El hombre que consiguió desbloquear 10 meses de parálisis en solo tres semanas

  • Javier Fernández será, indudablemente, uno de los hombres de este 2016 en España. Ha persuadido a la mayoría de sus pares socialistas para escapar del laberinto político e institucional que comenzó tras el 20-D.

    Nunca estuvo de acuerdo con un Gobierno 'Frankestein' que Sánchez llegó a imaginar aliándose con Unidos Podemos y los independentistas. Su principal desafío ahora será reconstruir un partido que debe rendirle honor a su digna y valiosa historia.

Javier Fernández.
Javier Fernández.
Diego Caldentey

De perfil bajo, cauto y sereno para moverse ante sus pares del PSOE. Férreo, "prolijo" (como lo definen desde su círculo más íntimo) y tenaz, Javier Fernández, indudablemente, será uno de los hombres de este 2016 a la hora de hacer los inevitables balances e inventarios de la actualidad nacional. Ha conseguido que el partido acceda a abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy.

Nacido en el barrio de Requejo, en Mieres, Asturias, el 7 de enero de 1948, está casado y tiene una hija. No le gustan las estridencias tanto en su vida pública como privada. Cuando su nombró asomó, en medio de la hecatombe socialista que incluyó la renuncia masiva de la mitad de sus miembros de la Ejecutiva Federal, para intentar calmar las aguas del tsumani interno del partido, no eran tantos los que le tenían confianza para conseguirlo.

Tres semanas después de asumir como presidente de aquella comisión gestora, el asturiano lo ha conseguido... (mal que les pese a miles de militantes socialistas, a los aliados más incondicionales de Pedro Sánchez, a Pablo Iglesias y a otros tantos). Él es el principal artífice de haber desbloqueado una situación de parálisis institucional que había nacido tras el 20-D en España.

Necesitó solo 21 días para convencer a 138 integrantes del Comité Federal socialista a que votasen en favor de la abstención. Otros 96 le dieron la espalda, es verdad, pero finalmente consiguió sacar adelante la situación.

Este hombre, de 68 años de edad, suele no amedrentarse ante los desafíos. El del Comité Federal de este domingo sin dudas era uno de los más difíciles de su carrera política. Pero Fernández, sin dudas uno de los hombres fuertes del PSOE en la sombra, ha salido airoso de la encrucijada. Su postura se ha impuesto.

Ingeniero de Minas por la Escuela Técnica Superior de Oviedo y diplomado en Calidad Ambiental, conoce desde pequeño lo que es sortear dificultades: procede de una familia marcada por la Guerra Civil.

Es hijo de María Luz Fernández González, huérfana desde los 11 años por la desaparición de su padre, y Manuel Fernández Montes, que pasó varios años en un campo de concentración del occidente de Asturias en el que fue internado a los 16 años. Su padrino, Arístides Llaneza, era marido de su tía Laura e hijo de Manuel Llaneza, alcalde de Mieres y fundador del SOMA.

Fernández obtuvo plaza al servicio del Ministerio de Industria en 1984 en las oposiciones al Cuerpo Especial de Ingenieros de Minas, y un año después se afilió al PSOE. En 1987 solicita su traslado a la Dirección General de Minas del Principado de Asturias, que ya tenía transferidas las competencias en la materia, donde ejerce como inspector de minas.

Ha sido director general de Minería y Energía (de 1991 a 1995), portavoz de asuntos energéticos y ponente del Grupo Parlamentario Socialista en leyes como la del sector eléctrico o la del sector de hidrocarburos en el Congreso de los Diputados (de 1996 a 1999), consejero de Industria, Comercio y Turismo del Principado de Asturias (de 1999 a 2000), senador por Asturias (de 2003 a 2011) y diputado en la Junta General del Principado de Asturias desde 2007.

En noviembre de 2000, fue elegido secretario general de la FSA-PSOE. Encabezó la lista de los socialistas asturianos a la Junta General del Principado en las Elecciones Autonómicas de 2011 y 2012. Desde el 23 de mayo de 2012, es presidente del Principado de Asturias.Un hierro caliente

Cuando sus compañeros lo designaron al frente de una Comisión Gestora que sonaba más a hierro caliente, en un partido arrasado por dentro y que exponía las miserias de enfrentamientos intestinos entre Susana Díaz y Pedro Sánchez (y sus séquitos), el actual presidente del Principado y también secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA) dejó bien clara su postura: conciliar fue su premisa.

Este domingo no se ha apartado ni un ápice de su posición, en un Comité Federal tenso, conflictivo y que será recordado para la posteridad por muchos motivos: ha planteado a sus pares que España no puede continuar sin un Gobierno, que es urgente y prioritario que se devuelva la normalidad a todas las instituciones, y que hubiera sido absurdo que los españoles debieran acudir por tercera vez a las urnas por la falta de acuerdos entre las formaciones políticas.

Muy crítico con la gestión de Pedro Sánchez al frente del partido a lo largo de este año, descartó desde siempre que éste intentara conformar un Gobierno 'Frankestein' (apoyado por Unidos Podemos y por las fuerzas independentistas). Fernández quería la dimisión de Sánchez "para reconstruir el PSOE".

En estas tres semanas al frente del partido, en las cuales trabajó para desbloquear España, se dedicó a hablar -uno a uno- con todos los diputados y senadores socialistas para explicarles que la abstención supondría la mejor opción para el PSOE.

Aunque era una salida dolorosa, Fernández no quería ver cómo su partido se estrellara como nunca antes en unas hipotéticas terceras elecciones presidenciales. Su estrategia, indudablemente, ha resultado eficiente. Ahora le queda por delante la misión más difícil de conseguir: comenzar a edificar un PSOE que sea digno de su historia. Como oposición, que se muestre sólido, crítico y respetuoso de los millones de seguidores que, a pesar de todo, aún conserva. Eso, como primer paso para soñar otra vez con un próximo Gobierno socialista, después de cuatro años.

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