CATALUÑA. FELIPE GONZÁLEZ ABOGA POR “ABRIR LA VÍA DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL”

- Apunta que el artículo 155 de la Constitución es “graduable” y no implica necesariamente suspender la autonomía de Cataluña . El expresidente del Gobierno Felipe González apostó este miércoles por “abrir la vía de la reforma constitucional” para resolver la situación en Cataluña, buscando un “consenso suficiente” entre las formaciones políticas y sobre la premisa básica de que España no se va a “suicidar” reconociendo la secesión.
González participó junto a sus homólogos José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero en un acto organizado por Vocento con motivo de los 40 años transcurridos desde las primeras elecciones democráticas, y en su intervención dejó claro que España “sin Cataluña no es España”, sería “otra cosa”.
Subrayó que lo que es España desde el punto de vista del perímetro territorial lo es desde 1517, un “espacio público que compartimos”, pero la definición técnica y jurídica de nación es posterior. “Yo de nación soy sevillano”, en el sentido “cervantino” del término, precisó con ironía. La historia, explicó, es “una mochila con la que cargamos inevitablemente”, y quienes la ignoran sufren de “ceguera” porque esa mochila “se pone delante de sus ojos, ocultando el futuro que podemos ser porque olvidan el pasado que fuimos”.
Zapatero había dicho en un momento de su intervención que reconoce el derecho de cada generación a hacer sus propias normas de convivencia, y González recordó que eso lo decía Thomas Jefferson. Sin embargo, expresó una mayor coincidencia con Madison, “más modesto históricamente” pero que precisó la necesidad de “enmendar” las normas habilitantes pero no rehacerlas continuamente, so pena del riesgo de “desencuentro” permanente.
A partir de ahí, alertó de que la clave es “qué valor le atribuimos al pacto constituyente”, si de coyuntura o como norma habilitante que ha permitido la convivencia durante 40 años pero que requiere “pensar y repensar siempre la reforma”, y en ese punto se declaró no como inmovilista ni liquidacionista, sino como un reformista que ve a los españoles “obligados” a mantener siempre una actitud como país “permanentemente reformista”. Negar los continuos desafíos, alertó, es tanto como “hacerse totalmente inútil” para resolverlos.
González subrayó que nadie parece discutir la identidad de Cataluña pero “muchos nos cuestionamos la identidad de España”, lo cual cree que no tiene fundamento pero que procede de una tendencia histórica a “no identificarnos a nosotros mismos”. El riesgo actual, dijo, antes que la fractura entre Cataluña y el resto de España, es la fractura interna entre unos catalanes y otros, sin respeto a las reglas de juego y con “pulsiones extrañamente autoritarias”.
GANAR POR "VOTOS" O POR "BOTAS"
Criticó la ley presentada por el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, y apuntó además que el hecho de haberla presentado en un teatro lo hace “más raro de entender”. La deriva, dijo, no es tanto “bolivariana” como “madurista”, a imagen de un presidente que quiere acabar con su propia Constitución para “si no gana por los votos, ganar por las botas”.
Se mostró convencido de que siempre habría una “inmensa mayoría de españoles” que no aceptarían un cauce constitucional para las aspiraciones de los independentistas por medio del cual llegaran al “suicidio colectivo de reconocer el derecho de autodeterminación”, algo que solo se ha reconocido en Europa con Stalin para los “pueblos” de la Unión Soviética porque “ya se encargó sistemáticamente de autodeterminarlos él” en Siberia.
González considera que la ley presentada por Puigdemont es un “bodrio” que contiene “incitación a la sedición”, y alertó de que la labor del Tribunal Constitucional “termina” en determinar lo que se atiene o no a la norma fundamental. Recordó, en ese punto, que el artículo 155 de la Carta Magna es “afortunadamente ambiguo” y por ello “perfectamente graduable” y “no es cierto” que necesiariamente implique la suspensión de la autonomía.
Ese precepto, aseguró, “exige” a los responsables políticos una “respuesta para devolver la realidad al ámbito constitucional” cuando se ha sobrepasado. El problema, añadió, es que cumplir y hacer cumplir la ley es “duro” y a vaces es “relativamente más fácil ampararse en otras actuaciones”.
González coincidió con Aznar en que “ambiente para un consenso no parece que haya”, pero le aseguró que en 1977 lo había “justito” porque los partidos eran una especie de “tribus que no nos habíamos visto la cara nunca antes”. “Los jefes de la tribu eran un poquito más llevaderos”, le respondió Aznar con una sonrisa.
Aunque no haya vías de diálogo posible para quien no quiere ninguna, González juzgó “necesario abrir la vía incluso de la reforma constitucional”, algo que, subrayó, ya se podría estar analizando desde hace varios años en una subcomisión. Aunque no haya acuerdo de todos se podría buscar un “consenso suficiente” y en todo caso, como decía el Quijote, “no nos podrán negar la noblea del empeño”.
Que existan dificultades, insistió, no reduce la necesidad de un “empeño serio por resolverlo”, y por ello, sobre la premisa de que “España no se va a suicidar, el ‘demos’ español no va a cambiar ni se va a poner en almoneda, a partir de ese reconocimiento, hablemos”.
González subrayó en un momento de su intervención que en la política catalana “los únicos coherentes son los de la CUP y por eso mandan”, porque más allá de estar o no de acuerdo con sus postulados “asumen” las consecuencias de lo que defienden y saben y comparten que si se materializan sus deseos Cataluña sería “la Alemania del pasado”, aislada en Europa.

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