Praga, 15 mar.- El primer ministro socialdemócrata Robert Fico y el empresario Andrej Kiska competirán en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Eslovaquia que se celebrarán dentro de dos semanas, según los resultados oficiales con el 58,5 % escrutado.
Los resultados del recuento dan a Fico una victoria con el 28 % de los votos, seguido del empresario Andrej Kiska, con el 24,1 %, y en tercer lugar se sitúa el joven jurista Radoslav Prochazka con el 20,8 %.
Los dos primeros candidatos deberán concurrir en la segunda vuelta el próximo 29 de marzo ya que ninguno de ellos logró más del 50 % de los votos para lograr la presidencia en la primera ronda.
La participación se ha situado en el 42,8%, la más baja de todas las presidenciales celebradas desde que en 1999 se introdujera la elección directa por parte de la ciudadanía.
El candidato que gane en la segunda vuelta sucederá en el cargo en junio al actual presidente, Ivan Gasparovic, que ha completado el máximo de dos legislaturas como jefe de Estado del país centroeuropeo de 5,4 millones de habitantes, que forma parte de la Unión Europea desde 2004 y de la eurozona desde 2009.
Fico, de 49 años, se encuentra en la mitad de su segundo mandato como jefe del Gobierno y su política ha estado marcada por iniciativas que aunaban la disciplina fiscal con el rechazo a las políticas de recortes.
La victoria de Fico ha estado por debajo de las expectativas, ya que las encuestas previas le otorgaban hasta el 37 % de los apoyos, muy por encima del que ha logrado en la jornada electoral de hoy.
Kiska, de 51 años, se presenta como independiente y nunca ha estado vinculado a un partido político, lo que ha sido una ventaja para atraer el voto de aquellos desengañados con los partidos tradicionales.
El empresario millonario, conocido en el país por sus iniciativas de corte filantrópico, ha sido la revelación de las elecciones y todas las encuestas le otorgaban el segundo lugar en esta primera manga.
El partido de Fico, Smer, tiene una mayoría absoluta en el Parlamento y en caso de que llegue a la Presidencia, esa formación controlaría el Ejecutivo, el legislativo y la jefatura del Estado, algo que ha sido criticado por los oponentes.
El presidente tiene el poder de nombrar al primer ministro, ratificar figuras del aparato judicial y firmar tratados internacionales, pero sus atribuciones son limitadas y tiene un papel más bien institucional.
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