La UE se moviliza in extremis para intentar salvar acuerdo comercial con Canadá

Las reuniones se sucedieron en la noche del jueves para intentar desbloquear el acuerdo comercial entre la UE y Canadá (CETA), horas antes de que expire el plazo dado por el ejecutivo europeo a Bélgica para que dé su visto bueno.

"El CETA podría ser nuestro último acuerdo de libre comercio, si no convencemos a la gente de que negociamos para proteger sus intereses", declaró el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk a su llegada a la cumbre de mandatarios europeos en Bruselas.

Tras siete años de negociaciones, la UE tenía prevista la firma de este acuerdo comercial, que crearía un espacio de libre comercio de unos 550 millones de habitantes, en una cumbre el 27 de octubre en Bruselas con la presencia del primer ministro canadiense, Justin Trudeau.

Sin embargo, el gobierno federal belga, partidario del acuerdo, no ha podido todavía dar su aprobación porque necesita el visto bueno de todos sus gobiernos regionales y, hasta el momento, el de Valonia dice 'no'.

"Espero que Bélgica demuestre una vez más que es una verdadera campeona alcanzando compromisos, y que el viernes tengamos un acuerdo que allane el camino hacia el CETA", añadió Tusk. El ultimátum dado por Bruselas termina ese mismo día.

Para intentar desbloquear la situación, los embajadores ante la UE de los 28 países del bloque se reunieron el jueves por la noche, aunque el "problema no está solucionado", reconoció una fuente europea.

Los embajadores comprobaron las demandas propuestas por Valonia y dijeron que las concesiones realizadas eran lo "máximo posible" a lo que podían llegar, según otra fuente diplomática.

Las reuniones no acabaron ahí. El presidente del ejecutivo europeo, Jean-Claude Juncker, reconoció que no pudo asistir a toda la cumbre, porque estaba "en discusiones paralelas con Canadá y el gobierno valón sobre el CETA".

Y anunció otras reuniones el viernes por la mañana, justo antes de que los mandatarios europeos aborden su política comercial y que el parlamento valón se reúna en Namur (sur de Bélgica).

El presidente regional de Valonia, Paul Magnette, mantuvo su veto al CETA, pese a las propuestas de las últimas horas, tras reunirse durante la noche con su gobierno, según la agencia Belga.

"Canadá considera que existen márgenes de maniobra en las negociaciones. En algunos puntos parece más abierta que las instancias europeas", explicó ante la prensa.

Además de la región belga, Rumanía y Bulgaria se muestran reticentes a dar su visto bueno al CETA, ya que exigen por escrito la confirmación de la exención de visados para sus ciudadanos que viajen a Canadá.

"Este ya no es un gran problema (...) Los canadienses darán garantías sólo después de que Bélgica dé su visto bueno al CETA", precisó la fuente diplomática.

El rechazo de Valonia, una región de unos 3,6 millones de habitantes, pone en peligro la firma formal del tratado y deja en el aire otros acuerdos comerciales como el que la UE negocia con Estados Unidos, conocido como TTIP, y el discutido con los países del Mercosur.

En virtud del denominado "acuerdo mixto", la UE necesita el visto bueno de todos los países del bloque para poder firmar el tratado.

"Estoy convencido de que llegaremos a un acuerdo", por lo menos "antes del 27 de octubre", dijo por su parte el primer ministro austríaco, Christian Kern.

El acuerdo comercial con Canadá prevé un aumento del comercio total de bienes y servicios entre ambas regiones de un 20%, según sus defensores.

Casi todos los productos, excepto algunos agrícolas como la carne de vacuno o de cerdo, no pagarán derechos de aduana y las empresas europeas podrán acceder a las licitaciones públicas canadienses.

Sin embargo, sus detractores denuncian la falta de transparencia de las negociaciones con Ottawa y temen que siente un precedente para el acuerdo que Bruselas negocia actualmente con Washington, mucho más ambicioso.

tjc/pa

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