Alzando el tono contra Irak, Turquía vela por sus intereses tras la liberación de Mosul

El tono vehemente de Turquía hacia Irak conforme se va acercando la ofensiva para expulsar a los yihadistas del Estado Islámico de Mosul muestra el pánico de Ankara de ver a sus rivales, principalmente kurdos, meter el pie en una región que considera de su propiedad.

Tras haber enviado, desde diciembre de 2015, a cientos de militares a una base en Bashiqa, en la región de Mosul, para entrenar a voluntarios sunitas en vistas a una reconquista del bastión iraquí del grupo Estado Islámico (EI), Ankara parece mantenerse al margen justo cuando los preparativos para la ofensiva están al máximo.

A principios de octubre, Irak rechazó la prolongación, aprobada por el parlamento turco, del mandato de esos militares, comparándolos con "una fuerza de ocupación", provocando el enojo de los dirigentes turcos, con el presidente Recep Tayyip Erdogan a la cabeza.

Así, Erdogan no dudó, en un tono desdeñoso, a instar al primer ministro iraquí, Haidar Abadi, a "quedarse en su sitio".

El poder iraquí, dominado por los chiitas, considera además una injerencia inaceptable los repetidos avisos de Turquía contra una eventual participación de milicias chiitas o grupos armados kurdos afiliados al enemigo jurado de Ankara, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, en la ofensiva de Mosul.

Erdogan, perteneciente a un movimiento sunita conservador, considera que la liberación de Mosul debe ser orquestada únicamente por fuerzas que tengan lazos étnicos y religiosos con la ciudad, aludiendo al hecho de que la mayoría de sus habitantes (de alrededor de 1 millón) es sunita.

Además, más de 1,5 millones de turcomanos viven en el norte de Irak, que fue un territorio del imperio otomano durante cuatro siglos.

Según los analistas, a Erdogan le preocuparía más el equilibrio de fuerzas que quedaría después de la batalla de Mosul que el propio desarrollo de la batalla.

"Está preocupado por la futura composición étnica y confesional de Mosul y quiere asegurarse de que los kurdos y los chiitas no tengan la sartén por el mango", consideró Aykan Erdemir, de la Fundación para la Defensa de la Democracia, con sede en Washington.

"Ankara no quiere quedarse fuera del juego en Irak y Erdogan quiere asegurarse de que tendrá algo que decir en el futuro desarrollo de Mosul e Irak. Tras haber entrenado a las milicias sunitas en la provincia de Nínive, teme que las milicias chiitas se acaben imponiendo", agregó.

Para Soner Cagaptay, director del programa de investigación turco del Washington Institute, el discurso endurecido de los dirigentes turcos muestran que están "preparándose para el post-Mosul".

"Ankara se da cuenta de que Irak seguirá siendo un Estado débil y quiere tener una zona de influencia en el norte de Irak para protegerse de los riesgos que provocan inestabilidad en el país", que comparte una frontera de unos 350 kilómetros con Turquía, añadió.

Con este objetivo, "Turquía quiere tener una presencia militar lo más profunda posible en Irak, y Bashiqa le da esa presencia", explicó.

Recordando que el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) está presente en la región autónoma kurda iraquí vecina de Mosul, Cagaptay señaló que Ankara busca impedir, a cualquier precio, que este grupo rebelde "tome el control de territorios" tras la expulsión del EI.

Según él, Ankara teme además que Irán refuerce su influencia en la región de Mosul a través de una posible participación de las milicias chiitas iraquíes apoyadas por Teherán. "Erdogan sabe que nunca podrá ponerse de acuerdo con Irán" en el tema iraquí, afirmó.

Washington, que lidera la coalición internacional que apoyará a las fuerzas iraquíes en la ofensiva de Mosul, se ha cuidado bien de tomar partido públicamente en la querella turco-iraquí.

Sin embargo, recientes declaraciones del departamento de Estado de Estados Unidos y del Pentágono recordaban que todos los esfuerzos militares para liberar Mosul debían hacerse "en coordinación y de acuerdo con el gobierno iraquí", algo que Ankara interpretó como un posicionamiento por parte de Washington a favor de Bagdad.

"Estados Unidos, que en un primer momento quería que Turquía participara en la operación de Mosul, toma ahora partido por Irak y, por consiguiente, por Irán", escribió en un artículo Burhanettin Duran, de la Fundación para la Investigación Política, Económica y Social, un centro de reflexión próximo a las esferas del poder.

Para Duran, "excluir a Turquía del dosier iraquí, u otorgarle un papel secundario bajo la presión de Irán, no contribuirá a la creación de un nuevo Irak pacificado".

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