. Tanto PSOE, PP y Ciudadanos la calificaron de demagógica y poco debatida, y que más que buscar la muerte digna lo que pretende es legalizar el “suicidio asistido”. Mi cuerpo es mío y hago con él lo que me place. Una singular ética que habrá que debatir.

Como señaló el portavoz de C´s, el doctor Francisco Igea, exjefe de Aparato Digestivo en el hospital Río Carrión de Palencia, "su alternativa es una ley que regula el suicidio asistido y punto; el derecho a morir a manos de otros y hace responsable al Estado, porque ustedes quieren convertirlo en una prestación". Igea terminó su intervención recordando que la inmensa mayoría de seres humanos quieren vivir, y que “la dignidad no está tanto en cómo morimos, sino en cómo vivimos”. Yo añadiría, y en cómo actuamos para que la vida, incluida la política, sea algo más digna.

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