Los Navy Seal, del anonimato a la fama tras la muerte de Bin Laden

Supuestamente están obligados a respetar un código de silencio, pero varios miembros de los Navy Seal que participaron en la eliminación de Osama bin Laden publicaron relatos del ataque, para decepción de sus compañeros, que temen que pongan en riesgo futuras misiones.

Las historias que revelan cómo esta unidad de élite de la marina de Estados Unidos mató al enemigo público número uno del país tienen consumidores garantizados, y durante los años que siguieron a la muerte del líder de Al Qaida se multiplicaron los filmes, libros, documentales y entrevistas contando el ataque del 2 de mayo de 2011.

Los detalles sobre la muerte de Bin Laden salieron desde el propio gobierno de Barack Obama, provocando la furia del secretario de Defensa de la época, Robert Gates.

"¿Por qué carajo no se callan todos?", recuerda Gates en sus memorias haberle dicho a Tom Donilon, entonces asesor de seguridad nacional de Obama.

Funcionarios de la administración también revelaron datos de la operación a Mark Boal, guionista de "La noche más oscura", dirigida por Kathryn Bigelow.

Luego, en otra violación del acuerdo tácito, algunos Seal que participaron en la operación contaron parte del ataque.

Uno de los comandos, Matthew Bissonnette, publicó bajo el seudónimo de Mark Owen un libro en 2012 sobre su participación en la operación, con el título de "No Easy Day."

Más tarde, su excompañero de escuadrón Robert O'Neill logró fama internacional proclamando ser el Seal que disparó y mató a Bin Laden.

Pero para muchos de los miembros de las fuerzas de operaciones especiales, esto afecta la ética del grupo de élite.

Autocalificados como "profesionales tranquilos", los Seal habían aceptado mucho tiempo atrás que su trabajo debía hacerse de forma anónima, preocupados de que las filtraciones pudieran dar información vital al enemigo y poner en peligro futuras operaciones.

El teniente Forrest Crowell, un ex Seal, describe el fenómeno en su tesis de posgrado para la Naval Postgraduate School en California.

"Al idealizar y dar a conocer las misiones Seal, el gobierno alienta una insaciable curiosidad que ha conducido a un lucrativo nuevo mercado sobre información sobre los Seals", escribió.

"Cualquier información que socave la seguridad operacional de los Seal y limite su capacidad de sorprender al enemigo incrementa sus posibilidades de fracaso y pone vidas estadounidenses en peligro".

Según Sean Naylor, periodista y autor de "Relentless Strike", los líderes de Seal "ahora están preocupados de que los libros, películas y todo eso se salga de control. Están tratando de meter al genio de nuevo en la lámpara".

La preocupación no se limita solo a los Seal.

En diciembre, el general Joe Votel, quien en ese momento dirigía el Comando de Operaciones Especiales (SOF), pidió mayor discreción al gobierno de Obama.

"Me preocupa la creciente exposición pública de las actividades y operaciones del SOF y considero que es hora de que nuestras fuerzas vuelvan a la sombra", escribió Votel en un memorándum, parte del cual es citado por la revista Foreign Policy.

El general Joe Dunford, jefe del Estado Mayor Conjunto, también exhortó a los militares a limitar sus comentarios sobre las operaciones comando.

Pero las fuerzas especiales no desaparecieron completamente de la vitrina pública. Su papel en los actuales compromisos militares de Estados Unidos es más importante que nunca.

Unos 300 efectivos de las fuerzas especiales y personal de apoyo están desplegados en Siria, entrenando a las tropas locales para combatir a Estado Islámico.

Otros 200 están en Irak lanzando ataques contra los líderes de este grupo yihadista.

Muchos participan en el selecto Comando de Operaciones Especiales Conjuntas (JSOC), el grupo formado durante las administraciones de George W. Bush y luego Obama.

El Pentágono dice poco del JSOC, pero sus unidades incluyen la Fuerza Delta del ejército, y el Equipo 6 de los Seal, que mató a Bin Laden.

La administración y los militares deben "encontrar el balance entre la seguridad operacional y la necesidad de informar y educar a la opinión pública", dijo a la AFP el coronel retirado del ejército David Maxwell, director asociado del Centro para Estudios sobre Seguridad de la Universidad Georgetown.

Aunque el silencio total es imposible, admitió. "Si la prensa o la industria del entretenimiento no obtienen información, llenarán los espacios especulando".

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